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Uber y BlaBlaCar: la diferencia entre el lucro y el consumo colaborativo

La llegada de Uber a Madrid ha puesto en pie de guerra a los profesionales del taxi. | Europa Press

Elena Lozano Santamaría

“Mejor, más rápido y más barato que un taxi”. Así se vende en su página web Uber, una aplicación que pone en contacto a conductores y viajeros para hacer trayectos dentro de la ciudad y que ha desatado las iras de los taxistas. La empresa, que acaba de aterrizar en Madrid, ya ha sido comparada con BlaBlaCar, una aplicación para compartir gastos en viajes largos que tampoco está exenta de polémica.

La llegada de las aplicaciones móviles, junto con la idea de consumo colaborativo ha revolucionado el sector del transporte, algo de lo que varias empresas han sabido sacar partido. La estadounidense Uber propone un modelo muy polémico. Mediante esta aplicación, sus usuarios pueden pedir un coche dónde y cuándo quieran, y Uber les pone en contacto con algún conductor cercano a su ubicación. Al llegar al destino, la aplicación carga automáticamente el importe en la cuenta del conductor, que está asociada a una tarjeta de crédito. El precio no lo establece el conductor, sino que lo calcula la aplicación en base a la distancia recorrida. La compañía se lleva un 20% en concepto de comisión.

Los conductores que trabajan para Uber no tienen contrato, ni licencia de transporte ni seguro. A priori, tampoco pagan impuestos por esa transacción. También ocurre así en BlaBlaCar, pero la intención de ambas aplicaciones es completamente distinta. “BlaBlaCar es una red social, porque su principal objetivo es conectar personas. No son del todo desconocidos porque conocen los datos que hay en la web, sobre experiencia y gustos. Se crea una comunidad de confianza”, afirma Elsa de la Haza, responsable de comunicación en España.

El objetivo de ambas aplicaciones, por tanto, es distinto. Según De la Haza, son tres las principales diferencias entre Uber y BlaBlaCar. En primer lugar, los usuarios de BlaBlaCar no buscan el lucro, sino que comparten gastos. Por otra parte, los usuarios de esta aplicación van a realizar el viaje sí o sí, mientras que en aplicaciones como Uber el conductor hace el viaje ex profeso para realizar un servicio. Por último, los viajes que se concretan a través de BlaBlaCar son de media o larga distancia, mientras que en Uber son desplazamientos urbanos.

También son diferentes en el tema de los impuestos, muy criticado por los profesionales del transporte. En el caso de Uber, los taxistas le achacan que la suya es una forma muy fácil de competir. “Esta aplicación oferta servicios sin un mínimo de obligaciones normativas, fiscales ni de Seguridad Social”, indica Julio Sanz, presidente de la Federación Profesional del Taxi de Madrid. Explica que los taxistas no pueden bajar sus precios porque tienen que pagar impuestos, mientras que Uber ofrece un servicio similar sin tener que responder a estas obligaciones.

Por su parte, BlaBlaCar defiende que solamente es una plataforma digital, no un sistema de transportes. No ofrece una flota de vehículos ni conductores, como sí hace Uber, aunque no sean profesionales, por lo que no debe pagar sus cuotas de la Seguridad Social ni los conductores deben darse de alta como autónomos.

La regulación en esta materia viene de mano de la Ley de Ordenación del Transporte Terreste (LOTT), una legislación que Uber incumple, según Pedro Mostaza, secretario de la Asociación de Autónomos de Transporte (UNIATRAMC) y responsable del Taxi UGT. “Esta empresa no puede operar porque trabaja con personas no cualificadas y no establece contratos con ellas, ni mercantiles ni laborales. Esto es trabajo colaborativo y no es legal en España”, indica.

“Si les pasa algo, no hay seguro”

Los conductores de Uber pueden vérselas con los tribunales si se cruzan con la policía, como ya pasó en Alemania, donde a uno de ellos se le prohibió seguir trabajando con Uber. Además, según el secretario de UNITRAMC, “esta aplicación no solo perjudica a la actividad de los taxis, sino también a los viajeros y a los conductores, porque si les pasa algo, no hay seguro”.

La clave está en la ambigüedad del término “compartir gastos”, que ni las administraciones saben acotar. El Ministerio de Fomento publicó una nota en la que avisaba de que se multaría con hasta 600 euros a los usuarios de coches compartidos que operen sin licencia. Al día siguiente, aclaró que los viajes compartidos en los que los gastos se comparten no entrarían en esa consideración.

BlaBlaCar ha participado en programas institucionales para fomentar el carpooling, esto es, el modelo de coche compartido que se considera más económico y también más ecológico (es frecuente confundirlo con el carsharing, una modalidad por la que los usuarios alquilan un vehículo por períodos cortos de tiempo, a veces de una hora). Precisamente la semana que ha aterrizado Uber en Madrid, en las marquesinas de la ciudad se podía leer un llamamiento a esta fórmula de colaboración. Sin embargo, el contratar un coche para hacer una ruta determinada no es ecológico ya que no se hubiera hecho en caso contrario.

Los taxistas de varias ciudades, entre ellas Madrid y Barcelona, mantienen un pulso con las autoridades para prohibir la actividad de Uber. Este verano realizaron manifestaciones y paros en un intento de presión a las administraciones, una medida que, según Mostaza, no es fácil que se repita: “La solución tampoco es estar veinte días parados, porque así acrecentamos el espacio para el pirateo. Como mucho haremos protestas puntuales”. Quien debe actuar, en su opinión, es la Administración: “Queremos que se persiga a esa empresa y se ordene el cierre de la aplicación”. De acuerdo está Sanz, de la Federación Profesional del Taxi de Madrid, que avisa de que, si la Administración no reacciona, “nosotros podríamos competir en igualdad de condiciones y dejar de paga el IVA, el IRPF o la cuota de autónomos y caer en la insumisión”.

Más comisiones, pero misma filosofía

En sus inicios, BlaBlaCar funcionaba como una aplicación que ponía en contacto a viajeros con plazas libres en sus coches con otros que querían viajar barato. Para ello, bastaba con que los viajeros intercambiaran sus móviles en un mensaje directo a través de la plataforma: con una llamada o un whatsapp se podía concretar el viaje. El pago se realizaba como los usuarios estimaran oportuno, aunque generalmente se producía al término del viaje.

Sin embargo, este verano la aplicación cambió su funcionamiento. Ahora, el viajero y el conductor solamente pueden comunicarse por comentarios públicos y en el momento en el que se decide el viaje, se paga el precio, que incluye una comisión de servicio que puede variar entre el 10% y el 15%, dependiendo de la antelación con la que se reserve el viaje. Este porcentaje empezó a cobrarse porque la compañía buscaba “un modelo de negocio que permita dar un servicio de calidad y tener viabilidad como empresa”, explica de la Haza.

Otro de los cambios fue obligar a que los usuarios paguen en el momento de la reserva de la plaza de coche, pero el dinero se retiene y solo se entrega al conductor cuando el viaje se ha realizado sin problemas. “Así se garantiza el compromiso de ambos”, cuenta la responsable de comunicación en España de la empresa.

Este nuevo sistema ha provocado que algunos usuarios dejen de utilizar la aplicación, como Inés Milla, profesora de Educación Especial, cuya experiencia con el servicio BlaBlaCar había sido positiva hasta el cambio. “Me resultaba una forma cómoda de viajar, de puerta a puerta y que se adapta a tu horario. Conoces gente, es barato y en cinco minutos concretas el viaje. Con el nuevo sistema, este proceso se ralentiza notablemente y, además, tienes que pagar lo que ya no es compartir gastos... para eso me compro un billete de autobús y pago a la empresa”, afirma.

Alternativas

Uber y BlaBlaCar no son las únicas aplicaciones para viajar barato. Si se quiere evitar la comisión de la primera, existen otras plataformas que funcionan con su antiguo sistema, como Amovens. Esta aplicación, que ha experimentado un crecimiento exponencial en los últimos meses, pone en contacto a conductores con plazas libres en su coche con viajeros en busca de transporte sin cobrar comisiones por el camino. La empresa asegura que entre julio y julio su actividad aumentó un 433%.

La app Uber ha sido censurada en algunas ciudades, como Bruselas y Berlín. Incluso Alemania llegó a prohibir la aplicación en todo el país, pero se retractó después. En cualquier caso, no es el único medio para solicitar un coche mediante una aplicación. MyTaxi o Hailo funcionan como un intermediario entre taxistas y viajeros. A través de la aplicación, los usuarios piden coches y pueden pagar el viaje, como en Uber, pero la diferencia es que solo trabajan con taxistas que tienen licencia.

ACTUALIZACIÓN:

La agencia de comunicación que lleva la cuenta de Uber en España nos hace llegar esta aclaración:

“Todos los conductores de uberPOP deben estar asegurados y en posesión de carnet de conducir antes de ser aceptados en la plataforma. Además de su seguro personal también están cubiertos por un seguro adicional de Uber que cubriría la responsabilidad del conductor en el caso de un accidente durante un trayecto de UberPOP”.

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