Del puerto al corazón de Donostia: la revolución pirata que conquistó la Aste Nagusia
El abordaje que empezó en 2003 como una reivindicación contra el modelo oficial de las fiestas, reúne ahora a miles de personas en el puerto, fusionando música, humor y desobediencia festiva
El abordaje en Semana Grande MATTIN IZAGUIRRE EGUIGUREN
El puerto de Donostia vuele a ser estos días algo más que un paisaje de postal. Entre banderas negras, ritmo de 'txaranga' y la espuma del Cantábrico, Donostiako Piratak ha dado inicio a una nueva edición de la Aste Nagusia Pirata, una cita que en apenas dos décadas ha pasado de una pequeña aventura de cuadrillas a un fenómeno que moviliza a más de 4.000 participantes y un sinfín de actividades.
Todo empezó el 11 de agosto de 2003, cuando medio centenar de personas decidió abordar la ciudad reclamando el uso libre y comunitario del espacio público. Aquella primera singladura, nacida del trabajo conjunto de gazte asambladas, comisiones de fiestas de barrio, bares y cuadrillas de la Parte Vieja, pretendía ser una respuesta a un modelo festivo dominado por un modelo tradicional. Hoy, el espíritu del abordaje se ha extendido mucho más allá del puerto.
Bajo el lema 'Auzolanari tiraka' (tirando del trabajo comunitario), los piratas llenan de vida espacios como La Flamenka, Lasta o La Trini, y llevan sus propuestas a barrios como Gros e Intxaurrondo. La programación es tan diversa como ambiciosa: 25 conciertos, sesiones de 'bertsos', comidas populares, talleres, juegos y el esperado día de los 'piratas txiki'.
El abordaje en Semana Grande MATTIN IZAGUIRRE EGUIGUREN
Pero el gran momento ha llegado en la tarde de este lunes, de nuevo 11 de agosto, cuando miles de personas han montado sus balsas y se han lanzado a cruzar la bahía en el famoso Abordatzea, un espectáculo en el que la música, el ingenio y el agua salada se mezclan en una fiesta que no entiende de formalismos. Donostiako Piratak mantiene intacta la idea con la que zarparon en 2003: unir fiesta y reivindicación.
Este año, su figura simbólica, Ezkila Kapitaina, ha desembarcado acompañado por Matti, representante de Donostiako Pentsionisten Mugimendua (Movimiento Pensionistas de Donostia), en reconocimiento a casi ocho años de lucha por unas condiciones de vida dignas. “Muchas gracias por este reconocimiento, nos hace mucha ilusión”, agradecieron sus portavoces en un vídeo. Con el paso del tiempo, el abordaje no solo ha ganado adeptos, sino que ha cambiado la manera de vivir la Semana Grande donostiarra. Para muchos, ya no se trata de elegir entre fuegos artificiales o música: aquí la verdadera pólvora está en la mezcla de comunidad, autogestión y libertad que inunda las calles.
Abordatzea: simbología juvenil en tono festivo
A las cinco en punto, el puerto se convierte en un hervidero. Las cuadrillas apuran los últimos retoques: un cañón de cartón aquí, un ancla pintada allá, y banderas negras sujetas con bridas. Cuando apenas quedan 5 minutos cuadrillas corren por el puerto con su 'barco' para no perderse un solo momento. Mientras tanto, el mar, en calma aparente, pronto se llena de balsas improvisadas, piraguas disfrazadas y algún que otro flotador gigante en forma de flamenco.
El momento del abordaje MATTIN IZAGUIRRE EGUIGUREN
“Hacemos frente a las fiestas del postureo, postal y toros”, gritan desde el megáfono. En el puerto, por otra parte, uno de los participantes se encuentra junto a sus compañeros. Han comido juntos y prácticamente llevan todo el día esperando este momento para llevar a cabo su particular descenso a la bahía. “Estamos muy ilusionados, nos ha tocado un día maravilloso. Es muy bonito porque no es una competición, sino que es un acto de felicidad”, describen. Otros se encuentran nerviosos. Este año han participado alrededor de 200 lanchas, lo que demuestra que no es una fiesta aislada, sino que es un evento clave dentro de la Semana Grande.
Comienza el abordaje con un fuerte chupinazo junto a una música festiva que hace bailar a los que se encuentran en el puerto. “Qué bonito es ver tanta ilusión y buen rollo”, comenta uno de los espectadores. Entre salpicaduras y vítores, el abordaje avanza hacia la bahía. La música suena desde varios puntos, y en el público, una vecina de la Parte Vieja, sonríe: “Esto le da otro toque a la Semana Grande”.
Nahia, miembro de la organización, se encuentra observando la escena. Acaban de entrar los últimos en el agua y se siente relajada. “Cada año la organización se reparte en diferentes grupos de trabajo y cada grupo tiene una responsabilidad. Aquí, por ejemplo, el grupo que nos encontramos en la rampa, a la mañana hemos estado montando las lanchas y ahora gestionando el abordaje. Luego hay otros grupos que se encargan de la coordinación o de la infraestructura”, cuenta. Además, Nahia explica que el abordaje es el reflejo de lo que es para ellos Donostia, haciendo frente a problemas como la turistificación y promoviendo las fiestas populares.
Una conquista que es tradición
Veintidós años después de aquel primer desembarco tímido, la Aste Nagusia Pirata se ha consolidado como una de las señas de identidad de las fiestas donostiarras. Lo que empezó con apenas medio centenar de marineros rebeldes es hoy un movimiento que involucra a miles de personas, decenas de actividades y un modelo de fiesta que combina humor, desobediencia y participación popular.
Los primeros en llegar a la Concha MATTIN IZAGUIRRE EGUIGUREN
En la playa de La Concha, se encuentra un miembro de la organización observando a los primeros piratas llegar. “Ahora poco a poco van a ir llegando el resto, es muy bonito el final”, asegura. Mientras, el puerto se vacía poco a poco, pero el eco de las 'txarangas' y las risas resuenan por toda la Parte Vieja. Porque Donostia al menos durante una semana, pertenece al pueblo... y a su tripulación.
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