Viento del Norte es el contenedor de opinión de elDiario.es/Euskadi. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.
La seguridad integral como reto de país
Es curioso lo rápido que cambia nuestra sensación de seguridad. Ocurre en un pequeño instante. En un simple 'click'. Tan pronto nos sentimos tranquilos, confiados, protegidos, como, de repente, un brusco giro nos recuerda lo frágiles y vulnerables que somos. Damos por sentadas y seguras muchas cosas en nuestro día a día: encender la luz, ducharnos, cocinar, coger el tren, comunicarnos… pero, en realidad, todas ellas dependen de equilibrios inestables.
Es lo que todas y todos vivimos el pasado lunes, cuando asistimos al que quizá fue el mayor apagón masivo en la península ibérica de las últimas décadas. Inicialmente no sabíamos qué estaba ocurriendo ni lo que podría ocurrir. Desde el primer momento activamos todos los mecanismos de emergencia para responder a la crisis y, gracias a la información real y contrastada recibida, y la responsabilidad, calma y sentido común de la ciudadanía, en pocas horas respiramos con algo más de tranquilidad en Euskadi.
Tras atajar las cuestiones que podían dirimirse en el corto plazo y constatar que nos acercábamos a una situación de normalidad, el Departamento de Seguridad del Gobierno Vasco convocó al día siguiente una segunda reunión del LABI. Se acordó disminuir el nivel de Emergencia que habíamos decretado. Sin embargo, en la rueda de prensa posterior hice hincapié también en un segundo mensaje: se había evidenciado nuestra vulnerabilidad.
Por desgracia, no es la primera vez que ocurre. Durante los últimos años hemos vivido y sufrido diferentes episodios que lo muestran. La pandemia, el consiguiente bloqueo en la cadena de suministros, la crisis energética tras la infame invasión de Rusia a Ucrania, crisis de semiconductores, bloqueos de las rutas del comercio internacional o episodios climáticos extremos, son algunos ejemplos en apenas 5 años.
El apagón del lunes ha acrecentado la necesidad de tomar conciencia y la obligación de fortalecer nuestra seguridad integral. No se trata de preocuparse, sino de ocuparse. Debemos dar pasos decididos en este sentido y aprender de la experiencia vivida. Pero ¿a qué nos referimos cuando hablamos de seguridad integral?
Es cierto que, en un primer momento, nos pueden venir a la cabeza cuestiones relacionadas con la seguridad policial o la defensa militar. Sin embargo, debemos ampliar el foco y entenderlo en un sentido mucho más amplio. Nos referimos también a la seguridad energética, tecnológica, climática, alimentaria, de suministros, del agua, de salud pública…
El debate lleva tiempo encima de la mesa y afecta especialmente a Europa. Los informes de Letta y Draghi fueron la alarma del despertador. La irrupción de Trump, el jarro de agua fría que nos levantó de golpe. Y el apagón nos ha recordado que no solo hay que levantarse sino actuar.
El pasado lunes mantuve un encuentro con el propio Enrico Letta, quien en su último libro nos advierte de la necesidad de que Europa actúe unida, sin dilación, a fin de garantizar su autonomía estratégica y seguridad integral ante grandes potencias como EEUU, China o India. Su mensaje es claro: la inercia significa decadencia y subordinación a terceros.
Letta subraya varios factores que, a la vista de lo sucedido el lunes, adquieren un carácter de mayor urgencia si cabe: por ejemplo, la integración de los mercados en sectores clave como la energía y las telecomunicaciones, la modernización de las redes de transporte y distribución de electricidad, la relevancia estratégica de las conexiones transfronterizas, la necesidad de proteger infraestructuras críticas, y la de fortalecer los mecanismos de defensa ante amenazas de guerra híbrida como los ciberataques.
Europa es nuestra apuesta. En Euskadi lo tenemos claro: debemos invertir en todos aquellos mecanismos y palancas que fortalezcan la autonomía estratégica propuesta por la Comisión europea, para la que se están diseñando ya políticas y planes como el ‘Clean Industrial Deal’. Compaginando el medio y largo plazos. Y, sin caer en precipitaciones, es necesario imprimir mayor ritmo y mejorar desde hoy nuestras capacidades y nuestra conectividad transfronteriza y continental en términos de competitividad y de seguridad integral.
El apagón masivo ha supuesto un test de estrés. Una situación que nos ha obligado a activar procedimientos y protocolos previstos para situaciones de crisis. Actuaciones que veníamos revisando desde la desgracia producida por la DANA en Valencia, y que seguiremos mejorando también tras lo aprendido a lo largo de esta semana.
Sin embargo, no es lo único que debemos evaluar. Es necesario que hagamos una profunda y exhaustiva reflexión como País sobre nuestras capacidades de respuesta y resiliencia ante ‘shock’-s externos o internos.
El Autogobierno vasco es una herramienta eficaz y nuestro mayor aliado. Lo hemos sabido emplear con inteligencia y responsabilidad para adelantarnos a los acontecimientos y responder a las distintas emergencias. Pero debemos renovarlo y ensancharlo para poder responder a los desafíos de un nuevo tiempo.
Siempre con el sentido comunitario como brújula, porque la situación vivida nos recuerda lo vulnerables y frágiles que somos, también en Euskadi. El mundo que nos rodea es demasiado complejo como para caer en la trampa que tienden el individualismo y el consumismo desmedido, haciéndonos creer de manera ficticia que somos invencibles. No, no lo somos. Somos mucho más fuertes si estamos unidos y unidas.
Debemos tomar conciencia individual y colectiva de nuestra fragilidad, y aprender a protegernos. Porque, si bien es cierto que la ‘vulnerabilidad cero’ no existe, un País que toma precauciones y se anticipa, es un lugar mejor para desarrollar un proyecto de vida desde la confianza y la tranquilidad.
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