Un 'Julio César' irreconocible, alejado del clásico y a ritmo de trap en el Teatro Romano de Mérida

Audaz, irreverente, arriesgada, valiente, transgresora y rupturista. Todos estos adjetivos se han leído y escuchado en los últimos días para calificar la producción que ha inaugurado la 68ª edición del Festival de Teatro Clásico de Mérida. La versión de 'Julio César' que se estrenó en la noche del viernes es todo eso, pero también es una interpretación irreconocible y muy alejada de la tragedia que William Shakespeare escribió en 1599.

Es la séptima vez que el Teatro Romano de Mérida acoge este clásico, que deja de serlo en la versión del Complejo Teatral de Buenos Aires. Es cierto que en la lectura que hace el director, José María Muscari, se abordan los temas principales de la obra del autor inglés como la ambición por el poder, la tiranía, la traición, la corrupción y subyace un discurso político que no ha pasado de moda. Pero en esta versión, en la que hombres y mujeres intercambian sus papeles, también hay una defensa clara del feminismo y de la libertad sexual.

El espectáculo podrá verse hasta este domingo en la capital extremeña y llega precedido de un éxito de público en Argentina, donde ha cosechado críticas mixtas. Y es que antes de adquirir las entradas habría que aconsejar que la de Muscari no es una versión apta para puristas de la cultura clásica grecolatina. Este Julio César interpretado por la estrella argentina Moira Casán se pavonea por la arena del teatro emeritense a ritmo de trap, las canciones de Nathy Peluso interrumpen escenas y sirven de transición entre unas y otras mientras cinco pantallas led emiten primero planos del elenco. Y todo ello en una escenografía que emula un club nocturno, pero que respeta la majestuosidad del Teatro Romano, y con un vestuario urbano, brillante, de colores chillones, gafas de sol y deportivas.

La compañía ha apostado por traer hasta el siglo XXI a Julio César, Bruto, Marco Antonio, Cornelia... con un lenguaje actual y con innumerables alusiones a Telegram porque “no deja rastro” (la obra trata la traición de Bruto a Julio César), TikTok, los hashtags, las fotos de perfil de las redes sociales, los ejércitos de trolls para crear corrientes de opinión y Netflix.

La obra ha necesitado una adaptación para representarla en España por los giros idiomáticos, la puesta en escena y el humor, según desveló el director tras el estreno. No obstante, los chistes con referencias a España y a Mérida no lograron arrancar las carcajadas de un teatro medio lleno. El público de este festival, muy generoso por lo general en aplausos y risas, se quedó algo frío durante los 80 minutos de representación.

No obstante, es destacable la interpretación del elenco, pero sobre todo el trabajo de las actrices Alejandra Radano en el papel de Bruto, Malena Solda como Casio, y Marita Ballesteros como Marco Antonio, el 'viudo' de Julio César en esta versión.

En definitiva, una versión libre (mucho) de la tragedia de Shakespeare pero traída a 2022 “porque cuenta cosas que siguen pasando actualmente”, como dijo Alejandra Radano después de pisar el Teatro Romano de Mérida.