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Bienvenidos al metaverso ciclista: entrenar en rodillo deja de ser ese mal menor insufrible

Un hombre entrenando con rodillo

Sergio Palomar

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Durante la disputa de la última edición de la Vuelta a España, un ciclista con los colores del equipo Alpecin-Deceuninck se destapaba como corredor de muchos quilates de cara a las próximas temporadas. Se trata de australiano Jay Vine, que se imponía en dos duras etapas de montaña por delante de todos los gallos. Sin embargo, destaca más su trayectoria. Profesional apenas desde el año 2021, fue fichado por el equipo belga tras imponerse en la Zwift Academy, una competición de ciclismo virtual cuyo premio era un contrato con esta escuadra.

Aunque muchos siguen asociando el hacer rodillo con ese anticiclismo que tocaba hacer cuando los días de lluvia se sucedían y no quedaba otro remedio, una actividad en la que era difícil aguantar más de media hora, da igual que nos pusiéramos música, vídeos o cualquier cosa. Pero eso eran los rodillos de antes. Como muchos descubrieron durante los confinamientos de la pandemia, cuando estos aparatos se agotaron en prácticamente todas las tiendas, los rodillos de ahora ya no son lo que eran.

La electrónica al rescate

Tradicionalmente los rodillos eran un simple bastidor sobre los que se colocaban tres rodillos unidos por una goma sobre los que colocábamos la bici para pedalear sin mayor resistencia que la ofrecida por sus rodamientos. Modelos muy simples, que aún hoy se siguen empleando para calentar en las competiciones de pista y ciclocrós, pero que ofrecían pocas opciones para el entrenamiento. La cosa fue evolucionando hasta los modelos que se sujetaban al cierre de la rueda trasera y que costaban con un pequeño rodillo que presionaba la rueda trasera creando resistencia, pudiendo incluso regular esta en los modelos más avanzados. Daban más posibilidades, pero el pedaleo resultaba antinatural por la falta total de inercia.

La revolución fue prescindir de la rueda trasera y colocar un casete en el propio rodillo sobre el que se anclaba directamente el cuadro. La diferencia es que estos modelos se les dotaba de un pesado volante de inercia que conseguía reproducir de forma más fiel las sensaciones que percibimos al pedalear. La semilla estaba sembrada para, con el añadido de unidades magnéticas controladas electrónicamente abrir la puerta para que la resistencia ofrecida se pudiera ajustar con total precisión. Sumado a la evolución de los dispositivos inalámbricos, dio como resultado los actuales modelos interactivos capaz de simular el terreno por donde nos movemos, es decir, si queremos subir una cuesta el rodillo se pondrá más duro y si llegamos al final se suavizará.

Con estos elementos sobre la mesa sólo era cuestión de tiempo la aparición de software capaz de controlar esos rodillos, primero los que creaban las propias marcas de los mismos y más adelante, llegaba la estandarización con la aparición de las plataformas virtuales que nos permitían trasladarnos a mundos virtuales en 3D en los que poder pedalear en compañía de otros ciclistas/usuarios de todo el mundo. El paradigma del metaverso que se nos vende como futuro de internet y que en el mundo de la bici ya está en pleno auge. Había nacido el ciclismo virtual.

Red social + deporte

En la actualidad existen varias plataformas que nos permiten practicar ciclismo virtual. Todas ellas requieren el pago de una suscripción, aunque suele haber opciones gratuitas o periodos de prueba para que decidamos si nos interesa o no. Entre la más populares podemos citar algunas como Bkool, Rouvy o RGT. Sin embargo, la reina de todas ellas, la que más ciclistas reúne, incluidos multitud de profesionales es, sin duda, Zwift.

Todas ellas cuentan con características comunes, como mundos 3D que en unos casos reproducen trazados reales y en otros son mundos imaginarios en los que se ha creado un auténtico ecosistema de carreteras. También es habitual encontrar la posibilidad de seguir planes de entrenamiento con sesiones programadas de intervalos, test y cualquier variación que se nos ocurra y, lo más importante, el componente social, celebrándose tras la pantalla multitud de eventos, desde la típica quedada entre amigos, rutas en grupo hasta despiadadas competiciones.

Por supuesto, estas plataformas aprovechan todas las posibilidades que ofrecen los rodillos actuales, utilizando las posibilidades de regulación electrónica para simular el terreno por donde vamos pedaleando o el simple hecho de pedalear a rueda de otro ciclista. Ya no tenemos que pedalear sin objetivo fijo mirando a una pared, sino que ahora vemos a nuestro avatar en la pantalla rodando por carreteras virtuales, en compañía de otros ciclistas, estos sí, reales pese a que sólo veamos su avatar pudiendo quedar con nuestros amigos, o hacer nuevos entre los que encontremos en esos mundos imaginarios, del mismo modo que si saliéramos a pedalear cualquier domingo por la mañana. La diferencia es que lo hacemos sin movernos del salón.

Éxito pandémico

Los confinamientos que tuvimos que sufrir durante el año 2020 a causa del covid hicieron que muchos descubrieran este ciclismo virtual, lo que para muchos se ha convertido en la piedra filosofal para poder compatibilizar sus entrenamientos con el azaroso ritmo de vida actual que la mayoría llevamos.

Las sofisticaciones de los modelos de rodillos unidas a las posibilidades de las distintas plataformas nos proporcionan una herramienta que nos permite mantener un alto nivel de entrenamiento, incluso en lo que respecta a la duración ya que, al eliminar el aburrimiento, uno de los factores limitantes de los rodillos tradicionales, no es raro encontrar ciclistas que hacen 2, 3 incluso auténticas burradas sobre estas máquinas.

Se ha abierto así un nuevo paradigma del ciclismo que ha dado pie incluso a la instauración por parte de la UCI de un Campeonato del Mundo de esta especialidad, por cierto, vencida en el año 2021 por Jay Vine, el ciclista del que os hablábamos al comienzo de este artículo. Una actividad que consigue borrar de un plumazo todos los prejuicios que durante años se habían creado sobre hacer rodillo. ¿Te animas a probar?

¿Qué necesito para hacer ciclismo virtual?

A la hora de lanzarse a pedalear por los mundos sintéticos creados en las distintas plataformas necesitaremos un equipamiento mínimo. La opción más básica consiste en utilizar nuestro rodillo tradicional en una de estas plataformas. Para ello lo primero este contar con una conexión Bluetooth -casi todos los ordenadores portátiles y todas las tablets lo incluyen- o ANT+ FE-C, la evolución de la comunicación inhalámbrica ANT+ usada por la mayoría de ciclocomputadores y accesorios del mercado para comunicarse entre sí y que permite una gestión total y estándar del rodillo por parte de la aplicación. Para contar con conexión ANT+ FE-C en nuestro ordenador o tablet tendremos que conectar un stick USB que nos proporcione esta transmisión. Existen multitud de modelos totalmente asequibles en el mercado.

Para utilizar nuestro rodillo tradicional en una de estas plataformas necesitaremos como mínimo un medidor de velocidad y cadencia que sean compatibles con Bluetooth o ANT+, la mayoría lo son. Con estos datos y nuestro peso la aplicación virtual estima la potencia que generamos y calcula la velocidad a la que se mueve nuestro avatar en pantalla. Podemos contar con más precisión si además añadimos la conexión de un medidor de potencia. Sin embargo, no disfrutaremos de todo lo que nos ofrece el ciclismo virtual al no reproducirse en pantalla las sensaciones del terreno que vemos en pantalla ya que el rodillo tradicional no es capaz de ajustar la resistencia por sí mismo.

El paso definitivo hacia el ciclismo virtual es adquirir un modelo interactivo. Existen multitud de rodillos en el mercado con marcas típicas de estos aparatos como Tacx o Elite que han evolucionado sus modelos hasta conseguir unos niveles de realismo inimaginables. De hecho, el tope de cama de Tacx, el modelo Neo, es capaz de simular incluso los baches cuando pedaleamos sobre pavés o las bajadas. Prácticamente todos son modelos de montaje directo, es decir, es el propio rodillo el que sustituye a la rueda trasera, aunque podemos encontrar modelos más económicos con el sistema tradicional del rodillo que presiona la rueda trasera o, uno de nuestro favorito, el modelo Nero de Elite que fija una unidad que proporciona la regulación electrónica de la resistencia en un modelo tradicional de tres rulos.

En cualquier caso, no os vamos a engañar, adquirir un rodillo interactivo es un gasto importante, teniendo que contar con el torno a unos 400 euros para poder acceder a un modelo que ofrezca las características necesarias para sacar todo el partido a las plataformas virtuales. Modelos como el Wahoo Kicr Core, Zwift Hub o Tacx Neo se encuadran entre los más populares. Una inversión importante pero a la que, os lo podemos asegurar, se le saca rendimiento por lo adictivo que se vuelve pedalear bajo techo.

Cómo hacer rodillo y no morir en el intento

Aunque las plataformas virtuales y los rodillos interactivos han hecho del pedalear bajo techo una actividad mucho más apetecible, continúan existiendo otros factores que pueden limitar e incluso convertir una tortura nuestras sesiones de entrenamiento.

El principal aspecto que tenemos que tener en cuenta es el calor. Montando bajo techo no nos movemos y, por tanto, no disponemos de la capacidad de refrigeración que obtenemos con la evaporación del sudor gracias al flujo de aire que circula sobre nosotros cuando montamos en carretera. Por ello es tremendamente importante hacer rodillo en un lugar ventilado y, además, utilizar un ventilador que simule ese flujo de aire del que disfrutamos en la carretera. Aun así, sobra prácticamente la ropa, siendo habitual utilizar sólo un culote corto, y un top si sois chicas, cuando nos subimos al rodillo. Tampoco está de más un pañuelo en la cabeza que retenga el sudor evitando que este caiga sobre la bici, ya que las sales que contiene acaban resultando corrosivas para la pintura y partes metálicas. Tampoco está de más utilizar guantes si no queremos tener que sustituir la cinta de manillar mucho antes de lo esperado.

Continuando con los efectos del calor, la hidratación es otro aspecto clave para poder pedalear durante mucho tiempo en el rodillo. Beberse dos bidones en menos de una hora es perfectamente normal, así que procurad tener líquido de sobra a mano. Si además incluís bebida isotónica para poder reponer las abundantes sales perdidas podremos mantener el rendimiento más tiempo.

Ya metidos en faena, descubriréis que en las carreteras virtuales podemos realizar prácticamente los mismos entrenamientos que haríamos en el exterior, aunque por la bajada de rendimiento que se produce con el calor, seguramente tengamos que ajustar el número de intervalos o la potencia/pulsaciones a la que realizamos los mismos. También podemos salir a pedalear sin más, de la misma forma que haríamos en la carretera, disfrutando de los trabajados entornos virtuales que han preparado los desarrolladores para nosotros. Incluso en algunas plataformas como Zwift los recorridos nos están prefijados, sino que accedemos a un mundo virtual donde podemos ir eligiendo sobre la marcha el camino por el que vamos.

Lo que sí debéis evitar es abusar de los eventos. Las carreras y rutas sociales que se plantean en estas plataformas son realmente adictivas, pero abusar de ellas nos hace pedalear a unos niveles de intensidad que nos hacen abusar de unos ritmos excesivos. Al contrario de lo que ocurre en carretera, en las carreras virtuales se pedalea a tope todo el rato, a la mínima que cedes te descuelgas del grupo -bueno, esto también pasa en las carreras de verdad-.

Si además añadimos nuestro teléfono móvil conectado a alguna aplicación como discord que nos permite charlar con nuestros compañeros de ruta sobre la marcha ya tenemos todos los ingredientes para que pedalear en nuestro salón deje de ser el trauma que siempre había sido el rodillo.

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