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Lola Market, la app que te hace la compra con 'shoppers' subcontratados para evitar el “lío” laboral de Deliveroo

Imagen promocional de Lola Market sobre sus 'personal shopper'

Laura Olías

Glovo y Deliveroo son las más sonadas, pero hay multitud de plataformas digitales de reparto que están expandiéndose con rapidez en España. Lola Market, dedicada al envío de la compra del súper o el mercado al domicilio del cliente, informó a comienzos de mes de su presencia en 12 ciudades. A los repartidores no les llaman riders sino personal shoppers, aunque tienen varios rasgos en común los que trabajan para estas apps más conocidas. Por ejemplo, son autónomos y la plataforma les asigna los pedidos. Aunque en este caso, explica su fundador, recurren a terceras compañías como intermediarias para esquivar el “lío” laboral abierto en estas empresas digitales de reparto.

Así lo cuenta el CEO y fundador de Lola Market, Luis Pérez del Val, a este medio en una conversación telefónica. “Nosotros realmente contratamos empresas terceras y estos personal shoppers al final contratan con esas compañías”, asegura, momentos después de detallar que los repartidores son autónomos y que Lola Market les da una “formación colectiva” inicial “en el momento del recruiting” (reclutamiento) para “que entiendan un poco cómo funciona el sistema y, a partir de ahí, existe todo un proceso tecnológico en el que ellos ya se apuntan a la plataforma y ya operan con total normalidad”.

Pérez del Val asegura que Lola Market no tiene contratos mercantiles directamente con los repartidores, algo sobre lo que ha sido informado este medio, sino con empresas intermediarias que a su vez firman contratos mercantiles con repartidores autónomos. “Nuestra relación desde luego con las empresas (intermediarias) es mercantil, de empresa a empresa, y hay repartidores que tienen contratados a otros repartidores y ellos se arreglan entre sí”, explica. 

Las compañías con las que trabaja Lola Market son “desde grandes a pequeñas, hay muchas empresas de reparto. Trabajamos con SEUR, Stuart y ese tipo de compañías y con otras más pequeñas, como una que se llama Cometa”, afirma su responsable. El perfil de estos personal shopper repite el de los mensajeros de otras plataformas digitales: generalmente hombres y muchos de ellos, migrantes.

Si se atiende al contenido de la página web de Lola Market, no existe esa idea de distancia entre la plataforma y los mensajeros. “Nuestros Shoppers hacen la compra por ti y te la llevan a casa en una hora o cuando tú elijas”, informa, además de destacar que los shoppers son “personas de tu ciudad formadas por Lola Market que harán tu compra como si fuera la suya”.

El apartado de preguntas frecuentes recoge que “en Lola Market siempre estamos buscando nuevos candidatos/as para Shopper. Incluso si aún no damos servicio en tu ciudad te recomendamos que rellenes la solicitud”. Una solicitud que tiene un logo de Lola Market en su interior.

El “lío” laboral con los mensajeros

A las preguntas sobre si le preocupa a Lola Market el debate laboral acerca de si los repartidores de plataformas son autónomos o asalariados –ante los casos más conocidos de Glovo y Deliveroo en los tribunales y con Inspección de Trabajo–, Luis Pérez del Val reconoce que esa inquietud es la que ha motivado que recurran a las compañías intermediarias: “Efectivamente, por eso solemos tratar de trabajar con empresas para evitar meternos en el lío”.

Y ¿puede haber repartidores asalariados de estas subcontratas o siempre trabajan como autónomos? “Es que depende de ellos, yo ya no me hago más derivadas. Contrato con estas compañías y ellas cómo lo tengan es otro cantar”, responde el creador de Lola Market. El empresario afirma que hay un precio fijo por pedido para los mensajeros, de “unos nueve euros de media”. 

Luis Pérez del Val cree que en España debería haber una regulación que trate el tema de los repartidores de plataformas digitales, “como el autónomo digital en Francia”, porque en su opinión actualmente existe un “vacío legal”: “La economía evoluciona muy rápido y es importante que se legisle igualmente rápido”.

Por el momento, el mayor juicio sobre el modelo laboral de Deliveroo que ya ha quedado resuelto (de la Seguridad Social contra la compañía en Valencia) estimó que los repartidores son falsos autónomos. En el caso de Glovo, que solo tiene sentencias individuales, tiene resoluciones del lado de la relación laboral, pero también que avalan el modelo de autónomos

¿Estos shoppers son autónomos reales?

shoppersLos expertos en Derecho del Trabajo y plataformas digitales contactados por este medio, Anna Ginès i Fabrellas y Adrián Todolí, explican que para determinar si existe o no una relación laboral entre estos repartidores y Lola Market habría que conocer a fondo cómo es el contrato entre las partes y el funcionamiento diario de la actividad y de la propia aplicación.

Sin embargo, ambos especialistas reconocen que, de la información facilitada por el responsable de Lola Market a este medio y el contenido de su página web, hay algunos “indicios de laboralidad” que podrían ser estudiados.

En la investigación de Ginès sobre plataformas digitales, la profesora de ESADE destaca sobre todo “dos elementos importantes” a la hora de concluir si los trabajadores son autónomos o asalariados. Por un lado, si la plataforma interviene o no en la asignación de pedidos: “Una plataforma puede actuar como verdadera empresa tecnológica, que ofrece la intermediación, si no interviene en la asignación oferta y demanda. Para que los usuarios contacten entre ellos libremente”.

En su opinión, cuando es la empresa la que asigna los pedidos a través de un algoritmo, diseñado por ella misma según sus intereses, “para mí es un indicio de subordinación, porque gestiona el trabajo, algo propio de los empleadores”.

Por otro lado, la especialista considera fundamental “concretar las condiciones del servicio. Cómo se dan estas prestaciones, cuándo se paga, cómo son los acuerdos comerciales con los lugares a los que pueden ir a comprar…”. En este sentido, habría que analizar si los shoppers tienen capacidad de negociar los precios de prestación del servicio, por ejemplo, y cómo son los acuerdos de Lola Market con los supermercados.

El director ejecutivo de Lola Market sostiene que la relación con los supermercados es diferente según los acuerdos alcanzados. Por ejemplo, Lidl y Dia pagan a Lola Market una comisión por cada cesta de productos que compran los clientes a través de su aplicación. En otros supermercados, como Mercadona, Pérez del Val afirma que no abona esa comisión, por lo que sus productos tienen un recargo a los clientes, para que Lola Market obtenga beneficio. 

En los intercambios entre la aplicación y los supermercados no solo se negocia con dinero, también con datos. “Les damos una información valiosísima sobre las conductas de consumo, les aportamos unos datos extraordinarios, que les son muy difíciles de captar. Incluso muchas veces, estamos desarrollando funcionalidades que les permiten a ellos ver cuándo se han quedado sin stock o qué productos demanda el cliente que ellos no tienen en su catálogo”, cuenta Pérez del Val. 

Adrián Todolí destaca otros dos rasgos de la prestación del servicio en Lola Market que considera que podrían ser indicios de que existe una relación laboral: la formación de los mensajeros que corre a cargo de Lola Market y la “ajenidad en la marca”; es decir, que Lola Market difunde el servicio de reparto como propio y utiliza a los mensajeros para promocionarse ante los clientes (“nuestros shoppers”), de modo que los consumidores no contratan con María o Carlos, sino con Lola Market para que le lleve la compra a casa.

Posible riesgo de cesión ilegal de trabajadores

Ambos profesores de Derecho del Trabajo indican además, sobre la participación de empresas intermediarias para contratar a los shoppers, que detectan un posible riesgo de cesión ilegal de trabajadores. 

El Estatuto de los Trabajadores desarrolla en su artículo 43 las circunstancias en las que se incurre en una cesión ilegal. Por ejemplo, cuando el contrato de servicios entre dos empresas tiene por objetivo la mera puesta a disposición de los empleados de una compañía a otra; es decir, una persona está contratada por la empresa A pero solo para que trabaje en realidad en la empresa B. También cuando la empresa que cede al trabajador carece de “una actividad o de una organización propia y estable”, no cuenta “con los medios necesarios para el desarrollo de su actividad” o no ejerce “las funciones inherentes a su condición de empresario”.

En cualquier caso, recuerda Adrián Todolí, habría que analizar en profundidad el caso y, si se concluye que existe esa cesión ilegal, sería necesario un paso previo. En primer lugar, “declarar la laboralidad sobre su empresa principal –Stuart o la que fuera– y luego la cesión ilegal sobre Lola Market”.

Una de las preguntas frecuentes a propósito de las plataformas digitales es si estas empresas serían rentables en caso de contratar a los mensajeros que cumplen con los repartos. En Lola Market, ¿han pensado contratar a los shoppers empleados? “Es que depende del modelo. En principio el modelo es el que tenemos está muy bien diseñado y estamos encantados con él. Plantearnos nos podemos plantear de todo, pero, vamos, que estamos encantados con este modelo”, responde el fundador de la compañía. 

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