¿Por qué las previsiones económicas se han equivocado a la baja en los últimos años?

La economía española creció un 2,5% en 2023, superando todas las expectativas y liderando a las economías avanzadas. A principios del año pasado, la CEOE esperaba que la actividad en nuestro país apenas avanzara un 0,8%, la estimación del Fondo Monetario Internacional (FMI) se quedaba en el 1,2% y la del Banco de España apenas se elevaba al 1,3%, en línea con la media del resto de instituciones y 'thinks tanks' (centros de análisis), según los datos que recoge el panel de predicciones de Funcas.

Ni siquiera la perspectiva más optimista, la del Gobierno, que se alzaba hasta el 2,1%, acertó con el destacado comportamiento de la economía en el marco de una eurozona en plena desaceleración por el daño de la inflación, por el agotamiento de la recuperación tras el shock de la COVID y por las amenazas geopolíticas, sobre todo la guerra de Ucrania y, después, la masacre de Gaza. De hecho, el PIB de Alemania acabó contrayéndose un 0,3% el año pasado.

La de 2023 fue la segunda gran sorpresa positiva de la economía de España desde la pandemia. En 2022, superó todas las visiones catastrofistas con un crecimiento del PIB (Producto Interior Bruto) del 5,8%, después de que la invasión rusa de Ucrania exacerbara la crisis de precios, que venía escalando desde 2021, a dimensiones no conocidas desde la crisis del petróleo de 1973.

A mitad de 2022, la expectativa del Banco de España era del 4,1%. La de la Comisión Europea, del 4%. Mientras, la más pesimista, del 3,7%, la firmaba el equipo de economistas de Repsol. Las rebajas de las expectativas eran la norma desde marzo. Y algunas voces advertían de una recesión.

Incluso el Gobierno, que empezó el ejercicio en el 7%, había recortado su estimación al 4,3%, lo que negaba que el PIB de nuestro país se recuperara completamente del histórico golpe de la COVID hasta 2023, o incluso más tarde. Finalmente, el PIB volvió al nivel de 2019 en el mismo 2022, lo que no se supo hasta que el INE revisó sus cálculos en septiembre del año pasado.

Estas desviaciones generalizadas de las previsiones con la realidad de la economía española levantan inevitablemente una pregunta: ¿por qué las previsiones económicas se han equivocado a la baja en los últimos años?

La primera respuesta es que, sin duda, se han vivido tiempos extraordinarios. “El mayor valor de las previsiones es explicar qué contienen y qué asumen, no tanto acertar el numerito exacto (aunque también importa y obviamente todos sacamos pecho). Acertar por los motivos erróneos no aporta ningún valor analítico”, explica Ángel Talavera, economista jefe para Europa de Oxford Economics, quien participa en el consenso de expertos que reúne el panel de Funcas.

Algunas estimaciones excesivamente pesimistas han generado dudas sobre la existencia de intenciones políticas que buscaran la profecía autocumplida para favorecer un cambio de Gobierno. Ángel Talavera ofrece el otro reverso: “Las proyecciones del Ejecutivo suelen ser de las más optimistas por razones obvias. Si el crecimiento sorprende al alza, aciertan; si no, se equivocan, como pasó en 2021 y 2022, cuando el consenso estuvo más cerca del resultado final”.

“Yo soy panelista del consenso de Funcas y puedo asegurar que no tengo ningún incentivo en poner un número alto o bajo, mi único objetivo es dar la visión que creo más probable en cada momento. No puedo hablar por los demás, pero imagino que es igual en la mayoría”, añade este coyunturalista, como se conoce a este tipo de economistas.

Las revisiones del INE, la bajada de la inflación, el gasto público y la fortaleza del mercado laboral

Se pueden escoger las expectativas del Banco de España como referencia, por tratarse de uno de los centros de análisis con más recursos. El director general de Economía y Estadística de la institución, Ángel Gavilán, presenta cada trimestre la actualización de las previsiones de crecimiento económico y justifica cada décima que suben o bajan.

En marzo de 2023, desde el 1,3% pronosticado inicialmente para ese mismo año, sumó tres décimas por la actualización al alza de los cálculos de la Contabilidad Nacional del INE y otra décima por el mejor comportamiento del sector exterior (exportaciones y turismo), y restó una décima por el mayor daño de las subidas de los tipos de interés del BCE a las familias y a las empresas. Es decir, dejó la proyección en el 1,6%.

En junio, incorporó las nuevas revisiones del INE y volvió a sumar cinco décimas. Otras tres décimas las añadió por la resistencia del consumo de las familias gracias a la fortaleza del mercado laboral y a la bajada de la inflación (más rápida de lo que se podía esperar) y, de nuevo, al buen comportamiento del sector exterior. Asimismo, quitó una décima por el impacto de los tipos de interés. Ya entonces llegó al 2,3%, muy cerca del 2,5% que creció el PIB al cierre del ejercicio.

Tanto en 2021 y en 2022, como en 2023, en la economía de España han operado grandes incertidumbres en combinación con cambios estructurales y unas respuestas a las crisis de la COVID y de inflación inéditas (más sociales, con medidas de protección de rentas, que han sido posibles por la capacidad para gastar y para endeudarse del Estado y por el Plan de Recuperación financiado por la UE). Unas circunstancias que han dificultado los ejercicios de previsiones.

La salida de la pandemia no se pudo confirmar hasta bien entrado 2022 y la explosión del turismo y del sector exterior no ha dejado de estar cuestionada por la inflación y por la debilidad de los principales socios comerciales. En cambio, la moderación de las subidas de precios ha sido más rápida de lo esperado, principalmente de la energía. Por un lado, esto ha favorecido la competitividad de las empresas. Por otro, ha permitido a las familias recuperar poder adquisitivo. Mientras, la actividad en nuestro país se ha transformado, con menos dependencia de la construcción y más peso de sectores con mayor valor añadido. Por último, ha resaltado la fortaleza del mercado de trabajo tras la reforma laboral.

El “mayor conocimiento” del Gobierno

En el 2,1% se había situado el Gobierno mucho antes que el Banco de España llegara al 2,3% para 2023. El secretario de Estado de Economía y Apoyo a la Empresa, Israel Arroyo, preguntado por ello este martes, efectivamente sacó pecho: “Las diferencias [en las proyecciones] dependen de muchas cosas. En este Ministerio [el de Economía, Comercio y Empresa] se tienen buenos modelos [de predicción], pero buenos modelos hay en muchos sitios, pero lo que se tiene es una sensibilidad y un conocimiento profundo de la economía española mayor del que tienen, por ejemplo, los organismo internacionales”.

Según argumentó Israel Arroyo, “estas instituciones, por otra parte, tienen otras ventajas, como es una información más rica sobre muchos países y seguramente tienen por eso una ventaja comparativa en la modelización [de las proyecciones]. Sin embargo, en cuanto a conocimiento profundo de la economía española, y en cuanto a saber dónde están los elementos claves, aquí hay una mejor 'tecnología', si me permiten decirlo así”.

Otra vez, para 2024, el Gobierno tiene la expectativa más positiva de todas. “No tenemos motivos para revisar la previsión de un crecimiento del 2% para este año. No tendría mucho sentido que por un trimestre [el cuarto de 2023 fue más positivo de lo esperado] cambiáramos la previsión del ejercicio. Si empezáramos a ver una acumulación de datos que nos llevaran a eso, pues estaríamos abiertos a revisarla”, agregó el nuevo secretario de Estado. “Lo mejor que puede hacer todo el mundo es confiar en el 2% que el Ministerio de Economía ha estimado para el año 2024”, concluyó.