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Lo que nos faltaba

Víctor Bermúdez,Ricardo Hurtado y Francisco Molina

Profesores de Filosofía en Extremadura —

«Comprende y valora la importancia de la razón crítica para el avance de un proyecto personal y colectivo». Así reza el estándar de aprendizaje número 23.1 de la materia de Filosofía en 1º de Bachillerato en el Real Decreto  1105/2014, de 26 de diciembre, por el que se establece el currículo básico de la Educación Secundaria Obligatoria y del Bachillerato. Ya sabemos también, aunque estaba bastante claro desde el principio, que esa asignatura (que se cursa en el primer curso de Bachillerato) entrará de forma obligatoria como troncal común en lo que los medios llaman “reválida”. ¿Conocíamos el programa oficial? En efecto, desde enero de 2015. ¿Conocíamos qué extracto de los mismos sería objeto de la reválida? Pues ni entonces, ni durante el curso pasado ni ahora, porque lo que por ahí circula es un borrador que además no tiene todo el mundo.

Es decir, una materia cursada el curso pasado (sin posibilidad de que los docentes puedan hacer demasiado por auxiliar a su alumnado) con unos contenidos ingentes e inabordables, entrará ahora con unos contenidos (que no sabemos cuáles son) en una prueba que afectará a la vida académica del alumnado. Si hemos de dar crédito al borrador que circula, hay partes importantes del programa en las que pudo invertir considerable tiempo de aula el personal docente, que ahora resulta que no entran. Magnífico. Coherente. Muy racional, sí señor. Todo un ejemplo de racionalidad crítica para avanzar en el proyecto personal y colectivo que supone la educación integral de nuestra juventud.

Si las autonomías han de luego perfilar la prueba, y teniendo en cuenta los plazos, a nosotros... no nos salen los números. O va a ser imposible o va a ser una chapuza.  ¿Otra más? Como ya divulgó uno de nosotros recientemente en este medio, la salida de que las reválidas no tendrán efectos académicos es una nube de humo y tiende a la confusión. Lo explicaremos. La reválida este curso no iba a tener efectos académicos (aunque sí parecidos a los de la extinta selectividad), es decir, será determinante para la elección de estudios universitarios. ¿Eso es no tener efectos? Los tiene y selectivos. Otra cosa es que no sea necesaria para optar al título de Bachillerato (de momento).

Y ya que hablamos de autonomías... Es ironía de la historia educativa de nuestro país que precisamente el PP, de alguna manera el partido nacionalista español  (sin fisuras)  haya favorecido la mayor dispersión normativa en educación de la educación contemporánea española.  El único intento unificador acaso sea el intento de exportar cierto ideario que ya se venía ensayando en la  Comunidad de Madrid sobre “excelencias”, cierto estilo con los centros privados y otros asuntos que merecerían tratamiento monográfico.  Fruto de esa ensaladilla de disposiciones, tenemos tantos tratamientos del currículo como gobiernos autonómicos. Pero vayamos a lo concreto. En algunas autonomías, entre otras - afortunadamente - la nuestra, se ha protegido la asignatura de Historia de la Filosofía en el segundo curso de Bachillerato. En otras ha quedado como prácticamente testimonial. Eso significa que habrá alumnado que en 2º, de forma preceptiva, recibirá contenidos filosóficos que sin duda le ayudarán a preparar esa polémica prueba. ¿Que es un temario diferente? Claro, pero Platón es Platón y Descartes es Descartes y se los puede tratar de forma sistemática (en primero) o histórica (segundo). Y cualquier docente honesto intentará si ha de impartir segundo curso, hacerlo con respeto al programa oficial pero poniéndolo en conexión con el del curso anterior de cara a una prueba en la que se juega mucho su alumnado.  Eso ya no es una necesidad de los tiempos sino un tópico pedagógico: conectar con aprendizajes previos. Eso en las autonomías que se pueda, y eso - por supuesto - cuando se sepa qué diantres será objeto finalmente de la prueba.

¡Qué sensación de desmadre administrativo perciben ya nuestros educandos! Pero no pasará quizá nada que pida el pan de exigir responsabilidad reglamentaria. Ya habrá, en las filas de los de siempre, quien se empeñe en culparlos a ellos por perezosos y juerguistas, y al profesorado (en especial si es empleado público) por acomodado y falta de profesionalidad. Ya se sabe que nos regalan las oposiciones, y que en secundaria trabajamos solo 18 horas a la semana... bueno ahora 20.  (Sobre el asunto de las horas, incluso tuvieron que salir algunos inspectores a decir que  eso era una interpretación torticera de la normativa. Busquen en la prensa... ) Parece mentira que gente tan proclive a examinar, a la excelencia evaluada de forma tradicional, luego beba los vientos por menoscabar el desempeño del personal docente que ha pasado por unas muy competitivas y duras oposiciones para acceder a sus puestos de trabajo y,  sin embargo, se complazcan en allanar el camino a los que han sido elegidos de forma, por lo menos, diferente.  El personal docente de los centros privados sostenidos con fondos públicos no tiene ese control (y ya no digamos los privados puros y el profesorado de Religión de todas las enseñanzas). Y que conste que afirmamos sin reserva que hay magnífico profesorado que ejerce su docencia sin haber hecho esas oposiciones y que seguramente otros que las tienen superadas deberían ser más competentes de lo que son.  Pero a nosotros jamás se nos ocurría semejante endiosamiento de la criba y la selección para poder estudiar.  Qué golosos son los servicios básicos como la educación, la sanidad y la seguridad para ciertos oligopolios privados... ¿verdad? Se nos olvidaba hablar de la energía... pero eso merecería capítulo aparte.

Es por eso que aprovechando la oportunidad que nos dan los medios, porque todos afortunadamente no están controlados,  deseamos manifestar nuestra sincera preocupación por la forma en que se están haciendo la cosas en general, y con la asignatura de Filosofía en particular. Ya es una lástima que cada vez que hay un cambio normativo nuestra materia, que además es la más universal y más “de todos” (raramente nos autodenominamos filósofos sino haciendo referencia al título en Filosofía), se vea enjuiciada y puesta en el candelero para su reducción o eliminación. También nos produce hastío andar siempre como “la otra cara” de las materias de Religión confesional cuando esa batalla no va con nosotros por sí misma. Aquí en Extremadura al menos se nos ha hermanado en Bachillerato: el que curse Religión, cursará Ética y Ciudadanía, algo  especialmente necesario si no la hubiera hecho antes. Sencillamente magistral y sensato.

Pero más allá de la preocupación sincera por nuestro alumnado, está el hecho de que - sin ser juristas ni jurídicos - percibimos que quizá pudiera haber inseguridad jurídica o alguna cosa fea en términos del Derecho  en el caso de que esto se lleve al puerto que sea. “Usted se examina ahora de una cosa que estudió el año pasado sin saber concretamente cómo, qué y para qué  mínimos se le exigirían luego”, y lo mismo vale para el docente. que ha tenido que habérselas (el año pasado y este) con un programa que podría tildarse de delirante y sacado de una chistera en el que se aplicaba la metafísica a la empresa y la lógica resultaba estar desvinculada de la filosofía de la ciencia. Ahora es previsible que ni siquiera se exijan dichos contenidos en la famosa prueba. Más de un profesor ha invertido tiempo en ello...  Todo ello muy sensato y muy a tiempo porque, aunque la norma saliera mañana, ya llega irremediablemente tarde.

               

 

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