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Cómo convivir con nuestra mascota si tenemos alergia

Una joven junto a su gato.

Mercè Palau

Las mascotas son para muchas personas una parte más de la familia. Perros y gatos, los más habituales en los hogares (aunque no los únicos), también son los animales domésticos que más alergias provocan.

Se calcula que el 6% de la población española está sensibilizada a los animales, una cifra que es mayor en la población de personas alérgicas, según revelan los datos del Libro de las Enfermedades Alérgicas, publicado por la Fundación BBVA y elaborado por la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC). 

Las cifras muestran un aumento de este tipo de alergias, motivado sobre todo por la presencia de más animales en nuestros hogares. En 2020, la Red Española de Identificación de Animales de Compañía cifró en 13 millones las mascotas registradas, de las cuales el 93% son perros y el 6% gatos. Además de estas mascotas más tradicionales, los alergólogos también deben tratar con otros animales menos comunes como reptiles o aves. 

¿Qué causa la alergia a las mascotas?

Existe la creencia de que los alérgenos que provocan la alergia a los mamíferos se encuentran en su epitelio, en el pelo. Sin embargo, esto no es exactamente así. El pelo de las mascotas en sí no es un alérgeno. Los alérgenos, sustancias que provocan una reacción alérgica, pueden encontrarse en la caspa de una mascota, en las escamas de la piel, la saliva y la orina, y transportar otros alérgenos, como polen o polvo.

Cuando alguien tiene alergia a estas sustancias, reacciona de forma exagerada. Esta respuesta acostumbra a manifestarse con estornudos, congestión nasal, goteo nasal, ojos rojos y llorosos con escozor, tos, eczema, picor en la piel o dermatitis alérgica, entre otros.

Contrariamente a otra creencia popular, no existen las conocidas como “razas hipoalergénicas” de perros o gatos. No hay evidencias que respalden esta afirmación. De hecho, una investigación publicada en The Journal of Allergy and Clinical Immunology afirma que la cantidad de alérgenos en un hogar con perros supuestamente hipoalergénicos no es distinta a la de un hogar con perros “normales”.

Sí existen, en cambio, variaciones en la concentración de alérgenos en función del sexo del animal (macho o hembra) y en si están castrados o no (la castración disminuye el riesgo de alergia). 

¿Puedo ser alérgico y no tener síntomas?

A menudo, como reconoce la doctora Mar Fernández Nieto, del Servicio de Alergología del hospital universitario Fundación Jiménez Díaz, ocurre que una persona atópica, es decir, sensibilizada a otros neumoalérgenos (con o sin síntomas), también tiene sensibilización a los animales con los que conviven, pero sin síntomas mientras está expuesta.

Cuando esta exposición se interrumpe durante un tiempo (por traslado a otra casa, por ejemplo), y se reanuda de nuevo más tarde, pueden empezar a aparecer síntomas. 

También es común que una persona no presente ningún síntoma durante el día pero sí cuando llega la noche. La experta asocia esta realidad a que durante el día solemos estar más tiempo fuera de casa, mientras que por la noche “los valores ambientales de alérgenos de las mascotas son más altos”, de ahí que aparezcan más síntomas graves como ataques de asma.

Debe tenerse en cuenta además que los alérgenos de animales se transportan en partículas muy pequeñas que se mantienen suspendidas en el aire y que se distribuyen con facilidad. Según un estudio publicado en Frontiers in Immunology, los alérgenos de los mamíferos se transportan fácilmente por el aire, se adhieren a la ropa y se propagan de un entorno a otro, de ahí que se hayan detectado niveles altos en lugares donde no hay animales.

Cómo se diagnostica la alergia a mascotas

Actualmente, y de la misma manera que ocurre con otro tipo de alergias, existen varios métodos diagnósticos, como la realización de pruebas cutáneas y la determinación de anticuerpos IgE en el suero de los pacientes frente a los alérgenos de los animales sospechosos.

“Mediante un simple análisis de sangre somos capaces de determinar qué alérgeno o proteína causa la alergia”, admite Fernández Nieto.

¿Debo desprenderme de mi mascota?

La principal medida para tratar la alergia es evitar la causa que provoca la reacción (limpiar la casa y evitar el contacto con el animal). Esto puede ser más o menos fácil en el caso de alergias a alimentos, pero en el mundo de los animales de compañía, en el que se añade un componente emocional, esta solución puede ser más traumática. 

Por tanto, cuando evitar el contacto no es posible (bien por el motivo citado o porque la persona trabaja con animales) es recomendable seguir unas medidas higiénicas para disminuir la cantidad de alérgenos que produce el animal. Dos de las más importantes son evitar tocar el animal y lavarse las manos después de hacerlo

Mantener la zona donde suele estar el animal (cama, cojines, etc.) bien limpios, lejos de zonas comunes donde solemos estar en casa, como encima de alfombras, al lado del sofá, en la habitación, etc. es clave. También lo es mantener una buena ventilación y bañar a las mascotas una vez por semana para reducir la cantidad de alérgeno acumulado en la caspa.

También existe la posibilidad de la inmunoterapia, es decir, la vacunación, para “entrenar” a nuestro sistema inmunológico a que no sea sensible a un alérgeno. Esta medida debe aplicarse siempre bajo la atenta mirada de un alergólogo, que es el que valorará qué pacientes pueden beneficiarse y cuáles no. Como precisa la doctora Fernández Nieto, “no todas las vacunas para la alergia a animales son iguales” porque existen productos para la alergia al gato, perro, caballo, etc. La vacunación no exime de seguir otros tratamientos pautados por el alergólogo.

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