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Reducir la jornada laboral, la reforma pendiente de Yolanda Díaz atravesada por la semana de cuatro días

Una operaria trabaja en el Seat León, en la cadena de montaje de la empresa automovilística en Martorell (Barcelona), en una fotografía de archivo.

Laura Olías

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Ha pasado más de un siglo desde que España se situara como pionera en el tablero internacional por la batalla de los trabajadores de La Canadiense, que lograron la jornada de ocho horas diarias. Más de cien años después, esta sigue siendo la referencia del horario de trabajo a tiempo completo, aunque puede que no por mucho tiempo. El debate para trabajar menos horas se ha abierto camino, tanto en España como a nivel internacional, y la responsable del Ministerio de Trabajo, Yolanda Díaz, se ha mostrado favorable a legislar al respecto. La clave será en qué sentido, con múltiples opciones y en un momento en el que la semana laboral de cuatro días está ganando peso y popularidad en varios países.

“Estamos ante el mismo debate que se tuvo hace más de 100 años. Primero, se preguntaban que cómo iban a estar los trabajadores un día sin trabajar. Luego, que cómo iban a librar dos días. Y después, que cómo iba a haber 30 días de vacaciones”, afirma Fernando Luján, vicesecretario general de Política Sindical de UGT, que defiende desde hace años la semana laboral de cuatro días sin reducción de salario para hacer frente a procesos como la digitalización y automatización. Los cuatro días de trabajo y tres de descanso serían “la regla general”, apuesta Luján, aunque con posibilidad de negociar sectorialmente si hubiera necesidad de acordar excepciones.

También con la mirada en la transformación tecnológica, en CCOO se sitúan en la necesidad de reducir por ley la “jornada global de trabajo” por debajo de las 40 semanales actuales, desde una lógica de “reparto del trabajo”, explica Maricruz Vicente, secretaria de Acción Sindical y Empleo. Pero en cuanto a la distribución de esas horas, el sindicato no se inclina necesariamente por la semana de cuatro días, sino que considera que es un tema a abordar “en la negociación sectorial y dentro de las empresas”. Como mal ejemplo, Vicente señala iniciativas como la de Bélgica, que concentran la semana laboral en cuatro días pero sin reducción de horas, lo que lleva a jornadas de trabajo aún más largas.

Las nuevas tecnologías, que en ocasiones requieren de menos trabajadores para algunos procesos productivos, así como el aumento de la productividad y la brecha cada vez mayor entre las rentas del capital y los salarios de las plantillas son algunos de los factores que están situando sobre la mesa propuestas hacia la reducción de la jornada de trabajo.

También con motivo de la salud mental y el bienestar de los trabajadores, como destacaba el reciente estudio del comité de expertos creado por el Ministerio de Trabajo y la OIT en un reciente informe, que sitúa también en el centro la necesidad de conciliar la vida personal, familiar y laboral.

“La reducción de las horas de trabajo y la organización más flexible del tiempo de trabajo, como las aplicadas durante la crisis de la COVID-19, pueden beneficiar las economías, las empresas y los trabajadores y sientan las bases para un mejor y más saludable equilibrio entre el trabajo y la vida privada”, recogía la agencia de la ONU centrada en el mundo del trabajo.

Reforma anunciada: reducir horas y más flexibilidad

Desde el inicio de su mandato, antes de la pandemia, Yolanda Díaz situó en su hoja de ruta una legislación que revisara la jornada laboral. En un primer momento, con el nombre de 'Ley de Trabajo Corresponsable', la responsable de Trabajo se refería sobre todo a la necesidad de aumentar la flexibilidad horaria en favor de los trabajadores, no solo de las empresas, así como la disponibilidad de más permisos para cuidar a familiares y convivientes, así como para la formación.

Comenzaba a abrirse paso el debate sobre la semana laboral de cuatro días, que en el Parlamento ha contado con el empuje de Más País, que la ha situado como una de sus banderas. “Es increíble cómo está avanzando de rápido este tema, hace tres años nadie daba un duro por nosotras y cada vez está calando más”, explica María Álvarez, empresaria y una de las promotoras de 4 Day Week en España, que forma parte de la plataforma internacional que aboga por esta nueva organización del trabajo y que impulsa proyectos pilotos como los que se están llevando a cabo en Reino Unido, en España y otros países.

En un inicio, la vicepresidenta Yolanda Díaz mostraba más recelos que simpatías por esta iniciativa, que veía demasiado “rígida”, e insistía en avanzar hacia la flexibilidad de las horas de trabajo en favor de los empleados. Sin embargo, en estos últimos años la responsable de Trabajo ha ido modulando su discurso. “España sigue teniendo una jornada laboral de ocho horas como hace un siglo. Ha llegado el momento de reducir la jornada laboral”, afirmaba recientemente en un acto de Sumar.

Junto a la reducción del tiempo de trabajo, y sin adherirse expresamente a la semana de cuatro días laborables, Yolanda Díaz sigue poniendo en primer término la “flexibilidad” en favor de las personas trabajadoras, así como una mejor distribución del tiempo para poder conciliar. Esta última medida tiene un importante frente –y aún abierto– en la ley de familias. La regulación, dependiente del Ministerio de Derechos Sociales, incluyó permisos parentales de ocho semanas para los padres de hijos de hasta ocho años, pero sin remunerar. Tras las quejas de sindicatos y el dictamen del Consejo de Estado, en la parte de Unidas Podemos del Gobierno han anunciado que el Ejecutivo trabaja para incluir su retribución a través del trámite parlamentario, que debe estar vigente antes de agosto de 2024.

Legislación aún por concretar y más de largo plazo

Con la gestión de la pandemia y la reforma laboral, el equipo de Yolanda Díaz situó la revisión del marco legal sobre la jornada laboral más a largo plazo, en lo que han pasado a denominar una 'Ley de usos del tiempo' y también en el nuevo Estatuto de los Trabajadores del Siglo XXI, con vistas principalmente a la próxima legislatura. De momento, en el Ministerio han afirmado que trabajan en un texto legal desde hace tiempo, pero la reforma aún está incipiente, sin que se haya abierto siquiera una mesa de diálogo social para afrontar este tema.

“Es una norma muy compleja, que está requiriendo de mucho debate y que está contando con las consultas y los informes de personas expertas”, responden en el Ministerio de Trabajo. “Su redacción está bastante avanzada y la intención es enviarla lo antes posible para su tramitación parlamentaria”, aunque reconocen que “hay que contar con la incertidumbre de los tiempos parlamentarios” a meses de que concluya la legislatura.

“El planteamiento en torno a la jornada laboral no debe reducirse a aspectos meramente cuantitativos sino que son tanto o más importantes los cualitativos y que los términos en los que se desarrolle no partan de criterios unilaterales de las empresas”, insisten desde el Ministerio de Díaz.

En cuanto a la semana laboral de cuatro días, el Gobierno ha dado un paso para impulsarla, pactado con Más País en los Presupuestos, con un proyecto piloto del Ministerio de Industria para empresas de menos de 250 trabajadores. También hay ciudades y comunidades que están implantando los suyos, como la Comunidad Valenciana y Euskadi, además del anuncio a futuro de Baleares.

A tenor de las declaraciones de Yolanda Díaz, las de los sindicatos y los recelos de la patronal, que suele criticar las iniciativas para trabajar menos y la semana de cuatro días como medidas “electoralistas”, se prevé que la negociación dé lugar a un largo y complejo debate. “Los empresarios tienen una cultura del presentismo. Hay quien ha tardado mucho en asumir, y no sé si lo ha hecho del todo, que el tener una persona en el puesto de trabajo 12 horas en realidad no le da ningún beneficio, no es productivo”, apunta Fernando Luján (UGT).

En CCOO, Maricruz Vicente destaca que la reducción de jornada es un tema “muy complejo” de sacar adelante en las negociaciones de los convenios colectivos, con muchas resistencias patronales. Por ello, en los sindicatos consideran necesario que esta reducción horaria venga establecida por ley para todos los empleados, para no generar así diferencias ni desigualdades entre unas plantillas y otras según su capacidad y fuerza de negociación.

En 4 Day Week España, María Álvarez defiende los cuatro días de trabajo a la semana también desde una lógica de “innovación empresarial”, con más presencia de la digitalización y las nuevas tecnologías, que cree compatible con todos los sectores. Álvarez, por ejemplo, ha implantado esta jornada en la hostelería, en La Francachela en Madrid. “Este tipo de instrumentos como la reducción drástica de jornada es una palanca para la transformación”, considera.

María Álvarez espera que la futura reforma “abra por fin el melón” de la necesidad de trabajar menos y cree que repartir menos horas de trabajo en la habitual semana de cinco días o regular fórmulas que solo incidan en dar una mayor flexibilidad pueden ser “poco transformadoras”, sin apenas cambios reales.

La empresaria incide en que hay que avanzar hacia un reparto del trabajo, y de los beneficios empresariales que está provocando ya la mayor productividad, y cree que centrarse solo en una mayor flexibilidad puede instalar el mensaje de que “esto es un problema de la conciliación, un problema de organización de la gente”, que considera erróneo y que puede perjudicar a las mujeres, defiende la portavoz de 4 Day Week España.

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