Seis consejos de una experta para que la vuelta a la rutina no te abrume

Cómo hacer más manejable la vuelta al trabajo o a los estudios tras las vacaciones.

Marta Chavarrías

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Pasamos buena parte del año esperando que lleguen las vacaciones y, cuando lo hacen, casi sin darnos cuenta, ya han pasado llevándose con ellas nuestro gozo, nuestra alegría y nuestro relax: vuelta a las obligaciones, las jerarquías y los horarios fijos. Lo más probable es que también hayamos pasado antes bastante tiempo planificando estos días de ocio y de viajes: cómo nos organizaremos, qué haremos y dónde iremos es parte del disfrute previo a ellas.

Pero no solemos hacer ningún plan para cuando volvemos; no se disfruta planificando el retorno al trabajo y la monotonía. En los últimos días muchas personas se habrán incorporado ya a su trabajo y los niños y adolescentes habrán empezado el nuevo curso escolar

Es el fin de las vacaciones, de los días largos soleados, de un tiempo en el que ha habido una relajación de los horarios para comer o ir a dormir y en el que nos hemos olvidado del despertador. El regreso a la rutina puede resultar abrumador para muchas personas en tales circunstancias ya que, de repente, tenemos que enfrentarnos de nuevo a la realidad del orden férreo y las obligaciones laborales.

Es un esfuerzo que debemos hacer cuando regresamos y que, en ocasiones, va a ir acompañado de falta de motivación y de un periodo de adaptación que tendremos que hacer de forma progresiva pero que sin duda genera malestar y a veces incluso sufrimiento.

Síndrome posvacacional: cuando la vuelta a la rutina nos afecta

Según una encuesta realizada en 2019 por Lee Hecht Harrison, del Grupo Adecco, dedicada al acompañamiento a las organizaciones en sus procesos de transformación, el 41% de los encuestados reconocía que estaba sufriendo síndrome posvacacional al reincorporarse al trabajo tras el periodo de descanso, por encima de los datos del año anterior.

Otros datos, esta vez del Grupo de Salud Mental de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (semFYC), nos dicen que este síndrome también afecta a los niños en su vuelta al colegio, siendo más común en “menores cuyos padres también sufren estos síntomas”.

“Hay personas que experimentan estos sentimientos de una forma muy intensa, hasta el punto de que se pueden bloquear en el proceso de adaptación”, explicaba recientemente la vocal del Colegio Oficial de la Psicología de Madrid Mercedes Bermejo.

La mayoría de ellos manifiestan síntomas como apatía, cansancio, fatiga, dificultad para concentrarse, dificultad para dormir, nerviosismo, estrés y tristeza. Cuando hablamos de síndrome posvacacional, “hacemos referencia a un concepto que tiene que ver con la ansiedad o la presión emocional que sienten algunas personas al afrontar la readaptación a su rutina y a las responsabilidades laborales después del periodo vacacional”, dice a elDiario.es la psicóloga Adhara Monzó

La experta matiza que se trata no tanto de una patología mental, sino más bien como “un proceso adaptativo a la vida laboral y a nuestras exigencias diarias después de las vacaciones”. El problema está en que, para algunas personas, este proceso de adaptación puede resultar un poco más complicado. En este caso, pueden llegar a presentar otros síntomas como “cuadros de estrés agudo, llegando a manifestar síntomas físicos, emocionales y comportamentales”, reconoce Monzó. 

Para la psicóloga, deberemos empezar a preocuparnos cuando “estos cambios adaptativos se mantienen más allá de unos días, ya que puede desencadenar en un episodio de ansiedad generalizada y dichos síntomas empiezan a interferir de forma considerable en la vida diaria”. Cuando esto ocurre, es importante acudir a un especialista para nos oriente y nos dé pautas. Sin embargo, como reconoce Monzó, “son muy pocos los casos de síndrome posvacacional que vemos los psicólogos en consulta”.

Tipificar o no como enfermedad este síndrome es una cuestión en la que los expertos aún no se ponen de acuerdo. 

Pautas para afrontar la vuelta a la normalidad (y a la realidad)

Volver a la rutina después de las vacaciones, por tanto, no es fácil para muchas personas, pero eso no significa que no se pueda hacer de forma positiva. Podríamos esperar y negarnos a deshacer las maletas, ignorar la bandeja de entrada de nuestro correo electrónico varios días, descuidar el sueño y fingir que no es necesario volver a la rutina.

Pero huir de ello y procrastinar solo nos hará sentir peor. Por tanto, es tiempo de recuperarse, de adaptarse y aceptar la rutina del día a día tan pronto como se pueda. La psicóloga nos ayuda a hacerlo de una forma más agradable y menos traumática con una serie de consejos:

  • Establecer prioridades y empezar el trabajo de forma gradual: es esencial que organicemos la rutina con los recados que consideremos más importantes y creamos que podemos hacer lo antes posible. No hace falta hacerlo todo el primer día. Podemos planificarnos un periodo de tiempo mínimo para volver a la rutina, pero sin sentirnos abrumados. “Es importante que tratemos de organizarnos para empezar de menos a más intensidad, empezando por aquellas tareas que nos resulten menos complicadas y más agradables”, aconseja Monzó.
  • Mantener una visión realista: esto “nos puede ayudar a no sobresaturarnos, es decir, seguro que tenemos mil tareas pendientes pero tenemos que ser realistas con aquellas que vamos a poder hacer diariamente”, reconoce la psicóloga, que advierte que no debemos ponernos metas inalcanzables.
  • Cuidar nuestro cuerpo: esto incluye pautas imprescindibles como “dormir adecuadamente y alimentarnos de forma saludable”, aspectos que nos ayudarán a volver a la rutina con energía.
  • En el trabajo, aprovechar los tiempos de descanso para “ponernos al día con los compañeros”, afirma Monzó.
  • Realizar alguna actividad que nos resulte agradable, como retomar el deporte o realizar clases de idiomas. Lo que sea que nos apetezca y nos aporte placer. 
  • Poner límites al trabajo y dedicar tiempo a nuestra vida personal también nos ayudará a que la vuelta a la rutina y, en general, a nuestra vida diaria, sea “mucho más pausada y placentera”, reconoce Monzó.
  • Planificar actividades para el fin de semana: el fin de semana viene a ser como una pequeña vuelta a las vacaciones y, por tanto, al tiempo de relax, goce y desorden. Con actividades concretas y placenteras planificadas, afrontaremos el resto de la semana sabiendo que al final tenemos nuestro premio. Por ejemplo, salidas al campo ahora que el frescor del otoño gana terreno y el calor cede.
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