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Batucadas que rompen los estereotipos en Madrid: “Nos regimos por la sororidad entre mujeres y la hermandad”

La batucada Shambaiala, en uno de sus últimos eventos

Sara Núñez

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Las fiestas de barrios, marchas y manifestaciones suelen ir al ritmo de varios corazones que palpitan sobre la superficie de sus percusiones: son las batucadas, que resuenan bajo las manos de los integrantes de cada colectivo. Y entre todas ellas, cabe mencionar las protagonizadas y dirigidas por mujeres que anteponen sus cuidados, bailes y voces por encima de todo lo demás.

“Nos regimos por la sororidad entre mujeres y la hermandad. Nos gusta mucho ser familia, poner en valor los cuidados y la felicidad”, así define Natalia a su querida batucada: Shambaiala, un grupo de percusión madrileño integrado únicamente por mujeres que rompe los estereotipos y trae su diversión a las calles. Desde formaciones reducidas hasta grupos con 14 percusionistas, son capaces de transmitir toda su pasión y energía grupal al público que las rodea.

Todas las batucadas parten de una base de mezcla africana y brasileña: la samba carioca se ha dejado de hacer, pero las raíces están ahí; los ritmos seis por ocho, que recuerdan a cierta sensación de mantra; otros ritmos combinados, como el funky, el swing, un poco de merengue, salsa… las batucadas, en concreto las integrantes de Shambaiala, cogen esos ritmos y se transforman una melodía perfectamente unificada, sobre la cual danzan estas mujeres.

Con 11 años de actividad, el primer núcleo de esta batucada surge a raíz de Samba Da Rúa, también en Madrid: “Las mujeres que estábamos ahí echábamos de menos que se valoraran elementos como vestuario y baile, no sentíamos que se diera espacio a esas propuestas. Además, yo empecé a dirigir años antes pero había costado mucho que las mujeres tuvieran este alto puesto”.

Natalia recuerda cada ocho de marzo, cuando, además, se forma un bloque de mujeres de distintas batucadas: “En 2008 estaba en la bajada de Atocha y, normalmente, en Samba surgía un poco de debate durante la asamblea previa. Había quien estaba a favor y apoyaba a las mujeres que fueran como batucada, y algunos hombres complicaban un proceso que para nosotras era muy obvio, nos empezamos a cansar”. Fue cuando conocieron a otra batucada en Granada, Bembé, una de las primeras de España de las cuales obtuvieron la información necesaria para fundamentar un nuevo colectivo, se dispusieron a buscar mujeres, hicieron llamamiento y así empezó todo, al tomar como referencia a Zalindé: batucada francesa de mujeres que les sirven de inspiración.

Cuando Natalia comenzó en esta trayectoria había muy pocas batucadas, que se han ido expandiendo a raíz de las más sociales, según explica (Samba da Rúa, por ejemplo, tiene una filosofía muy social y estaba presente en las movilizaciones donde se implicaba políticamente), la gente lo iba notando a pie de calle y quería probar. En Madrid tiene su tirón por las mujeres y el componente feminista siempre está. Es por ello que estas percusionistas no suelen faltar en las convocatorias que reivindican igualdad de derechos para las mujeres, aunque no van como Shambaiala: solo van como mujeres cis, como trans, como personas queers. Se hace llamamiento de todas las personas que quieren tocar y suelen acudir.

“El lema de si lucho, lucho cantando es muy simbólico y significativo en el movimiento feminista. Vamos a cuidarnos todas, luchar y gritar por lo que consideramos que no es justo ni válido, todo lo que no vamos a consentir. Que haya música, baile, que la gente esté bailando y gritando con todo el colectivo trans y queer, que es importante ir metiéndolo... quiero que estas personas luchen cantando”, recalca. Aunque sus eventos favoritos son los que vienen de la mano de las fiestas en pueblos y barrios.

Cuentan con tres tipos diferentes de espectáculos: pasacalles, actuación en estático a pie de público y actuación de escenario con locuciones poéticas relacionadas con los cuatro elementos (agua, tierra, fuego y aire). Disfrutan cuando tocan en los barrios, durante eventos como el Festival de Música en la Calle (Femuka), al que llevan acudiendo cuatro años seguidos, en la Estación del Espinar de Segovia. El Colectivo Canalla lo suele organizar y todo el pueblo decora las plazas.

“Esta fiesta sigue nuestra filosofía: tocar en la calle, con gente que le gusta la música y quiere compartir con otros grupos, así diferentes grupos nos conocemos y hacemos comunidad, y el pueblo también está encantado. Es muy familiar y la gente te coge cariño”, algo que han echado en falta con el parón de la pandemia pero que van retomando por medio de su participación en Madrid, en el centro con Tapapiés; en bolos privados, para bodas o similares; en el Círculo de Bellas Artes, para el Carnaval, o en pueblos de Cercedillas y Bilbao.

“Queremos hacer algo bonito, creo que es muy luminoso”, así describe Natalia la energía de esta batucada, con un vestuario cuidado que se adapta a la representación de cada elemento (agua para el agua, rojo para el fuego...), que se desencamina de cualquier uniforme de camiseta y pantalones, también mantienen su alegre esencia por sus coreografías. “Se integra mucho que bailes a la vez que tocas. La gente tiene un poco de oído y es suficiente, eso se puede entrenar. Lo bailamos varias veces, a la vez, también cantamos la melodía hasta que queda en la cabeza. Los bailes complicados cuestan, algunas veces los conseguimos meter con entrenamientos y otras tantas los tenemos que desechar”, pero tampoco se hunden si terminan equivocándose porque, tal y como explica ella misma, no hay nada más humano y divertido que errar, incluso durante un bolo.

El grupo sigue creciendo y ahora cuenta con cinco nuevas integrantes: “Shambaiala se mejora a sí misma en cuanto a cuidado, implicación y buen rollo”, algo que demostrarán en sus próximos eventos, aún pendientes de confirmar, de Las Vistillas y Lavapiés, a partir de septiembre. Un grupo de mujeres que componen una misma familia por medio de la complicidad, la risa, el cuidado, y que transmite ese mismo mensaje a raíz de su significado: al final, shambaiala significa samba de la alegría.

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