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El mar quiere ser verde: por qué los biocombustibles tienen un papel crucial para descarbonizar el transporte marítimo

Transporte marítimo

T. M. Jimeno

El transporte marítimo es la base del comercio internacional como demuestra que cerca de un 90% del volumen de mercancías que se desplaza por todo el mundo lo hace en barco, según datos de la Organización Marítima Internacional (OMI). De hecho, tanto movimiento implica que el sector sea responsable de casi el 3% de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) anuales, tal y como recoge el último informe de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo. En Europa, la cifra representa el 13,5% de las emisiones de GEI de todo el sector logístico —apunta en este caso la Agencia Europea de Medio Ambiente—, mientras que en nuestro país la cifra de emisiones se sitúa en el 3,6%, según anota el Observatorio del Transporte y la Logística en España en su informe La descarbonización del transporte.

Para descarbonizar este sector, la mencionada OMI adoptó en 2018 una estrategia para reducir las emisiones procedentes de la navegación que fue revisada en julio del año pasado con el objetivo de fijar el net zero para el año 2050. En este sentido, el organismo reconoce que lograrlo pasa por tomar medidas contundentes: “La adopción de fuentes de energía, combustibles y/o tecnologías de emisiones nulas o casi nulas de GEI debe llegar al 10% de la energía utilizada por el transporte marítimo internacional para 2030”, estableció su panel de expertos. Y concretando más la forma de conseguirlo, el Comité de protección del medio marino (MEPC, por sus siglas en inglés), constituido por especialistas de los estados miembros de la OMI, aprobó unas orientaciones provisionales sobre el uso de biocombustibles.

En paralelo, los biocombustibles ya forman parte de las estrategias de algunas compañías energéticas que tienen claro que esta vía es la apropiada para descarbonizar el transporte por mar, en consonancia con la OMI. Un ejemplo de ello es Cepsa, compañía desde la que confirman que “la utilización de biocombustibles de segunda generación puede llegar a reducir hasta en un 90% las emisiones de CO2 respecto a los combustibles tradicionales, por lo que son un elemento clave para la descarbonización en aquellos sectores en los que la electrificación es compleja”.

La compañía precisa que la clave pasa por los biocombustibles de segunda generación, es decir, aquellos producidos a partir de residuos orgánicos como aceites usados de cocina, desechos agrícolas y ganaderos o biomasa forestal, entre otros. Su elaboración parte de los principios de la economía circular y esa es la clave de su idoneidad para descarbonizar, ya que su uso no implica nuevas emisiones de dióxido de carbono más allá de las captadas previamente por su materia prima y, a la vez, tampoco requiere de la construcción de nuevas infraestructuras porque su molécula es  prácticamente análoga a la de los carburantes tradicionales

Cepsa comenzó a producir biocombustibles con estas características en 2022 en el  Parque Energético La Rábida, situado en Palos de la Frontera (Huelva), aunque, para aumentar su producción, la compañía va a construir junto a Bio-Oils “la mayor planta del sur de Europa”, señalan. Esta nueva central energética “utilizará residuos orgánicos como desechos agrícolas o aceites usados de cocina como materia prima y tendrá una capacidad de producción flexible de 500.000 toneladas de  SAF y diésel renovable (HVO), gran parte del cual se destinará al transporte marítimo”, precisan fuentes de la firma.

¿Biocombustibles en el mar?

Si bien ha habido diferentes proyectos a lo largo y ancho del mundo para testear la eficacia de los biocombustibles en el transporte marítimo, en nuestro país los puertos pioneros han sido Algeciras y Barcelona. En estas instalaciones, Cepsa ya suministra por gabarra mezclas de biodiésel y diésel renovable con HSFO (High Sulphur Fuel Oil), VLSFO (Very Low Sulphur Fuel Oil) y MGO (Marine GasOil), en función de las necesidades y preferencias de cada embarcación. Además, en el resto de los emplazamientos portuarios, la energética realiza el suministro por cisterna: “Los primeros barcos de pasajeros impulsados por biocombustibles de segunda generación cruzaron el pasado verano el estrecho de Gibraltar con biocombustibles fabricados y suministrados por Cepsa a Naviera Armas Trasmediterránea”, especifican sus responsables.

Estos movimientos encajan con las obligaciones que provienen de Europa, ya que la UE lleva tres años perfilando la iniciativa FuelEU Maritime, base, junto al conjunto de medidas del Objetivo 55, del acuerdo para reducir la huella de carbono del sector marítimo. El detalle de la norma establece reducciones drásticas de emisiones de gases de efecto invernadero  en períodos concretos que van desde el 2% en 2025 hasta el 80% en 2050, pasando por un incremento gradual año tras año.

Pero para que el mercado pueda asimilar el cambio, desde Cepsa confirman que ya se trabaja con la premisa de incrementar la producción de biocombustibles: “Queremos ser líderes en España y Portugal en 2030 con una capacidad de producción de 2,5 millones de toneladas anuales”afirman desde la compañía.mientras destacan que este tipo de combustibles no requieren ninguna modificación en los motores de los barcos, ni en los sistemas de almacenamiento y distribución, lo que facilita su utilización desde ahora mismo.

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