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Cómo vender comida con estrellas Michelín a domicilio y no arruinarse en el intento

Tikki Teen Tarike Te, uno de los platos que se pueden pedir del restaurante indio Benares

José Manuel Blanco

Londres, 2014. Peter Georgiou está bebiendo en casa con un amigo. Ambos tienen hambre y deciden pedir comida a Nobu, una prestigiosa cadena de comida japonesa. La única forma de obtenerla es llamar a un taxi y acudir a recogerla al local para comerla hora y media más tarde, probablemente no en las mejores condiciones. “Así que en esa etapa decidimos que podíamos hacerlo mejor y fundamos Supper”, explica rotundo a HojaDeRouter.com

Supper es un servicio de comida a domicilio que funciona, por el momento, solo en Londres. No sirve cualquier tipo de comida. Gracias a él, los habitantes de la pérfida Albión pueden tener en sus casas platos de algunos de los más prestigiosos restaurantes de la capital. En su distinguido catálogo encontramos los mariscos y pescados de Randall & Aubin o la comida italiana de Scalini. Podemos, incluso, pedir un vino caro a una bodega.

El servicio nos permite cenar en el animado barrio nocturno del Soho pero sin pisarlo. Para ello, tan solo tendremos que encargar los platos chinos de Bai Wei o de Ba Shan. Incluso, y ese es uno de los aspectos más destacados de Supper, podemos pedir comida a restaurantes distinguidos con estrellas Michelín. Es el caso de Tamarind, el primer local dedicado a la cocina india que se hizo con tan prestigioso galardón. Otra estrella Michelin tiene Benares, también especializado en los platos del país asiático “con un giro británico contemporáneo”, según su página web.

Los precios se adaptan a todo tipo de bolsillos, aunque no estamos hablando del 100 Montaditos. La cuenta puede ascender en Randall & Aubin a 38 libras (más de 50 euros) por una langosta con mayonesa de 750 gramos, acompañada con ensalada de patata. En cambio, el tartar de atún picante del japonés Matsuri está disponible por apenas 9 libras (12 euros) y una sopa de miso por 3,50 libras (4,75 euros).

“Ofrecemos a los clientes la oportunidad de obtener en sus hogares su restaurante favorito, del mejor modo posible, con la mejor tecnología y servicio a punto”, explica Peter. Supper también intenta ser un acicate para los restaurantes, que llegan así a un público mayor. A ellos, lo mejor que se les puede asegurar es que la comida llegará en perfectas condiciones a casa de los clientes, “manteniendo la excepcional calidad por la que todos son famosos”.

Repartidores con elegancia

Según ha explicado Georgiou, los motoristas de la 'startup' portan cajas diseñadas con una tecnología que mantiene los platos a la temperatura con la que se sirven en el restaurante. Además, los conductores controlan las posibles pérdidas de calor. Precisamente para evitar la degradación, al menos de momento, Supper solo hace repartos por el centro de Londres.

Este híbrido de moto y bicicleta es una de las mayores apuestas tecnológicas de la 'startup'. Vienen desde Japón tras una inversión de miles de libras, según contaba el fundador. Están preparadas para que la comida se mantenga inalterable aunque el automóvil se lleve un golpe. Los detalles se cuidan tanto que los repartidores se expresan con corrección y visten un uniforme igual de elegante que el de un camarero en uno de los salones a los que representan.

Supper dio sus primeros pasos en marzo de 2014. Su fundador no quiere detallar cuántos clientes tiene (“varios cientos”, afirma) ni quiere hablar de ingresos o beneficios. De momento, toda la financiación ha salido de su propio bolsillo, si bien planea salir pronto al mercado en busca de inversores.

A su alrededor hay experiencias similares que han buscado dinero en rondas de financiación y han tenido éxito. Es el caso de la 'startup' californiana Munchery, que también entrega comida 'gourmet' a domicilio, lista para calentar unos minutos en el horno o en el microondas. El pasado mes de mayo obtuvo 85 millones de dólares (más de 75 millones de euros) en una ronda. Según la prensa especializada, esta compañía nacida en 2013 ya está valorada en 300 millones de dólares (más de 267 millones de euros).

Los datos invitan al optimismo, pero ¿se puede vivir de esto? “Al comienzo, yo era escéptico”, se sincera Peter, “pero el apetito por comida de este calibre ha sido increíble”. Afirma que cada vez hay más restaurantes interesados en su servicio, a la par que clientes, en un área “que estaba siendo totalmente subestimada”.

El fundador de Supper asegura que están cerrando acuerdos con otros restaurantes de Londres para plantear un crecimiento mayor. “Luego vamos a fijar nuestra vista en otras ciudades con una demografía similar”, explica. ¿Llegará en algún momento a España?

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Las imágenes que aparecen en este artículo han sido cedidas por Supper

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