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La térmica de As Pontes prueba sustituir parte de su carbón por lodos para retrasar unos años el cierre

Central térmica de Endesa en As Pontes

Miguel Pardo

As Pontes y el personal de su térmica se agarran a las pruebas que en las últimas semanas está llevando a cabo Endesa en la busca de combustibles alternativos que permitan un futuro en la central tras el anuncio acelerado de su cierre. La noticia imprevista y adelantada de la empresa hizo surgir propuestas que parecen transitorias hasta el inevitable y definitivo fin del carbón impuesto por las políticas de la UE y la lucha contra el cambio climático.

Las pruebas de la semana pasada se basaron en la sustitución del 40% del carbón por lodos de depuradora (25%) y el resto sólido que se obtiene tras la extracción del aceite de orujo de aceitunas (15%), aunque también se trabaja con una pequeña proporción de astillas verdes. Esta quema en las calderas de la central térmica fue supervisada por técnicos del Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE), organismo dependiente del Ministerio de Transición Ecológica, que están a punto de emitir el informe que detallará la rentabilidad y eficiencia de esta mezcla.

Empresa y personal tendrán que esperar algo más por otro informe sobre las analíticas medioambientales, que determinará los efectos contaminantes de estos nuevos combustibles y si su impacto es mucho menor o no que el de la quema masiva de lignito.

Desde el comité de empresa asisten “con ilusión” a estas pruebas, “esperando resultados” y que estos “den viabilidad a la opción de los biocombustibles” en la central térmica de As Pontes. Con todo, el personal es consciente de que la generación de energía eléctrica con estas alternativas “no daría para mantener los cuatro grupos” de la planta, pero esperan que “sí por lo menos para la mitad”.

A falta de los resultados definitivos y oficiales, las primeras informaciones advierten de la viabilidad técnica de la mezcla de carbón (aún en una proporción de un 60%) y estos biocombustibles, pero faltaría asegurar la viabilidad económica y medioambiental, que depende mucho de la logística, del aprovisionamiento de la materia prima y de los efectos contaminantes que provoque la combustión.

“Queremos aprovechar la tecnología vanguardista que tenemos en la central, así como toda la inversión (más de 200 millones) hecha en los últimos tiempos para adecuarse a las normativas comunitarias”, advierten desde el comité, en referencia a las medidas que en filtros y reducción de polución disminuyen el impacto de gases contaminantes, aunque no de los de efecto invernadero, inherentes a la combustión.

Las pruebas no son algo nuevo. La EDAR de Bens, empresa pública supramunicipal de depuración de aguas residuales de varios ayuntamientos del área de A Coruña, lleva desde abril colaborando con la central de Endesa para evaluar la posibilidad de emplear estos lodos derivados de la purificación como combustible. Cinco meses antes de anunciarse la posibilidad de un cierre.

“Sería una buena iniciativa de economía circular y con residuos con los que no se sabe muy bien qué hacer”, insiste el comité de empresa. Desde la USC, fuentes expertas en energías renovables y cambio climático advierten de las dificultades en la quema de lodos y en su bajo poder calorífico en comparación con el carbón, una sexta parte. En definitiva, “es impensable que su uso compense la producción energética de la central”. Aunque sí podría compensar en parte a un complejo industrial que parece condenado a la diversificación o, como advierten varios investigadores, a apostar por “una transición sostenible con políticas proactivas que rompan con la dependencia enfermiza de las energéticas”.

En el fondo, responsables de las administraciones implicadas reconocen en privado que las alternativas en las que se trabaja no parecen solución a largo plazo, sino una opción para mantener en activo a central algunos años, en la busca de esa transición sostenible y ese plan de futuro que no llega , a pesar de que la propia UE señala a Galicia como zona prioritaria en ese nuevo ciclo económico.

La quema de residuos como los lodos de depuradora, que suponen un problema medioambiental, les permite quedar fuera del mercado de derechos de emisión, el gran obstáculo al que alude Endesa por su incremento de precio, aunque produzcan igualmente CO2. Además, el hecho de que sean considerados biocombustibles le permitiría a la empresa acceder a subvenciones de las que ahora carece. “La firma estará dispuesta a seguir quemando si esto le permite acceder a ayudas y paliar sus pérdidas, pero dentro de unos años tendremos el mismo problema”, advierten fuentes expertas que trabajan desde hace tiempo con las administraciones en la busca de alternativas. “No sigamos dando patadas hacia delante sin tener un rumbo definido”, insisten.

El ejemplo de la central de Drax

Las mismas fuentes piden también mirar a lo ocurrido en Inglaterra con la que era a mayor central de carbón del Reino Unido, la de Drax, con una transformación llevada a cabo gradualmente desde 2012. Ahora es una de las mayores centrales de biomasa del mundo, como recuerda Ballena Blanca en este reportaje, alimentándose de pellets de madera para producir hasta el 6% de la electricidad del Estado británico. Pero tiene los días contados.

Pero los ingentes subsidios para la quema de biomasa, un promedio de 2,5 millones de euros al día, se acaban ante la negativa del gobierno británico de seguir financiando este proyecto. Ante este panorama, la central ya ha decidido convertir sus últimas plantas para adaptarlas al uso de gas, que será el nuevo combustible.

La central de biomasa de Drax necesita 7 millones de tonelada de madera al año para funcionar, una cantidad superior a la que se extrae en toda Gran Bretaña, por lo que importa de otros países, también de bosques vírgenes cortados para este fin y con un grave impacto medioambiental. Aunque es una opción descartada ya tanto por Endesa como por la propia Xunta, y toda vez que la potencia de la central térmica de las Pontes es de casi 1.500 megavatios, el consumo requerido se elevaría a casi unos 15 millones de toneladas de madera por año. Una cifra inviable, aunque no se descarte algún proyecto de este tipo como parte de la transición económica en As Pontes.

“Y con todo, esa central inglesa cobró millonarias subvenciones durante algunos años para ahora pasarse al gas”, advierten las mismas fuentes expertas.

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