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Adivina cuáles son los puntos de la cocina que nunca limpiamos y están llenos de microbios

Foto: Pixabay

Mercè Palau

Zonas y objetos de uso muy común que encontramos en cualquier cocina se han convertido en verdaderos amigos de las bacterias. Una amistad que responde sobre todo a que en ellos se cumplen buena parte de las condiciones que necesitan estos microorganismos para formarse, como humedad, oscuridad y temperatura. Pero lo que más provoca que sean un foco de contaminación es el hecho de que no se les dedica la atención higiénica que merecen.

A menudo se obvia su repercusión en la seguridad alimentaria porque no se ven, lo que facilita que nos olvidemos de que existen y no valoremos su peligrosidad. Se trata de puntos clave que pueden acabar siendo un caldo de cultivo para patógenos como Salmonella, Campylobacter o Escherichia coli, tres de los microbios intestinales más comunes que provocan intoxicaciones alimentarias.

No basta con lavar: hay que desinfectar

Además de los ya tan reconocidos trapos de cocina o estropajos como verdaderos paraísos de los patógenos, así como tablas de cortar o fregaderos, estas zonas y objetos a los que nos referimos merecerían de vez en cuando un poco más de atención. Más que nada porque descuidarlas en exceso puede convertirse, con el tiempo, en un problema.

Pero no basta solo con limpiarlas con agua y jabón -porque así no siempre se eliminan los microorganismos, aunque sí la suciedad-: deben desinfectarse. ¿Cómo? Con los productos desinfectantes destinados a ello, como la lejía. Y es que limpieza y desinfección no significan lo mismo: con la limpieza se eliminan los gérmenes; con la desinfección, se destruyen.

Muchas veces no es suficiente solo limpiar porque se necesita un nivel más alto de protección contra los patógenos. La manera más eficaz es combinar las dos de forma regular, sobre todo en los lugares donde, como veremos, no se limpian con regularidad.

A continuación se relatan estos seis verdaderos 'parques nacionales' para la flora y fauna de nuestra cocina.

1. Los mandos de los fogones

El primero de estos paraísos para la naturaleza microbiana son los mandos de la placa de cocina, sobre todo si se trata de botones externos que se manchan y salpican cuando cocinamos y que, en ocasiones, solemos tocarlos con las manos sucias. Todo ello hace que sean también uno de los lugares preferidos de los patógenos.

Bastará con lavarlos bien con agua tibia y jabón después de cada uso, lo que permitirá que se eliminen los restos de suciedad que puedan haber quedado. Menos delicadas son las placas vitrocerámicas porque son más fáciles de limpiar y no tienen rincones donde pueda esconderse suciedad. Pero ojo con la inserción de la placa, porque es otra 'reserva natural' microbiana.

2. Las gomas de las juntas de la nevera

En estas zonas pueden formarse biofilms, es decir, películas o capitas de bacterias que se adhieren a distintas superficies y que, con el tiempo, crecen y se hacen fuertes si no se desinfectan bien las zonas donde se acumulan. Debe tenerse en cuenta que los biofilms crecen más rápido si encuentran una fuente continua de nutrientes y si la superficie permanece húmeda durante mucho tiempo, como las juntas o grietas.

Listeria monocytogenes es una de las especies bacterianas más propensas a formar biofilms. Se trata de un bacilo con flagelos que causa intoxicaciones alimentarias de gran virulencia, que pueden alcanzar cotas de mortalidad del 30% de los casos. Así que poca broma. Lo mejor es lavar con agua tibia y jabón las juntas y hacerlo con frecuencia, pero no se aconseja usar lejía porque las podría resecar y estropear.

3. Los azulejos

Tan brillantes que son y quién diría que pueden ser un foco de contaminación. El problema es que son una de las zonas a las que menos atención prestamos por creerla segura y pueden acabar dando problemas. Es conveniente lavarlas periódicamente para evitar que se acumule suciedad y grasa que, a la larga, costará mucho de eliminar.

4. Los interruptores de luz

Se trata de superficies que están expuestas al contacto frecuente con las manos de las distintas personas que viven en la casa. Aunque a simple vista parezcan limpios, también pueden acumularse en ellos bacterias y otros microorganismos, sobre todo si se tocan con las manos sucias constantemente.

Si no se observan las mínimas normas de higiene pueden ser no solo un foto de contaminación fecal, sino también un vector para su expansión a otros lugares de la cocina, porque una mano infecta al encender y otra recoge las bacterias al apagar y las lleva a los fogones o el trapo, etc.

5. La campana extractora

Es otra de las grandes olvidadas de una cocina. Con el uso prolongado y periódico, suele acumular grasa que, si no se limpia, puede llegar a producir goteos que se derraman sobre la zona de cocción. Esta grasa goteada puede bien ser un foco de microbios si ha pasado largo tiempo dentro de la campana.

6. Aparatos tecnológicos

Por muy extraño que parezca, estos objetos que han invadido ya la cocina en forma de móviles, tabletas, pantallas táctiles o mandos a distancia, tampoco se limpian lo que se deberían. Según el Estudio Sanytol sobre los gérmenes en el hogar, en el que han colaborado expertos de la Universidad de Barcelona, “una pantalla puede contener unos 600 tipos de bacterias, mientras que un inodoro limpio contiene unos 20”.

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