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Celiaquía, el problema con el gluten que no entiende de edad

Varias barras de pan.

Mercè Palau

El gluten es una proteína que está presente en la semilla de cereales como el trigo, la espelta, la cebada o derivados. En las personas con enfermedad celíaca, el hecho de ingerir esta proteína desencadena una reacción anormal del sistema inmunológico y provoca una lesión en el intestino delgado que afecta su capacidad para absorber los nutrientes de los alimentos que se ingieren (proteínas, grasas, sales minerales, carbohidratos y vitaminas). 

Esta enfermedad autoinmune y crónica, que no debe confundirse ni con una alergia ni con una intolerancia, afecta a un 1% de los europeos, sobre todo mujeres, según la Asociación de Sociedad Celíacas Europeas (AEOECS), lo que supone más de siete millones de personas. Según los mismos datos, solo un 25% de las personas con celiaquía reciben un diagnóstico. 

El desafío del diagnóstico de la celiaquía en adultos

Hasta hace poco se creía que la enfermedad celíaca afectaba sobre todo a jóvenes y niños. Sin embargo, en los últimos años se ha visto que también afecta a personas mayores. En concreto, el 70% de los diagnósticos de celiaquía se produce en mayores de 20 años y el 20% en mayores de 60 años, según datos que se han ofrecido en el 5º Encuentro con Pacientes Celíacos que la Asociación de Celíacos y Sensibles al Gluten y la Fundación Jiménez Díaz, primer hospital del mundo que recibe el EFQM Global Award, premio a la Excelencia en Gestión de mayor prestigio internacional, han celebrado recientemente.

Estos datos, que coinciden con estudios epidemiológicos, confirman que una parte importante de los diagnósticos se realizan a partir de los 50 años. Nos dicen también que la enfermedad celíaca puede persistir durante muchos años antes del diagnóstico. 

“Los pacientes pasan años con síntomas antes de tener un diagnóstico”, asegura el Doctor Sergio Farrais, médico adjunto del Servicio de Aparato Digestivo de la Fundación Jiménez Díaz, y “hasta un 36% de los celíacos adultos son diagnosticados antes con un trastorno funcional digestivo como el síndrome de intestino irritable”. 

Uno de los problemas es que esta enfermedad no siempre es fácil de diagnosticar porque, entre otras causas, no existe una sola prueba específica que sirva por sí sola para hacerlo. Es necesario realizar varias para llegar al diagnóstico final. Y, uno de los aspectos más importantes, estas deben realizarse siempre con una dieta con gluten porque, si se retira antes, es muy difícil llegar al diagnóstico.

A esta dificultad se le une el hecho de que es un trastorno multisistémico, es decir, los síntomas pueden afectar a cualquier parte del cuerpo y diferir entre personas en términos de tipo y gravedad. Entre los más comunes están diarrea, anemia ferropénica, elevación de transaminasas, osteoporosis o abortos de repetición.

El aumento de la prevalencia de la enfermedad celíaca en personas mayores no solo responde a diagnósticos tardíos sino también al hecho de que esta puede aparecer ya en la edad adulta. Es importante, como reconoce Farrais, hacer un estudio a los familiares de primer grado de pacientes celíacos porque tienen “entre 10 y 20 veces más probabilidades de desarrollar la enfermedad que el resto de personas”.

En niños, los síntomas pueden llegar a incluir desde dolor de cabeza, a talla baja, trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH), retraso psicomotor, anemia, aftas orales, aumento de las enzimas hepáticas o alteraciones del esmalte dental, admite la Doctora Miriam Blanco, médico adjunto del Servicio de Pediatría en la Fundación Jiménez Díaz. 

Eliminar el gluten de la dieta, el único tratamiento

La enfermedad celíaca no se cura. Esto no significa que no se puedan controlar los síntomas de manera efectiva siguiendo una estricta dieta libre de gluten y eliminando cualquier producto que contenga trigo, cebada, centeno o derivados.

Cristina López, nutricionista de la Asociación de Celíacos y Sensibles al Gluten, destaca la importancia de optar por “alimentos frescos y naturales”. Productos básicos como la carne, el pescado, los huevos, las verduras, las frutas y la leche son libres de gluten. En el caso alimentos que pueden llevar gluten o los que se usan como sustitutos de alimentos que normalmente lo llevan, debe mirarse la etiqueta. 

“Sin gluten” indica que el producto no contiene gluten  y la espiga barrada es el símbolo internacional sin gluten y solo puede usarse en productos que no contienen más de 20 mg/kg de gluten, según la Sociedad  Española de Gastroenterología, Hepatología y Nutrición Pediátrica (SEGHNP).

En general, los síntomas como náuseas o diarrea desaparecen en unas pocas semanas, aunque el tiempo que tarda el daño intestinal en sanar por completo varía de persona a persona y puede tardar entre seis meses y dos años.

La eliminación total de gluten solo es para las personas con trastornos relacionados con el gluten pero no es ni necesaria ni recomendable para la población general.

Aunque la mayoría de las veces se consigue una recuperación total de la lesión intestinal, en muy pocos pacientes no es así. En estos casos pueden ser necesarios otros tratamientos. El larazótido es el primer fármaco experimental que alcanza la fase 3 de ensayos clínicos y ha demostrado efectividad en reducir la permeabilidad intestinal, admite Ignacio Serrano, biólogo de la Asociación de Celíacos y Sensibles al Gluten. También se están ensayando pastillas con proteasas que degradan el gluten y vacunas para prevenir la reacción inmune indeseada frente al gluten, que se encuentran en fase 2.

Respecto a si la enfermedad predispone más a sufrir COVID, la Doctora Cristina Serrano, inmunóloga clínica de la Fundación Jiménez Díaz, reconoce que “no hay mayor riesgo de contagio por coronavirus ni más probabilidades de sufrir la enfermedad con mayor gravedad”.

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