De 300 años a ocho semanas: la diferencia entre lo que tarda en degradarse tu mascarilla y una compostable
“No podemos proteger la salud humana sin un medioambiente saludable. Los cientos de miles de millones de mascarillas y guantes de plástico desechables que estamos usando tienen un coste enorme”, alertaba Julio Barea, responsable de la campaña de residuos de Greenpeace, ya el año pasado poco después del confinamiento.
Desde entonces, en la ONG ecologista aseguran que “no han salido más datos”, pero es fácil deducir que, si por julio de 2020, los expertos hablaban de cientos de miles de millones, a estas alturas de la pandemia, podemos calcular cientos de miles de toneladas de mascarillas que acaban con el sustrato marino, siendo engullidas por los propios habitantes de nuestros mares, y que se diseminan por océanos ya de por sí muy perjudicados por el petróleo y los químicos no reciclables.
Y lo peor es que una mascarilla quirúrgica normal puede tardar cientos de años en degradarse, con lo cual acabarán sí o sí en nuestra dieta en forma de micropartículas esparcidas por todo el planeta en la cadena alimenticia.
Es más, las mascarillas no compostables conllevan riesgos como la liberación de toxinas hacia el medioambiente durante la quema a cielo abierto o la incineración de estos residuos. Es decir, generan un efecto invernadero al producir dióxido de carbono, debido a las composiciones plásticas derivadas del petróleo.
Así lo confirma Saulo Delfino Barboza, profesor asociado del Programa de Salud y Educación de la Universidad de Ribeirao Preto, en Brasil: “los materiales plásticos de un solo uso están contaminando nuestro aire, agua y suelo y, por lo tanto, perjudicando nuestra salud. Liberarse de los plásticos de un solo uso es ahora una cuestión de salud pública”.
Es decir, nuestra salubridad depende de la preservación de los recursos naturales de la Tierra. Por eso recordaba Barea que “necesitamos protegernos de la COVID pero de manera que no nos ponga en peligro frente a otras enfermedades graves en el futuro”.
La responsabilidad de aportar innovando
Por todo ello, desde el principio de la pandemia, surgió la preocupación por parte de algunos emprendedores por conseguir dar con elementos de protección infalibles que combinaran el desarrollo tecnológico seguro con la ecosostenibilidad.
Como es el caso de la compañía Mascarillas Bejar, que, tras demostrar la eficacia de sus mascarillas de PET ecosostenibles y biodegradables, ergonómicas y transparentes, sigue empeñada en liderar la revolución compostable con sus innovadoras mascarillas eco.
Tras numerosas investigaciones en sus instalaciones a lo largo de este largo año y medio, gracias a las cuales han ido evolucionando desde las mascarillas Nan300 hasta las OLIV, ahora han avanzado hasta crear estas compostables. “Son las únicas que no contaminan y permiten evitar que sigamos dejando nuestra huella sobre el planeta”, explican desde la empresa.
¿Cómo lo han logrado?
En primer lugar, utilizando material biodegradable PLA, proveniente del maíz, la yuca o la patata, que es el componente con el que fabrican el spunbond, una ‘tela no tejida’ con diversas aplicaciones cuya principal ventaja es que es desechable.
En segundo lugar, utilizando el filtro BFE (Eficiencia de Filtración de Bacterias), que cubren el interior de la mascarilla compostable con el material Electrospun, nanofibra basada en la proteína verde de la soja, .
En tercer lugar, fabrican las mascarillas certificadas y homologadas con elásticos también realizados en PLA (gomas de sujeción) e incluso con alambres biodegradables.
De tal modo que la mascarilla Bejar en su conjunto se descompone en compost en ocho semanas. A diferencia de las más comercializadas durante esta pandemia, que hallamos constantemente olvidadas por jardines, playas y bosques y tardará siglos en degradarse, con el consecuente riesgo de afectar a la fauna y flora de los diferentes ecosistemas.
La campaña #revolucióncompostable
Así que, si te preocupa el estado en el que esta crisis sanitaria ha terminado de dejar el medioambiente y cuidas tu entorno natural como si fuera tu propia casa; si lamentas el mundo que les va a quedar a tus hijos con una naturaleza infestada por nuestra basura; si crees que cada acción individual suma para garantizar el futuro del planeta y el de la propia Humanidad; quizá te interese indagar más sobre esta revolución compostable y unirte al lema #YoUsoCompost, para comprobar que no eres una rara avis e incluso hay compañías que demuestran la misma responsabilidad compartida.