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La expropiación de viviendas a grandes empresas se cuela en el debate político alemán

Pancartas y lazos rojos y naranjas que simulan “un incendio” como protesta por los alquileres altos en los edificios de Karl Marx Allee, en Berlín.

Aldo Mas

“No os ocupéis de la política de vivienda, con ese tema no podréis hacer carrera en política”. Ese era el habitual consejo político que recibían los diputados alemanes del Bundestag en los seminarios de formación que les organizan sus respectivos partidos. A Volker Eichener, profesor de política social en la Universidad de Ciencias Aplicadas de Düsseldorf, le hacía esta confidencia en el propio Bundestag un político alemán allá por febrero de 2012.

Eichener estaba allí para dar una charla y alertar a unos 60 diputados “de la posibilidad de que se creara una situación de emergencia por la carestía de vivienda en el país”, según dice a eldiario.es este académico. “Les avisé en mi charla. Todos asintieron con la cabeza y luego se fueron al bufé”, cuenta Eichener.

Durante años, la política urbanística y de vivienda ha sido un tema marginal en Alemania. “No tenemos desde hace años un ministro para la construcción de vivienda”, comenta el profesor de la Universidad de Ciencias Aplicadas de Düsseldorf. Actualmente, en el Ejecutivo alemán, de las cuestiones de construcción de vivienda se ocupa el Ministerio del Interior, que está en manos de Horst Seehofer.

Este político de la Unión Socialcristiana de Baviera (CSU), partido hermanado a la conservadora Unión Cristiano Demócrata (CDU) de Angela Merkel, ha hecho hincapié en las cuestiones de “interior” y “patria”, dos palabras que también lleva el título de su ministerio. Los predecesores de Seehofer tampoco hicieron de la construcción de viviendas una gran prioridad.

“Cuando uno va a la página web del Ministerio del Interior, la política de vivienda figura al final, en la posición menos importante”, señala Eichener. “El ministro del Interior nunca se ha manifestado de forma seria sobre esta cuestión”, añade este profesor universitario.

El pasotismo de los políticos alemanes que denuncia Eichener puede que haya llegado a su fin. Bien es cierto que, por ejemplo, los precios de los alquileres se han convertido en una gran preocupación en ciudades como Berlín. Esa preocupación era un clamor el pasado domingo, cuando se llegaron a contar en la capital 40.000 personas en una gran manifestación contra lo que los convocantes llaman “la locura de los alquileres”. Ese día comenzó oficialmente la recogida de firmas de una iniciativa que aspira a la organización de un referéndum sobre la expropiación a las grandes empresas propietarias de viviendas en Berlín.

El berlinés Rouzbeh Taheri, principal promotor de esta iniciativa ha indicado que, en menos de siete días, lleva ya recogidas 20.000 firmas. A este ritmo no parece difícil que Taheri y compañía sumen el apoyo por escrito del 7% del electorado de la capital, el apoyo que se necesita para que tenga lugar la votación. Tal vez por eso ha subido esta semana el tono del debate sobre la cuestión de la vivienda en Alemania.

Solo los izquierdistas apoyan las expropiaciones

“Las expropiaciones son solo ideas socialistas y no tienen nada que ver con una política cívica”, ha manifestado vehemente Markus Söder, presidente del acaudalado Land de Baviera, en declaraciones al periódico muniqués Münchner Merkur. A una audiencia más amplia se dirigía el presidente del partido ecologista Los Verdes, Robert Habeck, cuando planteaba recientemente a la edición dominical del diario Die Welt que la expropiación era un paso a dar, aunque en situaciones de emergencia, ante la falta de vivienda. Aquí Habeck coincide con la posición del partido izquierdista Die Linke.

Habeck, sin embargo, no ha impuesto su visión a Los Verdes. En su contra ha salido el veterano e influyente Winfried Kretschmann, presidente ecologista de Baden-Wurtemberg, rico Land del suroeste germano. Para Kretschmann, las expropiaciones son un “sinsentido”. Como Kretschmann piensa también la canciller Angela Merkel, quien por boca de su portavoz, Steffen Siebert, decía el lunes que las “expropiaciones no son el medio apropiado para aliviar las urgencias de la carestía de vivienda”.

En el Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD), su presidenta, Andrea Nahles, tampoco ha tardado en pronunciarse sobre las expropiaciones. “Entiendo el enfado con las empresas propietarias de viviendas que quieren sacar hasta el último céntimo de los inquilinos. Pero la expropiación es algo que llevará años y no crea nuevos apartamentos”, ha dejado dicho Nahles a la edición dominical del popular diario Bild.

Defienden en el Ejecutivo de gran coalición que forman cristianodemócratas y socialdemócratas las medidas lanzadas hasta ahora por el Gobierno. Es decir: ayudas por valor de 13.000 millones de euros y tentativas para frenar las subidas de los precios del alquiler. Esas medidas no parecen aliviar la situación del mercado.

El pasado mes de septiembre el Gobierno de Merkel organizó una cumbre para la vivienda. La cita, sin embargo, “no trajo consigo más que anuncios”, según Eichener. “No hay en el panorama político nacional ni un solo político que haya hecho carrera a base de éxitos relacionados con un mejor rendimiento en la construcción de vivienda”, subraya este experto en política social.

“Para el ministro del Interior, por ejemplo, son importantes cuestiones como las fronteras o el número de refugiados que piden asilo, pero la construcción de viviendas no tiene ninguna importancia para él”, abunda el profesor de la Universidad de Ciencias Aplicadas de Düsseldorf.

La mitad de las familias alemanas viven de alquiler

Que salieran 40.000 personas a la calle en Berlín en un día de movilizaciones en el que también hubo manifestaciones en grandes ciudades germanas como Múnich, Fráncfort, Colonia o Dresde da cuenta de la capacidad de movilización que tiene el asunto de la vivienda en Alemania. Se estima que una de cada dos familias vive de alquiler en el país de Angela Merkel.

Entre las familias que alquilan, una de cada seis dedica el 40% de sus ingresos mensuales a pagar el alquiler. En este contexto, crece el apoyo en Berlín a la iniciativa de expropiar a los grandes propietarios. A saber, las firmas que tienen en alquiler más de 3.000 viviendas. Hay encuestas que indican que ese apoyo alcanza actualmente el 54% de la población de la capital alemana.

Como Eichener, muchos expertos insisten en que la única forma de abaratar los alquileres es la construcción de viviendas nuevas. “La situación actual de emergencia no ha ocurrido de repente, se ha gestado poco a poco, porque el rendimiento de la construcción de obra nueva no se ha adecuado a la creciente demanda en las ciudades, especialmente a partir de 2009. En ese año y antes, los alquileres estaban estancados”, según Eichener.

En ciudades como Berlín o Fráncfort, las subidas anuales del precio del alquiler por metro cuadrado son superiores al 10% desde 2012. En la capital rondan ahora el 17%, según datos de la empresa Empirica-Regio, una firma berlinesa especializada en el mercado inmobiliario. “La situación podía haberse evitado, muchos avisamos: expertos, instituciones o asociaciones. Pero los políticos han estado absolutamente pasivos y no reaccionaron”, según el profesor de la Universidad de Ciencias Aplicadas de Düsseldorf. El debate sobre la expropiación está forzando a los profesionales de la política a abandonar esa pasividad.

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