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2021, en clave de derechos humanos

Aschraf, durante su devolución en caliente el pasado 19 de mayo.

Emili Serra

30 de diciembre de 2021 21:50 h

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Hay quien recordará 2021 como el año en el que fugazmente nos pareció dejar atrás la pandemia. El año en que algunos países se deshicieron de las mascarillas o en el que volvieron los grandes festivales. El año en que, a pesar de cerrarse con cifras de contagios disparadas alrededor del mundo con una nueva variante de coronavirus, las vidas salvadas por las vacunas se cuentan por cientos de miles.

Pero más allá de la sanitaria, que ha seguido acaparando titulares, 2021 ha dejado otras muchas crisis humanitarias y sociales que también queremos recordar con una mirada en clave de derechos humanos. Un año más, este balance contiene luces y sombras. Toda selección deja siempre ausencias, así que invitamos a los lectores a que sigan compartiendo en los comentarios los hechos que han marcado este año.

1. La crisis de Ceuta

En mayo de 2021, todas las miradas se dirigieron a Ceuta. Cerca 10.000 personas, la mayoría a nado, llegaron de manera irregular a la ciudad autónoma atravesando los espigones de las playas de Benzú y El Tarajal. Marruecos había comenzado a levantar el control fronterizo de manera evidente en un momento de tensión diplomática con España tras las quejas por el traslado a un hospital de Logroño del secretario general del Frente Polisario, Brahim Ghali, por “razones humanitarias”.

El Gobierno español desplegó al Ejercito en la zona. Como constató elDiario.es, a muchos de los conseguían llegar nadie les preguntaba por su edad o las razones que les habían empujado a cruzar: eran devueltos en caliente de forma automática, sin trámite alguno, una práctica seriamente cuestionadas por la falta de garantías.

Conocimos algunas historias, como la de Aschraf, un chaval que cruzó a nado y, tras llegar a Ceuta, fue devuelto ese mismo día a Marruecos, según publicó El País. “No quiero volver, por favor”, clamaba Aschraf ante las cámaras. La Fiscalía de Ceuta inició una investigación sobre las devoluciones en caliente de menores centrada en su caso concreto, pero la archivó tras no considerar “acreditada la minoría de edad” del chaval devuelto ni la identidad de los militares que lo interceptaron para expulsarlo.

Más de 1.000 menores entraron en Ceuta aquellos días. Son niños y adolescentes que quedaron desde mayo bajo tutela de la Administración local, alojados en precarias condiciones en espacios provisionales habilitados en polideportivos, módulos prefabricados y en el único centro de menores de la ciudad. El mismo presidente ceutí, Juan Jesús Vivas, reconoció que un “porcentaje notable” de ellos vivía en la calle, en condiciones de “absoluta precariedad”. 

El Gobierno central y el de Ceuta han tratado de devolver a los menores migrantes. El intento de repatriarlos sin cumplir la legislación fue frenado por la Justicia. Cinco ONG han denunciado recientemente la expulsión irregular de dos adolescentes marroquíes no acompañados, cuya devolución estaba suspendida después de que Interior y el Gobierno ceutí retornase de forma irregular a medio centenar de menores en un operativo que incumplía el procedimiento marcado por la Ley de Extranjería.

2021 ha sido, también, un año especialmente mortífero en nuestras fronteras. Las diferentes rutas que conducen a España desde las costas de África se han cobrado en lo que va de año 1.255 vidas. Tres de cada cuatro, 937, corresponden solo a la ruta hacia Canarias, la cifra más alta desde que la Organización de Naciones Unidas para las Migraciones (OIM) comenzó recopilar estos registros, en 2014.

2. Afganistán, en manos de los talibanes de nuevo

2021 ha sido el año del fin de la guerra más larga de Estados Unidos. El 31 de agosto, los soldados estadounidenses culminaron su retirada de Afganistán tras dos décadas en el país, que atrajo todos los focos este verano. Dos semanas antes, los talibanes habían tomado Kabul tras una ofensiva récord con la marcha in extremis de las tropas aliadas, ampliamente criticada por organizaciones humanitarias.

Fue el momento de los precipitados vuelos de evacuación desde la capital, de las escenas de caos y desesperación entre la gente agolpada para intentar subirse a uno de esos aviones, del atentado que se cobró decenas de vidas en el aeropuerto, de los talibanes volviendo al poder. Los vuelos internacionales concluyeron en cuestión de días, entre temores de que miles de afganos vulnerables se quedaran atrás y testimonios de miedo, dolor y rabia entre quienes decían sentirse abandonados por las tropas occidentales. España evacuó aquellos días a 2.206 personas, españolas y afganas.

Antes de la victoria talibán, Afganistán ya era uno de los países más pobres del mundo y muy dependiente de la ayuda exterior. La población se ve afectada por la espiral de la crisis económica, el conflicto y la sequía. Ahora se suceden las voces que alertan de lo que está por venir: según las agencias de Naciones Unidas, más de 23 millones de personas, más de la mitad de la población del país, se enfrentan al hambre severa en el país en 2022. Afganistán afronta “una avalancha de hambre e indigencia”, ha advertido el Programa Mundial de Alimentos (PMA).

La llegada de los talibanes al poder desató la huida de miles de personas. Según Acnur, desde enero, se han registrado 112.500 afganos que necesitan protección internacional en los países vecinos, entre ellos Pakistán, Irán y Uzbekistán. La Unión Europea se ha comprometido a acoger a 38.000 refugiados. Pero una vez más, no todos los Estados miembros están de acuerdo: algunos como República Checa, Dinamarca, Grecia, Hungría, Austria y Polonia, han dicho que no aceptarán más refugiados de Afganistán.

En agosto, muchos se preguntaban si los talibanes habían cambiado desde la última vez que estuvieron en el poder. Las denuncias de vulneraciones de derechos humanos ya resuenan. La oficina de la ONU para los derechos humanos alertó hace dos semanas que el régimen talibán ha ejecutado al menos a 72 personas ligadas al anterior Gobierno y a sus fuerzas de seguridad, pese a la amnistía general que prometió. Se han documentado cerca de 60 detenciones aparentemente arbitrarias, palizas y amenazas a activistas, periodistas y personal de la Comisión Independiente de Derechos Humanos atribuidas a las autoridades de facto. La mujeres y las niñas se enfrentan a una gran incertidumbre cuando se trata de respetar sus derechos. Unos 4,2 millones de jóvenes afganos ya no van a la escuela, el 60% de ellos niñas, según la ONU. Además, a las mujeres se les prohíbe en gran medida trabajar, a excepción de algunas profesoras, trabajadoras sanitarias y personal de ONG.

3. Luces y sombras para los derechos LGTBI

Hoy en día 69 países siguen criminalizando la homosexualidad. Pero 2021 ha dejado algunos avances esperanzadores para el colectivo LGTBI. Es el caso de Botsuana, donde a finales de noviembre, el Tribunal de Apelación decidió mantener una sentencia que despenalizaba las relaciones entre personas del mismo sexo. Chile aprobó hace apenas tres semanas una ley histórica que permite casarse a las personas del mismo sexo en el país.

En España, el Consejo de Ministros dio el pasado mes de junio luz verde a la 'ley trans'. La norma contempla la autodeterminación de género, una pelea histórica de las personas trans, que ya no tendrán que declararse enfermas para modificar su sexo legal en el DNI. La ley aún no ha terminado su tramitación antes de ser remitida al Parlamento.

Una de las grandes sombras llegan desde Europa, en concreto desde Hungría, con la polémica ley aprobada en junio que prohíbe el uso de materiales que se consideren que promueven la homosexualidad en los colegios. La medida ha causado una enorme preocupación en la comunidad LGBTI y duras críticas de la Unión Europea. Y es la última de la lista de acciones que limitan los derechos LGTBI desde la llegada al poder de Viktor Orbán. 

4. Avances y retrocesos en el aborto

Un nombre ha vuelto a sonar este 2021. Es el de Manuela, condenada a 30 años de cárcel por homicidio cometido al supuestamente abortar en uno de los países más restrictivos con este derecho del mundo, El Salvador. Manuela murió a raíz del cáncer que padecía y que tampoco fue tratado adecuadamente. Este diciembre, la Corte Interamericana de Derechos Humanos condenó a El Salvador por la detención y posterior muerte de la mujer.

Otro paso adelante lo ha dado Argentina, donde este año ha entrado en vigor la ley del aborto, aunque ahora preocupa la disparidad entre provincias a la hora del acceso. En Honduras, la presidenta recién elegida Xiomara Castro ha prometido flexibilizar las draconianas leyes en uno de los pocos países de América Latina que prohíben el aborto bajo cualquier circunstancia.

Pero también ha habido retrocesos. En Texas, en septiembre, entró en vigor una de las leyes más restrictivas en Estados Unidos, que prohíbe el aborto desde las seis semanas de gestación, aunque las clínicas que los practican podrán continuar su batalla legal. Y un año más, Polonia ha vuelto a ser foco de la lucha por los derechos de las mujeres, con miles de personas protestando en la calle contra la prohibición casi total del derecho a la interrupción voluntaria del embarazo.

5. De Bielorrusia a Texas

Este 2021 hemos visto también a miles de personas migrantes, procedentes de Oriente Medio y de África, bloqueadas en la frontera de Bielorrusia con Polonia. El presidente bielorruso, Alexander Lukashenko, fue acusado de organizar el traslado de personas en represalia por las sanciones impuestas por la UE contra su régimen autoritario. Más de una decena de personas perdieron la vida por hipotermia o enfermedades al tratar de alcanzar territorio polaco. Decenas denunciaron también heridas, robos y abusos por parte de las autoridades. Se prohibió el acceso de los periodistas. La respuesta de Polonia fue duramente criticada por los defensores de derechos humanos.

Al otro lado del Atlántico, miles de migrantes, en su mayoría procedentes de Haití, se han congregaron, muchos de ellos escapando de la violencia de las bandas armadas en Puerto Príncipe, de la escasez de alimentos y las catástrofes naturales. De vuelta a Europa, en marzo, Dinamarca anunció que retiraría el permiso de residencia a personas refugiadas procedentes de Siria, alegando que el país, concretamente las zonas controladas por Asad, eran ya “un lugar seguro”. Fue el primer país europeo en dar este paso, muy criticado. Las vidas de decenas de personas se encuentran en un limbo legal.

Miles de personas siguen jugándose la vida para atravesar el Mediterráneo Central rumbo a Europa. Los más de 500 supervivientes rescatados en los últimos días por el barco humanitario Geo Barents, de Médicos Sin Fronteras, han desembarcado este jueves en Sicilia después de que la organización pidiera de forma reiterada un puerto seguro en el que poder atracar.

La pérdida de vidas humanas durante travesías migratorias continúa en todo el mundo un año más. En 2021, 4.470 migrantes han fallecido, una cifra mayor que la del año pasado, según la OIM.

6. Los acuerdos UE-Marruecos sobre el Sáhara Occidental, ilegales

A finales de septiembre, el Tribunal General de la Unión Europea falló sobre la legalidad de los acuerdos pesquero y agrícola entre la UE y Marruecos que incluyen el Sáhara Occidental. Y dio la razón al Frente Polisario al considerarlos ilegales por no haber consultado de forma apropiada a la población saharaui. La UE recurrió y los acuerdos seguirán vigentes hasta que se resuelva el asunto de forma definitiva por el Tribunal de Justicia de la UE. El Frente Polisario pidió la anulación en 2019, alegando que se aplican al Sáhara Occidental, prevén la explotación de sus recursos naturales y favorecen la política anexionista de Marruecos sobre dicho territorio.

El conflicto entre Marruecos y el Frente Polisario, aunque silencioso, sigue latente. El Frente Polisario denunció a mediados de noviembre la muerte de 12 civiles saharauis en dos ataques con drones, que atribuyó a Marruecos, ocurridos en las denominadas “zonas liberadas” de la antigua colonia española del Sahara Occidental.

7. El año en que no todos estuvieron a salvo

Un año después del pistoletazo de salida de la vacunación contra la COVID-19, más de 9.000 millones de dosis se han inyectado ya en brazos de todo el mundo. Se trata de un enorme éxito científico que está permitiendo salvar cientos de miles de vidas. Pero, a pesar de la cantidad de veces que hemos escuchado el mantra de “nadie estará a salvo hasta que todos estemos a salvo”, los frutos de este progreso se han repartido de forma extremadamente desigual.

A grandes rasgos, el mapa mundial de la vacunación ha estado fracturado este 2021 por desequilibrios profundos y persistentes: a un lado, los países con mayores recursos, que han conseguido alcanzar coberturas muy altas, al otro, los más empobrecidos, donde los niveles de inmunización siguen siendo bajos. Casi el 70% de la población de las naciones de renta alta tiene la pauta completa. En las de renta baja, esta cifra es del 5%. África es, de lejos, el continente más rezagado, con tres de cada cuatro trabajadores sanitarios sin vacunar. 



La Organización Mundial de la Salud (OMS) había marcado el objetivo de vacunar al 40% de la población de todos los países a final de año. Un total de 92 Estados no lo han alcanzado. Se trataba de una meta realizable si se hubieran distribuido las dosis de manera más equitativa, según la OMS, que ha pedido este reparto una y otra vez por una cuestión ética, pero también epidemiológica. “No solo es una vergüenza moral, ha costado vidas y ha proporcionado al virus oportunidades para circular sin control y mutar”, ha dicho el jefe de la agencia de Naciones Unidas. 

El “nacionalismo de vacunas” ha reinado durante este año. El acaparamiento de dosis por parte de los países ricos en un entorno de suministro limitado y los controles a la exportación, principalmente de India, profundizaron los problemas que ha afrontado COVAX, el mecanismo creado para intentar asegurar un reparto equitativo. La mayoría de las farmacéuticas han sido reticentes a compartir fórmulas y conocimientos de producción, y la propuesta para suspender las patentes, defendida por decenas de países del Sur global, expertos y ONG, sigue estancada, con la oposición de la UE. Las donaciones de vacunas desde las naciones ricas son complejas (luego lentas) y muchas veces han llegado con fechas de caducidad cortas a los países receptores, dificultando mucho la planificación. Se suman otros obstáculos, desde la logística a la falta de personal sanitario, pasando por las dudas sobre las vacunas, un problema en muchos países, también los occidentales.

Ahora está mejorando el suministro, que ha sido el principal problema la mayor parte de este año. Pero a la OMS le preocupa el impacto que puede tener la extensión de las dosis de refuerzo a todos los adultos en los países de mayores recursos –actualmente, el 20% de todas las vacunas que se administran cada día son dosis extra–. El objetivo sigue siendo alcanzar el 70% de cobertura en todos los países a mediados de 2022. Y las voces expertas insisten: la equidad es clave si queremos que esta pandemia sea historia.

8. Primera vacuna contra la malaria y fin de los brotes de ébola en Congo

Ha sido una de las buenas noticias que ha dejado 2021, de esas celebradas como un hito. En octubre, la OMS recomendó por primera vez el uso generalizado de una vacuna contra la malaria. ¿Por qué es tan importante? La malaria sigue siendo la primera causa de enfermedad y muerte infantiles en África Subsahariana, y se cobró la vida de más de 600.000 personas en 2020 en el continente –la inmensa mayoría de ellas niños menores de cinco años–. Organizaciones como Médicos Sin Fronteras han pedido que se dé prioridad a los países para la implementación de las vacunas en función de sus necesidades de salud y la carga de la enfermedad.

El año acaba con otra buena noticia en el terreno de la salud global. A mediados de diciembre, el Ministerio de Sanidad de República Democrática del Congo declaró el fin del nuevo brote de ébola, el segundo este año, que ha afectado a la provincia de Kivu del Norte desde octubre. Nueve personas, de un total de 11 casos, han fallecido.

9. Un año de protestas y represión

En 2021, la pandemia no ha detenido a muchos ciudadanos que han tomado las calles. En Colombia, las protestas que estallaron en abril en Colombia dejaron cientos de heridos y desaparecidos. Pedían la ya extinta reforma tributaria, pero continuaron con un sinfín de reclamos como acabar con la violencia policial, los asesinatos machistas o de líderes sociales, la pobreza y la necesidad de una renta mínima. Organizaciones como Amnistía Internacional han documentado la violenta represión de las protestas sociales.

Cuba vivió este verano movilizaciones contra el Gobierno de una magnitud nada usual. El aumento de tensión más importante se produjo el mes de julio. La crisis económica por la pandemia, la movilización social de artistas e intelectuales y el impacto en redes sociales son algunos de los elementos que las explicaban. Se han denunciado abusos contra los derechos humanos, como detenciones arbitrarias.

En Sudáfrica, lo que comenzó en julio como protestas por el encarcelamiento del expresidente Jacob Zuma degeneró en una ola de disturbios que enlazan con problemas sociales preexistentes, como la extrema desigualdad y el descontento por la pandemia. En Canadá, el descubrimiento de tumbas sin nombre de niños indígenas desencadenó manifestaciones este verano. En Myanmar, desde que los militares tomaron el control en un golpe de Estado el 1 de febrero, se han producido también protestas masivas.

10. Crisis humanitarias que no cesan

Pobreza, conflictos, desplazamiento. En 2021, no hemos visto el fin de muchas crisis que nos gustaría contar. Muchas se prolongan en el tiempo. Una de las más graves y olvidadas es la del Sahel donde casi 29 millones de personas necesitaba asistencia y protección en abril. En Yemen, el director de la agencia alimentaria de la ONU advirtió hace dos meses que 16 millones de personas en el país “marchaban hacia la inanición”. También alertó que los suministros se tendrían que recortar a menos que llegaran nuevos fondos. Y así ha sido: el PMA ha advertido de que entregará solo la mitad de la ración mínima diaria a las familias desde enero.

En la región etíope de Tigray, los combates han expulsado de sus hogares a cientos de miles de personas. La guerra de Siria ha cumplido diez años, con más de seis millones de personas desplazadas dentro del país y casi el 90% de la población viviendo en la pobreza. En la franja de Gaza sufrió este mayo la peor escalada de violencia desde 2014. Según UNRWA, los bombardeos aéreos israelíes mataron a 256 palestinos (incluidos 66 niños) e hirieron a casi 2.000 más.

Con información de Icíar Gutiérrez.

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