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El escenario omitido por la Comisión Europea: sí hay alternativas para Europa

Imagen de archivo.

Ernest Urtasun

Un fantasma recorre Europa: la propia Europa, dirigida por los intereses de la élite financiera neoliberal. Sesenta años después del Tratado de Roma, se ha traicionado el sueño de la Unión que despertó por primera vez en las cárceles fascistas. Europa sigue siendo un continente rico, pero habitado por una población cada vez más pobre. La austeridad, que se ha convertido en el dogma de la Unión desde la crisis de 2007, ha fracasado en todos los ámbitos y ha dado lugar a crecientes desigualdades. Los pobres se han vuelto cada vez más pobres, los pocos ricos se han hecho más ricos, las deudas soberanas no han sido reguladas y el descontento de los ciudadanos por la Unión Europea ha aumentado.

Voto tras voto, ya sea para un referéndum o una elección nacional, el sistema político conocido desde el final de la Segunda Guerra Mundial se está desmoronando, y de entre los escombros resurge un populismo reaccionario sin escrúpulos que no ofrece una alternativa genuina, sino simplemente una salida en falso a la rabia justificada de los olvidados y los derrotados.

El Libro Blanco sobre el futuro de Europa que la Comisión Juncker ha preparado es otra decepción. Es un texto que parte de una sola premisa: la necesidad de volver a los valores fundadores de la Unión, tal como habían sido imaginados en el Manifiesto de Ventotene por Altiero Spinelli y Ernesto Rossi. Sin embargo, no logra aportar ni un diagnóstico sólido ni propuestas novedosas, describiendo un futuro completamente vacío. Los cinco escenarios técnicos que presenta para la evolución de Europa, nos vuelven a atrapar en un simplificado paradigma de más Europa versus menos Europa, confirmando que el papel de la Comisión se ha degradado al nivel más bajo, reducido su papel al de mera secretaría del Consejo y de los Estados miembros.

Como miembros del Caucus Progresista del Parlamento Europeo (que reúne a parlamentarios de la izquierda de distintas familias políticas) abogamos por un único escenario posible y deseable. La Unión Europea no puede desarrollarse solo en el terreno árido de los parámetros económicos, ni simplemente en el de la moneda única, sino a través de un Green New Deal de los pueblos basado en sus valores fundacionales: justicia social, sostenibilidad, libertad de las personas y solidaridad. Esta es la condición sine qua non para garantizar un futuro para la Unión Europea.

Podría parecer una utopía transmitir hoy esta idea de la Europa de los pueblos, pero en realidad es la única perspectiva realista en medio de dos opciones suicidas. Por un lado la propuesta de la Comisión Europea, la preservación del statu quo con pocos ajustes técnicos, que terminará acelerando un proceso de disolución que comenzó con el Brexit. Y por el otro, el retorno nostálgico, peligroso y definitivamente imposible a los nacionalismos del siglo XX, promovidos por populismos reaccionarios.

Por tanto, para revivir el proyecto europeo, las fuerzas progresistas deben tener una visión ambiciosa que vaya más allá de un sistema intergubernamental e implemente un genuino método comunitario. Esto se traduce en una serie de propuestas prácticas que reviertan la Europa hoy en crisis y concebida a partir del dominio cultural del programa neoliberal: inversiones centradas en la creación de empleo, democratización de las instituciones europeas mediante la revisión de los tratados, un marco europeo común para combatir la evasión de impuestos y el blanqueo de dinero, el paso de las políticas de austeridad a una transición verde y un nuevo gran pacto entre las y los ciudadanos europeos que abogamos por la defensa de los derechos sociales, la educación y los bienes comunes como una visión compartida de desarrollo sostenible.

Frente a la alternativa entre el statu quo y el nacionalismo, nuestro objetivo es, independientemente de las distinciones entre grupos, ecologistas, de izquierda radical y socialistas, poner en marcha un nuevo proyecto de Europa. En la historia secular de las fuerzas progresistas europeas, varias propuestas fueron concebidas como utopías y sin embargo se realizaron. Sucedió cuando esas fuerzas pudieron situar en el centro de su visión las necesidades reales de las y los ciudadanos. Hoy el pueblo europeo no necesita muros ni vallas burocráticas para proteger el establishment, sino una red de valores al servicio del interés colectivo. Sin este compromiso, Europa corre el riesgo de desintegrarse en la próxima crisis inevitable.

Podéis consultar el documento completo sobre nuestras propuestas alternativas para Europa en este enlace.en este enlace

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