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360 curvas para una revuelta histórica: cuando A Fonsagrada se rebeló contra la Xunta por el aislamiento y el abandono

Pintada contra las 360 curvas en los poco más de 70 kilómetros de carretera entre Lugo y A Fonsagrada

Alfonso Pato

24 de junio de 2024 05:56 h

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En 1992, A Fonsagrada, un pueblo en el que casi nunca pasaba nada, vivió unas revueltas sin precedentes, conocidas popularmente como As Movidas. Aislados en la montaña lucense, azotados por una sangría demográfica imparable y abandonados por la Administración, los vecinos decidieron rebelarse contra la Xunta que entonces gobernaba Manuel Fraga. Hubo encierros en el ayuntamiento, huelgas generales, una gran manifestación en Santiago, personas encarceladas y contundentes intervenciones de los antidisturbios llegados de León.

Una historia en la que se mezclan la despoblación, el transfuguismo, la carencia de servicios en el mundo rural y las 360 curvas tortuosas que separaban A Fonsagrada de Lugo, la capital provincial, y que ahora se contará en el documental 360 curvas. Una carretera tortuosa donde muchas mujeres, por ejemplo, parían en el camino antes de poder llegar a dar a luz en hospitales de Lugo y donde había pintadas contra las curvas, algunas de las cuales hasta reclamaban “Biodramina por la Seguridad Social”.

“Es una historia muy poco conocida y algo de lo que debemos sentirnos orgullosos. Lo que pasa es que continúa siendo algo tabú porque generó muchas rencillas en el pueblo”, explica Adrián Méndez, el productor y promotor del documental, que inició la idea con el director de fotografía Manuel Lucas.

La historia sucedió en el año 1992, pero en realidad se venía incubando casi a lo largo de todo el siglo XX. A principios de ese siglo A Fonsagrada era un municipio próspero que rozaba los 20.000 habitantes, casi tantos como Vigo, que tenía en aquel momento 23.000. Con el paso de los años el declive demográfico fue alarmante y trajo consigo un descenso de servicios y un progresivo abandono percibido por la población, que en aquel momento apenas rondaba los 7.000 habitantes. “No hubo un plan para afrontar y prever un problema que iba a llegar. Ya no digo solucionarlo, pero al menos preverlo y poner algo de remedio”, afirma Ana Hernández, conocida como Ana do Cantábrico por su negocio familiar de hostelería, y una de las mujeres que participaron en aquellas protestas.

Encierros, huelgas generales, cargas policiales...

El detonante de las mismas fue un cóctel de malestar contra la Xunta y contra el poder local. A finales de los años 80, Manuel Fraga diseñó un plan de comarcalización para Galicia, con 34 fundaciones y 15 centros comarcales. Esta tupida red, que muchos consideraban que desprendía un cierto tufo a red caciquil, dejaría a A Fonsagrada sin ser cabecera de comarca y los vecinos lo vieron como una afrenta, que además provocaría el cierre de la oficina del servicio de Extensión Agraria y su traslado al pueblo de Becerreá.

Esta oficina era de enorme relevancia en este ayuntamiento, el más grande de Galicia en extensión con 438 kilómetros cuadrados y numerosas explotaciones agropecuarias. En noviembre de 1991 varias personas promovieron un primer encierro en el ayuntamiento para protestar contra este plan. Entre ellos incluso el alcalde, Mario Arias Mon, un tránsfuga que poco tiempo atrás había dejado el PSdG para integrarse en el PP. “Había un enorme malestar político con el alcalde, que se cambió de partido por intereses particulares, pero todavía fue peor que primero se encerrase con la gente y después se desvinculase y se pusiese en contra”, recuerda la vecina Ana Hernández, que participó en los encierros.

A partir de aquí, durante meses, los vecinos de A Fonsagrada vivieron en una lucha continua. Varias huelgas generales que cerraron el pueblo o una manifestación en la sede de la Xunta en Santiago con cerca de 4.000 personas llegadas en autobuses de toda la comarca. La tensión en los encierros fue en aumento. “Las campanas de la iglesia tocaban para avisar que estaba entrando en el pueblo la Guardia Civil y salir todos corriendo hacia el ayuntamiento a defendernos”, rememora Ana Hernández sobre aquellos meses en los que jóvenes y mayores se encerraban por turnos en la casa consistorial. Hasta que hubo una carga policial que acabó con detenidos y tres personas encarceladas en Bonxe. Al cabo de nueve días fueron liberadas y recibidas a hombros como héroes por las calles de A Fonsagrada.

Adrián Méndez, promotor del documental 360 curvas, e hijo de Víctor Méndez, que también participó en las revueltas, realizó un hallazgo que los animó a abordar esta aventura: el archivo del vecino y fotógrafo Manuel Fernández. “Me enteré que había varias grabaciones en vídeo de Manuel Fernández. Hizo varias piezas de entre 10 y quince minutos y gracias a él recuperamos los brutos sobre los que trabajamos”, explica. Entre estas grabaciones hay unas imágenes donde los vecinos del pueblo cavan con azadas, picos y palas un montículo para eliminar una de las curvas que los separan de Lugo.

“Mover la tierra de forma colectiva y eliminar esa curva con azadas para mi es un gesto poético y muy simbólico. Es como abrir el futuro con las manos entre todos”, reflexiona desde la sala de montaje Ariadna Silva, codirectora del documental, junto con Alejandro Gándara. A Silva le fascinó poder tener acceso a este archivo audiovisual y engancharse a este episodio histórico de As Movidas. “Me parece muy interesante que después de esta revuelta se constituyese una candidatura vecinal independiente que ganase las elecciones, salida de horas de reuniones y asambleas. Lo veo como el preámbulo de lo que después sería el proceso de las Mareas”, explica.

El paisaje después de la batalla

Además de una historia que pueda llenar de orgullo a los que participaron en ella, la cuestión es si aquella lucha sirvió o no para algo. “Yo creo que aquella lucha sí valió la pena. Se lograron frenar cosas que pudieron ser peores. Sigue sin asentarse la población, pero la carretera mejoró y la cabecera comarcal se mantuvo. Yo me siento orgulloso de aquella lucha”, afirma el productor y músico Adrián Méndez, que también promueve la Foliada de A Fonsagrada, una de las grandes citas de la música tradicional en Galicia.

“Se arregló la carretera y poco más. No creo que haya valido para nada en lo relativo a la despoblación. Desde aquella época no se ha hecho nada por parte de los políticos. Creo que se apoyan muy poco las zonas rurales”, sentencia Ana Hernández. Aunque nacida en Lugo, Hernández se asentó en A Fonsagrada a finales de los años 80, y asistió en primera persona al derrumbe de la curva demográfica, que sigue en caída libre. En el año 1992, cuando tuvieron lugar As Movidas, la población de A Fonsagrada rondaba los 7.000 habitantes. En apenas tres décadas ha perdido más de la mitad de la población, según los datos del INE de 2023, que cifran su censo en 3.186 personas. “Si necesitas una matrona o fisioterapia tienes que ir a Becerreá, a casi una hora, donde tenemos el hospital. Además no hay ni transporte público, o vas en coche particular o pagas un taxi”, denuncia Ana Hernández.

La codirectora del documental, Ariadna Silva, también tiene claro que el final de As Movidas no tuvieron sensación de victoria. “Esto es complejo. Parecía una victoria en su momento, pero veo que al final hay una sensación agridulce” explica sobre esta película, sobre la que matiza que “no habla solo del pasado, sino que aborda el presente y espero que abra un debate para reflexionar sobre el futuro”. En todo caso, las curvas siguen muy presentes en la vida de los vecinos de A Fonsagrada: “Las conté hace poco y todavía me daban 200 y pico curvas”, bromea Adrián Méndez, que ultima los apoyos para su documental 360 curvas. De momento cuenta con el apoyo de la Deputación de Lugo, de la Xunta de Galicia a través de Agadic, pero no del Concello de A Fonsagrada, gobernado ahora por el PSdG. “Es poco comprensible que para algo de lo que sentirnos orgullosos, nos den largas todo el tiempo ”, concluye decepcionado.

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