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La plantilla trata de salvar las piruletas y los 'fresquitos' del fabricante de caramelos Fiesta

Una piruleta de Fiesta rota / A. Navarro

Antonio M. Vélez

Se acabó la fiesta... o no. El administrador concursal y la plantilla de Fiesta buscan vías para evitar el cierre del emblemático fabricante de caramelos, abocado a la liquidación tras renunciar sus propietarios, la familia Mayoral, a continuar con el proyecto una vez incumplido el convenio que alcanzaron con sus acreedores en febrero del año pasado.

Fuentes del comité de empresa de Fiesta, que concentra su actividad productiva en Alcalá de Henares (Madrid), explican que el administrador concursal, Francisco Vera, y los representantes de los trabajadores negocian estos días distintas medidas de ajuste de cara a una posterior venta al mejor postor que garantizaría la continuidad y evitaría el cierre de una firma con casi cincuenta años de historia.

Las medidas que se plantean, supeditadas al mantenimiento de la actividad productiva por parte del eventual comprador, son unos 16 despidos, la eliminación de tiempo de descanso para elevar la productividad y la supresión de un plus voluntario para la plantilla para reducir sueldos.

Esas fuentes explican que en la empresa conocían desde julio la decisión de ir a liquidación y destacan que se trata de una compañía “solvente”, con una facturación de unos 20 millones de euros anuales, que ha estado penalizada por una gestión “muy patriarcal”. Añaden que hay “varios inversores interesados”.

Entretanto, la empresa, que tiene unos 140 empleados y desde su fábrica de Alcalá de Henares (Madrid) produce y distribuye productos tan populares como el caramelo con palo relleno de chicle Kojak, sus famosas piruletas (término acuñado por la empresa y aceptado por la RAE) y el Fresquito, sigue operando con normalidad: “Estamos trabajando, pidiendo materiales a proveedores y haciendo nuevos pedidos”, ha explicado este martes un trabajador de Fiesta, con la que no ha sido posible contactar oficialmente.

Este martes, cuando se publicó en el BOE la liquidación de la compañía, el administrador concursal y los representantes de los trabajadores mantenían una nueva reunión para analizar las distintas alternativas de recorte de gastos.

Los propietarios, la familia Mayoral (de origen venezolano) han decidido no seguir adelante con un proyecto empresarial cuyas dificultades atribuía en 2010 el entonces director general, Pedro Antonio Mayoral Farkas, a su esfuerzo de expansión internacional: “Estamos creciendo más en exportación, que como se sabe necesita más financiación”, decía.

“Nos ha pillado la crisis en plena expansión por Italia y Alemania, para lo que todavía necesitamos mucha inversión”, aseguró Mayoral, que hacía hincapié en la desaparición de “casi un 10%” de sus puntos de venta, “unos 5.000 de nuestros clientes directos”.

El directivo aparecía hasta junio del año pasado como uno de los administradores de la empresa suiza FIG Industries, constituida en junio de 2008 con un capital de 100.000 francos suizos y un objeto social similar al de Fiesta, empresa que según fuentes sindicales no tiene ninguna actividad en ese país helvético.

La empresa va a ir a liquidación a petición propia ante la imposibilidad de cumplir el convenio de acreedores aprobado, según ha acordado el Juzgado de lo Mercantil número 4 de Madrid con fecha 22 de septiembre. Con esta decisión, se deja sin efecto la fase de convenio, se abre la fase de liquidación del concurso y se suspenden las facultades de administración y disposición de Fiesta sobre su patrimonio, que han quedado en manos del administrador.

Fiesta entró en concurso voluntario de acreedores en diciembre de 2011 y consiguió darle la vuelta a esa situación (algo que sólo sucede en el 1% de los casos) en febrero del año pasado, cuando ese juzgado madrileño dictó la aprobación de la propuesta anticipada de convenio formulada a sus acreedores por Fiesta, S. A. (su fábrica de golosinas) y Fiestasa, S. L., compañía a través de la cual realiza la distribución de sus productos.

Antes de presentar concurso, la empresa puso en marcha un Expediente de Regulación de Empleo (ERE) temporal para cerca de un centenar de trabajadores que no evitó la suspensión de pagos. Entonces, su facturación rondaba los 30 millones y exportaba a cerca de 25 países.

En enero de 2012 su director general recordaba que Fiesta ya vivió una situación similar en 1983, cuando también suspendió pagos: “Estábamos vendiendo en alimentación con altos costes financieros y también habíamos realizado inversiones importantísimas”. “Fuimos capaces de salir”, recordaba Mayoral, “con total seriedad y compromiso” con sus proveedores.

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