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La petición de BIC para la plaza de toros de Mérida

Emilio Olivas Salguero

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La plaza de toros de Mérida ha cumplido cien años. No estoy muy versado en esto de los toros, pero tengo entendido que está catalogada como de segunda categoría; no sé si siempre ha sido así, pero desde luego que a tenor de los festejos taurinos que en ella se celebran actualmente, se me antoja mucha categoría.

El declive de la fiesta taurina en el coso de San Albín es patente. La desafección del gran público con este tipo de festejos hace que sea cada vez más difícil organizarlos. Está claro que invertir en la plaza de toros con la finalidad de una rentabilidad puramente taurina, parece algo quimérico; sin embargo, ha habido alguien con un profundo amor por el tema, que no ha dudado en adquirir el edificio.

El edificio, con sus anexos, fue construido en 1914, se ha mantenido contra viento y marea, a pesar de que le fue desmantelada una de las partes más bellas y airosas como su andanada superior, de hierro fundido y forjado, dejándola convertida en un páramo arquitectónico. Si los festejos taurinos están en declive ¿qué rentabilidad puede ofrecer el coso de San Albín?. A ello hay que añadir las cargas fiscales y de mantenimiento que tiene el edificio. En diciembre de 2014, se ha incoado un expediente de declaración de Bien de Interés Cultural (BIC), no sé exactamente a instancias de quién, pero la consecuencia inmediata de la declaración supondría exenciones fiscales, que no es poco.

Luego estaría la utilización del edifico para otros usos, que no entro a calificar, pero que estaría alejado del mundo taurino, con lo que la noble intención de fomentar la Fiesta Nacional quedaría en entredicho, incluso el propio significado del edificio y su razón de ser.

Las obras que se están realizando actualmente están dejando al descubierto restos arqueológico a muy poca profundidad y de variada significación. Sabido es que cuando se construyó la plaza aparecieron importantísimos restos relacionados con el culto mitraico, en relación con la villa anexa y un mitreo aparecido en una casa cercana. En consecuencia, el subsuelo del lugar alberga tesoros arqueológicos, que merecen ser rescatados, todo ello hay que contextualizarlo con la vecina muralla y el área de los bodegones, con lo que tendríamos un potencial patrimonial excepcional. Pero como sucede con otros casos de Mérida, este proyecto duerme en el cajón de la indiferencia. A esta situación se le añade ahora como obstáculo la intención de declaración de la plaza de toros como BIC. Mérida que es Conjunto Monumental Patrimonio de la Humanidad, cuenta con 30 monumentos declarados BIC, algunos de los cuales con fecha anterior a la construcción de la plaza de toros y algún otro no declarado. Monumentos que impresiona por su historia y presencia, haciendo honor a su declaración. Comparar la desmantelada plaza de toros con cualquiera de ellos suena a chiste; la propuesta me parece un exceso que no debería ser tenida en cuenta, pues desmerece el propio concepto de monumento. Y, sin embargo, lo racional y socialmente aceptable y necesario sería redactar un proyecto de recuperación de toda el área del Cerro de San Albín y ejecutarlo.

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