El arte y el olvido: realismo desde el sur de Madrid con los pinceles de Josefa Medina

Uno de los retratos de Medina, presentes próximamente en el Matadero de Madrid para 'Homenaje al Realismo'

Sara Núñez

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Se considera realista, pero sin llegar al hiperealismo. No llega a acabar el cuadro por igual en todas partes, direcciona al espectador. Más retratista en cuanto al enfoque de su trayectoria, hace todo tipo de obras y logra que el espectador se fije en una boca, una nariz, un detalle minucioso que cobra sentido al mensaje que ella misma lanza intencionadamente, frente al hiperealismo en el cual su artista pone todo por igual para que el ojo enfoque y desenfoque. Josefa Medina, con sus pinceladas de realismo contemporáneo español, desde su taller o su domicilio en Móstoles, siempre quiere enviar un mensaje en sus retratos, a veces oculto y a veces no tan ocultos. A veces habla del alzheimer, por la experiencia personal y familiar vivida a través de la mirada de su madre. Otras veces refleja cualquier aspecto, reflexión y paisaje que viva por sus ojos, hasta sus lienzos.

Medina (Belalcázar, Córdoba, 1966) dirige la Escuela de las Artes de Arroyomolinos y cuenta con varios talleres en Móstoles. En este último organizan y preparan exposiciones, como la que llegó el pasado viernes a la Residencia de Ancianos de Villaviciosa de Odón, con sus Grandes Olvidados y los 53 trabajos que realizaron sus alumnos. También acude como invitada en el Homenaje al Realismo en Casa del Reloj del Matadero desde el 3 de octubre, a las 19.00. Todo esto, después de despertar con los sonidos de la Giralda de Sevilla. Entre otros trabajos, culminó un homenaje a una chica que murió en un accidente y cuyos artistas la reflejaron desde distintas perspectivas para exponerlas en Barcelona. El ciclo de arte, por su parte, abarcará desde noviembre hasta junio donde ella coordinará la visita de artistas que califica como “muy relevantes” dentro del panorama nacional e internacional.

“En la reciente exposición que hicimos por Sevilla todo el mundo miraba la obra y luego me miraba a mí, era un autoretrato donde solo se me ve la boca. Ese retrato entra En femenino, donde una señora, ya de edad avanzada, no tiene por qué no ser atractiva: su fuerza, su pose…” A veces el espectador se encuentra con el reto que la autora propone, navegar por el cuadro y encontrar por qué esa posición y mensaje. Otras veces trabaja con papeles arrugados de periódico, los mezcla con información y, sin restarle la importancia que tiene (como un recorte tan conocido como las mismísimas Meninas de Velázquez), contrasta con algo tan cotidiano como los anuncios de rentas de pisos.

Tres cuadros son los que se podrán ver expuestos por un tiempo en el Matadero por Homenaje al Realismo, “como parte de un bombazo donde se reunirán los mejores realistas de España, no solo de Madrid”. Asimismo, también abarcará como comisaria un ciclo en Arroyomolinos, donde mostrará obras de los mejores artistas españoles e internacionales: empieza en noviembre con Antonio López, Eduardo Naranjo y otros de sobrenombre, y continuará a lo largo de los próximos meses.

Sus intimidades, en lienzo

Con la lupa puesta para detallar sobre las realidades más genéricas y hasta aquellas más delicadas, así como próximas, a la autora. Así trabaja Josefa y lo demuestra con la próxima exposición de la cual formará parte en la Residencia de Ancianos de Villaviciosa de Odón, en la Comunidad de Madrid, el 30 de septiembre como parte de Grandes Olvidados. Casi “premonitorio”, lo define, por cómo trabajaban en la residencia con un equipo de fotógrafos, peluqueros y maquilladores. Hay 52 piezas y ella hizo una de estas, unos retratos pintados justo antes de la pandemia, de las cuales Josefa se encargó de capturar “la increíble fuerza y energía” que emanaba de una señora, la más mayor del lugar, ya fallecida.

Entre las piezas, el conjunto de autores reflejaban la belleza de las personas, “sacaban su mejor imagen” más allá de enfermedad o cualquier situación con la que cada uno lidia o lidiaba. También participó en un concurso donde ganó un premio que no tardó en donar a un estudio sobre el alzheimer, de cuyo tema trataba su trabajo. La obra no iba más lejos: Las musa de la memoria, expuesta en el Museo ABC.

“Mi madre, desgraciadamente, padece esa dura enfermedad”. El primer retrato que creó sobre esta serie fue sobre ella: “Posaba frente a mí, con su mirada perdida. Podía estar horas así, la pinté al natural, mostrando esa dura realidad”. Aparentemente puede simular un retrato habitual, pero asemeja esa realidad “que no sabemos, qué piensan, qué sienten, qué ven”. Va más allá de “una mirada perdida”, que se aprecia en el retrato: “Podría haber captado otra imagen, pero decidí captar ese momento, el que estaba viviendo. Ahora la enfermedad ha avanzado mucho, ahora no puede ni mirar”.

De sus colecciones también destaca En Femenino, donde abarca una serie de cuadros con detalles que van desde lencerías hasta pequeños envoltorios. Dentro de una forma circular, el espectador ve lencería, luego se percata de una rosa, y finalmente se percata de que está observando un órgano sexual. Otro caso, más fraccionado, se muestra desde la ceja hasta justo debajo de la barbilla donde se aprecia el mensaje de su propio título: Envuelta para regalo. El cuadro está envuelto y muestra lecturas como la belleza de la obra o la objetización de esa misma belleza, dada o no como ofrenda.

“Una vez hice un retrato de mi hija, me enamoré en cuanto lo terminé y nunca me voy a deshacer de él”, el cual refleja La Mirada, la imagen de una chica con un pañuelo que creó rápido, con mucho detalle. “Es mi tesoro, aunque no soy capaz de elegir un favorito. Esto es como un enamoramiento: trabajas con un cuadro, te cautivas, pasas tiempo con él y hablas con él, forma parte de tu vida durante ese tiempo. Cuando das por terminado el cuadro, pierde ese valor y te enamoras de otro, pasas a otra etapa”, aunque ese de su hija, de los primeros y más populares de sus colecciones, guarda un recuerdo y un descubrimiento nuevo cada vez que lo mira. “Donde todo lo que está, permanece”. Ese cuadro lo hizo porque le salió de dentro, una creación redonda donde se encaja todo lo que pretendía expresar, llegando al límite de sus posibilidades.

Y es que a Medina, mujer a la cual es habitual encontrársela con pincel en mano en cualquier instante, le gusta recrear recuerdos de familiares. “Algunos se ponen incluso muy pesados si no los pintas”, bromea, de vez en cuando les da ese foco. Le resulta más fácil, “son más exigentes pero también muy reales”. Si algo no les gusta, lo recalcan y lo reclaman, cosa que favorece al detalle realista que caracteriza la obra de la autora y que otros desconocidos, modelos que ella paga, no intervienen, cosa que le divierte y refleja en casos como el retrato de su propio padre. 

Hace uso del proporción aurea: una geometría del rostro con la cual puede corregir ligeramente hacia la proporción de la belleza. En esos encargos de sus clientes, trabaja con ella y mejora levemente esa imagen. Y ahora se encuentra preparando un cuadro al que pretende dedicar muchas horas y que considera “una sorpresa”. Algo con lo que promete impactar en una exposición internacional que se inaugurará en abril de 2023, dedicada al realismo e hiperealismo, cuyos autores, españoles, hispanoamericanos, y de diversos rincones del mundo, se reunirán en este encuentro cuya primera toma de contacto frente al público será en el Museo de Artes Realistas de Barcelona, y de ahí parten a todo el mundo. Un cuadro de metro y medio por metro veinte, “pequeño para lo que se suele traer”, con un formato que encaja una temática “muy española”, avanza.

Siguiendo sus trazos

Desde su representación en Artistas plásticos y visuales Móstoles 2004, Premio Durán (Madrid), representante española en el encuentro de pintores Europeos en Slovenia y en la 9ª edición de Arte Independiente en el Palacio de Congresos de Madrid, desde su participación en encuentros por Bruselas o Francia, esta autora lleva décadas de recorrido y todo lo debe a su entregado esfuerzo autodidacta. “Tengo un recuerdo muy especial en Slovenia dedicado al realismo español, dos cuadros se quedaron en un museo de allí. Estuvimos una semana y estuvimos trabajando juntos, aunque cuando expongo fuera no siempre viajo”, como el caso de Bruselas o Francia, entre tantos países que ha llegado a visitar.

“No paro”, admite ella misma, porque no se lo permitía desde que descubrió su pasión sobre el lienzo. A temprana edad no pudo acceder a la carrera de Bellas Artes por circunstancias familiares, pero siguió practicando e investigando por su cuenta. “Tuve suerte y conseguí una beca para la Fundación de Arte y Autores Contemporáneos, donde me formé para todas las disciplinas artísticas” y, desde ahí, alzó su propia escuela a la que acuden personas de todos los rincones. Sigue formando y ella misma sigue aprendiendo. “Autodidacta”, la llaman, y ella misma admite que prueba sus propios procesos según los estudios de los que va indagando. “Mis alumnos se ríen porque propongo nuevas técnicas, todos sacamos nuestros propios experimentos y aprendemos juntos. Suelen preguntar: ¿qué locura nos traes hoy?”, con más de 200 personas en su taller, junto a en torno 100 menores más que se reúnen en el orientado a aquellos jóvenes aprendices (desde cuatro a 16 años).

Josefa recalca la gran labor del Meam de Barcelona, al cual ella asiste, un gran encuentro y “un gran desconocido”. En Madrid, las galerías van cerrando: “están muy mal, hay pocos coleccionistas que inviertan en realismo. El panorama está muy flojo, pero no quita que los que nos dedicamos a pintar sigamos en ello, aunque no siempre sea lo rentable. No creo que los que pintamos busquemos esa rentabilidad, pero necesitamos apoyo para poder seguir, sustento económico, las instituciones tampoco ayudan”. Sin embargo, ella siempre dice que “todo es cíclico, todo pasa y vienen buenos, tanto malos, momentos. Hay una vuelta importante: el realismo estaba denostado hace años, ahora crece bastante interés”. Pese a ese ligero aumento, continúa existiendo una importante remesa de artistas figurativos a los que no se les tiene en cuenta: “Y creo que ahí está lo mejor del mundo, y no me equivoco. Que yo soy realista, también mentalmente, y deberían ponerlo en valor”.

Algo por lo que lucha por medio de proyectos como el de Casa del Reloj o sus ciclos en Arroyomolinos, que no es que abunden precisamente. Frente a las escasas exposiciones de realismo llevadas en Madrid (como aquella del Thyssen, con Hipereal, donde llenó con éxitos), supone que llegará el momento de retomarlo, como vuelta completa a esa rueda de la fortuna que juega el realismo. “Un pintor figurativo tarda muchas horas, hay precios no competitivos, a la hora de poner en valor es todo muy relativo y depende de la fama y los pintores o autores que lo muevan. La figuración no recibe ningún tipo de apoyo, los museos y las galerías figurativas, de las cuales quedan pocas, son de carácter privado”.

Sin titulación per sé, ella ha llegado hasta donde se encuentra, exponiendo y hablando con catedráticos en universidades como su igual. No se habrá formado en instituciones concretas, pero admite que ha trabajado duro para poder sacarlo por sí misma. Ella parte adelante con autores de referencias tales como el mismísimo Velázquez, pero también debe sus agradecimientos a Guillermo Muñoz Vera y su escuela, a quien le dio la oportunidad de empezar y sus aprendizajes, consultas y cercanía, así como dispuso sus puertas abiertas: “Cada cual defiende su trabajo como puede, y esa lucha hay que valorarla”.

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