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Viento del Norte es el contenedor de opinión de elDiario.es/Euskadi. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.

Preguntas (im)pertinentes

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Pablo García de Vicuña

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¿Puede esta pandemia aumentar la inseguridad ciudadana, militarizar el entorno social o vulnerabilizar aún más los sectores más desfavorecidos? ¿Seremos capaces de ofendernos ante imágenes demostrativas de que la fuerza bruta militar es la solución a esta crisis? ¿Habrá quien piense, sin embargo, que es la solución ante tanto desatino informativo y libertad desordenada?

¿Hay alternativa a la forma de vida impuesta por el neoliberalismo voraz? ¿Jugará la COVID19 un efecto transformador de nuestras conciencias? ¿Supondrá esta crisis el punto de no retorno del capitalismo financiero que capea por sus fueros desde los años ochenta del siglo pasado? ¿Asistiremos a un recrudecimiento de posturas cada vez más minoritarias, dirigidas por mentes acostumbradas a no aceptar críticas?

¿Cómo saldremos de la cuarentena? ¿Más inteligentes? ¿Menos reflexivos/as? ¿Más independientes, más temerosas/os? ¿Continuaremos dedicando ese tiempo necesario para la lectura, la atención familiar, la conversación vecinal? ¿Reduciremos drásticamente la sobre exposición en las redes sociales? ¿Tendremos, pues, alternativa a la forma de vida impuesta por el omnipotente Mercado?

¿Qué cambios significativos habrá producido el confinamiento doméstico en las mujeres maltratadas dependientes de sus maltratadores? ¿Y en las personas desempleadas que ven cómo, día tras día, crece la lista de competidores/as? ¿A quién deberán encomendarse las que dependen de un trabajo precario, cuando no ilegal? ¿Sobrevivirán los manteros sin gente visible en las calles de los pueblos?

¿Habrán comprendido los gobiernos la urgencia de una sanidad más protegida que la actual? ¿de una educación menos dogmática y más humanizada? ¿de unos servicios sociales absolutamente mejorables? ¿Conseguiremos en algún momento que se invierta en estos servicios por encima de lo conseguido en el año 2007? ¿Se entenderá la importancia de lo público en un mundo tan despersonalizado y privativo?

¿Seguirá el poder político legitimando la concentración escandalosa de riqueza y dificultando los tímidos intentos por combatirla? ¿Asistiremos inmutables al crecimiento de la desigualdad? ¿A la depauperación de cientos de millones de personas mientras recobramos nuestra posición de privilegio?

¿Recuperaremos una cierta normalidad productiva sin continuar dañando salvajemente nuestro medio ambiente? ¿Servirá esta crisis para adquirir conciencia de lo que les estamos haciendo jugar a las generaciones venideras? ¿Por qué no se divulga lo que la ciencia señala, pero prácticamente nadie recoge sobre la severidad de una crisis que mata y destruye muchas más vidas humanas que la COVID-19? ¿Seremos capaces de imaginarnos un mundo menos oscuro, más verde, azul, amarillo? ¿Habrá capacidad política suficiente para haber entendido el mensaje regenerador?

¿Evitará o acelerará la pandemia la guerra económica latente entre Estados Unidos y China? ¿Será necesario esperar a que haya un vencedor y un vencido? ¿Será o no casualidad que estas dos superpotencias comerciales sean a su vez las que más presupuesto destinan a militarizar sus economías? ¿Continuaremos con nuestros hábitos consumistas para acelerar este final o trabajaremos en clave de disminución de la competencia bélico-económica?

¿Mantendremos las fronteras cerradas al virus contagioso o a la llegada de migrantes de otras culturas? ¿Seguiremos con nuestras quejas de confinamiento sabiendo que en los campos de refugiados de Grecia, por ejemplo, no disponen de jabón y se reparten un grifo de agua cada 1.300 personas? ¿Pensaremos en lo que deparará a estas personas la “nueva normalidad”? ¿Continuarán los medios informativos señalando sus no vidas?

¿La evidencia de vulnerabilidad reconocida a la pandemia nos llevará a buscar soluciones en algún Dios, aunque sea el dios mercado? ¿El temor a lo invisible nos acercará o alejará de otras fuerzas teológicas? ¿Se salvarán los/as más santos/as, más ricos/as, más dispuestos/as? ¿Podremos invocar a la intelectualidad para no caer en manos de pastores, imanes o apologistas del fin del mundo?

¿Son creíbles los mandatos de las organizaciones internacionales como el FMI que recomiendan para salir de la crisis social y económica un endeudamiento nunca antes conocido? ¿Será la postcrisis una repetición de políticas de austericidio como las de 2008 y 2012? ¿Conoceremos un nuevo paso regresivo en las políticas públicas de empleo y de servicios sociales básicos? ¿Continuaremos pensando que otros/as deberán ser quienes defiendan el bien común?

¿Se incrementará la fuerza ideológica de la extrema derecha? ¿Continuará dinamitando los elementos identificativos de la democracia burguesa actual? ¿Seguirá apoyando el nacionalismo excluyente, la xenofobia y denigrando el conocimiento científico y la libertad de expresión? ¿Alargará su defensa del orden militar y la necesidad de un Estado con capacidad mínima de intervención? ¿Aumentará sus alianzas con las corrientes religiosas más casposas? ¿Continuará siendo la base ideológica de gobiernos como los de Brasil, Hungría, Polonia, EE.UU. o Filipinas?

¿Y qué pasará con la solidaridad? ¿Seguiremos trabajándola o la habremos dejado colgada de ventanas y balcones? ¿La habremos incorporado a nuestras vidas? ¿La exigiremos a nuestros/as gobernantes/as cuando sintamos que adolecen de ella, que la han traspapelado en su burocracia bienintencionada? ¿Les requeriremos que no vuelvan a una normalidad que dejaba a demasiadas personas desconectadas, fuera de la realidad, vulnerables, desatendidas? ¿Les recordaremos que sin solidaridad ninguna conquista humana se sostiene mucho tiempo? ¿Les convenceremos de que hay alternativa para hacer un mundo más educado, ecológico, equitativo, cívico, humano?

¿Será cierto que la cuarentena más dura no la hemos pasado con el Coronavirus, sino con los años vividos de espaldas a nuestro medio ambiente, de espaldas a las necesidades de millones de personas, adormecidos/as por un capitalismo seductor?

¿Será verdad que un mundo que se encuentra impactado, en algún momento, se preguntará por cuestiones que pueden suponer la transformación política, económica y social que muchos millones de personas deseamos?

Todas estas preguntas y muchas más que esperan su turno las ha propiciado la lectura del libro 'La cruel pedagogía del Virus' (1). Gracias, Boaventura De Sousa Santos.

(1) CLACSO, 2020

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