Después de la batalla: ¿qué pasó en las elecciones gallegas?
“Son las elecciones más raras que vi en mi vida”. Un alto dirigente de un partido estatal con una dilatadísima trayectoria lanzaba esta reflexión en la primera jornada de la campaña electoral que culminó en las elecciones del pasado 21 de octubre. La crisis económica, los recortes, la desafección política que registran estudios como los del CIS y la reestructuración del mapa partidario del país por el lado de la izquierda abrían un escenario casi imprevisible, en el que convivían encuestas que afianzaban a Alberto Núñez Feijóo en una holgada mayoría absoluta -como finalmente sucedió- con otros que dejaban abierta la puerta a un cambio de color político en el Gobierno de la Xunta. Llegó el 21-O y el PP no salió indemne al considerar el cómputo de votos pero sí salió reforzado, pasando de tener uno a tener tres escaños sobre la mayoría absoluta. Mientras, la que había sido oposición parlamentaria de PSdeG y BNG se desplomó mientras emergió la Alternativa Galega de Esquerda (AGE) liderada por Xosé Manuel Beiras. Y todo esto, por que?
“En las elecciones se materializó una situación larvada, que es la crisis del PSOE y del BNG, como organizaciones y como alternativa conjunta”. Quien realiza esta reflexión es Carlos Neira, economista y experto en análisis demoscópica y electoral, para quien AGE “vino a ocupar, sin quererlo” y “sin tener un proyecto maduro, unitario y claro”, “el espacio que dejaron PSOE y BNG” tras compartir el Gobierno de la Xunta. Tras perder el Ejecutivo en 2009 las relaciones de socialistas y nacionalistas se rompieron y en la campaña “era tarde” para mostrar la unidad. “Se intentó escenificar en campaña para coger votos”, asegura.
En un sentido parecido analiza lo sucedido Francisco Martínez Hidalgo, profesor y politólogo especializado en comunicación política. “La única opción estratégica que tenían PSdeG y BNG era mostrarse como alternativa de Gobierno” y “no caer en la trampa de la polarización” que, en su opinión, suponga tanto como “destacarse como una alternativa distinta a la que proponía AGE y a lo que proponía el PP”. “Optaron por insistir en la polarización y en la crítica al PP” y eso, a su juicio, contribuyó a la apuesta de la formación de Beiras y de los populares por “utilizarse uno al otro”.
“El PP utilizó la AGE como el representante de la alternativa de la oposición, totalizándola, todo lo representaba AGE como organización radical”, estrategia empleada por los conservadores, explica, para “movilizar a su electorado y desmovilizar la parte más moderada de la izquierda que vota PSOE o BNG, que son fuerzas de Gobierno”. Por su parte, detalla, “AGE usó al PP para comparar y activar el electorado de la izquierda como voto protesta”. “No se mostró cómo alternativa de gobierno, sino como oposición contudente y movilizó mucho el descontento”.
El futuro
Para Carlos Neira a ese papel de AGE hace falta sumarle también la “desidia” que, desde su punto de vista, existió entre PSdeG y BNG a la hora de ofrecer muestras de “buena vecindad”. “Eso lo castigó” su potencial electorado, afirma, en un contexto en el que ve la Alternativa como “ganador circunstancial” al que ahora se le presenta la oportunidad de “optar a liderar el proceso” de construcción de una alternativa al PP, “porque es la única fuerza que crece en la Galicia dinámica, urbana y joven” y fue también “la única que fue capaz de restarle fuerza a la abstención. Así y todo, el proceso de construcción de ese polo opuesto al PP debe pasar, según su análisis, por ”unir a toda la izquierda“, ”fuerzas estatales y no estatales“ que se unan en base a ”contenidos“ y tengan en cuenta que ”el PP perdió muchísimos votos, pero la izquierda perdió más“.
En opinión de Martínez Hidalgo aún es “sociopoliticamente muy arriesgado” hablar del papel que puede jugar AGE en el futuro, porque en términos electorales “no existe”, sino que “existe Xosé Manuel Beiras, su trayectoria personal y lo que él representa”. Mucho del electorado de AGE, dice, “se movilizó porque Beiras le pidió que se movilizara”. Por eso, añade, “ahora a AGE le llega la hora de preparar el post beirismo, que es lo más complicado porque no existe un líder alternativo”.
La renuncia a las “campañas negativas” y “de candidato”
Francisco Martínez Hidalgo detecta diferencias diversas entre la campaña del 21-O y la de las elecciones autonómicas de 2009. Una de las principales es la desaparición de las conocidas como campañas negativas“, que habían capitalizado la estrategia electoral del PP contra el bipartito, centrando sus andanadas en denunciar supuestos despilfarros o en atacar incluso personalmente a los principales dirigentes de PSdeG y BNG. El actual contexto social está caracterizado por que ”la gente es muy crítica con la clase política y con los partidos tradicionales“ como acreditan, dice, numerosas encuestas sobre la ”desafección“ ciudadana. ”Ninguno de los partidos se podía permitir fomentar“ ese fenómeno, destaca, y por eso no incidieron en este tipo de batallas. Aun así, destaca, ”los partidos tradicionales perdieron más de medio millón de votos“.
Del mismo modo, añade, tampoco fue este “un contexto de campaña de candidatos”, entendida como la carrera electoral centrada en las personas y no en las “propuestas”. Esto sucede, desde su punto de vista, por ese mismo contexto de “fuertes críticas hacia los partidos tradicionales”, esencialmente por “cómo se está gestionando la crisis económica”. “Esta sí era una campaña para estar centrados más en las propuestas que en los candidatos”. Por el contrario, analiza, fuerzas como el PsdeG “apostaron demasiado por el mensaje del candidato y desdibujaron la alternativa de gobierno”.