Esta carretera la ha construido un esclavo: Mallorca señaliza la red viaria levantada por Franco con presos republicanos
El Govern y el Consell de Mallorca han participado este miércoles en la presentación del proyecto de señalización de las carreteras construidas en la isla de Mallorca durante el franquismo con mano de obra esclava. Más de 8.000 prisioneros y prisioneras de los campos de trabajo que se abrieron en la isla después del golpe de estado de 1936 realizaron trabajos forzosos para abrir más de 160 kilómetros de carretera.
Son seis paneles informativos —de tres metros de altura y 1,5 metros de ancho— los que rendirán homenaje a los esclavos y esclavas contando la historia de las vías, ubicados en los municipios de Sóller, Calvià, Alcúdia/Pollença, Manacor, Llucmajor y Campos.
Juan Pedro Yllanes, vicepresidente del Gobierno y consejero de Transición Energética, Sectores Productivos y Memoria Democrática, ha destacado que solo en Mallorca hubo hasta 26 campos de concentración. “Se calcula que más de 8.000 personas trabajaron de forma forzada en muy malas condiciones de alimentación y trabajo, en la construcción de carreteras, bunkers o nidos de ametralladora por todo el perímetro de la isla de Mallorca entre 1936 y 1942”, ha señalado para posteriormente explicar que el objetivo era “reforzar la defensa militar de la costa” y “también ante un posible desembarco de las tropas aliadas durante la Segunda Guerra Mundial”.
La iniciativa ha sido impulsada de forma conjunta por la Dirección General de Memoria Democrática del Govern y el Consell de Mallorca para hacer un reconocimiento a todos aquellos trabajadores y trabajadoras forzosos que construyeron las carreteras principales de la isla, todavía en uso, y para que la ciudadanía conozca “las condiciones en que fueron construidas”.
“Ponemos de relieve el alcance que tuvo el sistema de trabajo forzoso que impuso el franquismo como parte de la recuperación de la memoria democrática de las islas”, ha añadido.
El primer panel se ha instalado en Sóller, junto al mirador del faro de Muleta, en una carretera construida entre 1936 y 1938 por prisioneros mallorquines y peninsulares. El segundo se instalará en Calvià, en las proximidades del campo de trabajo de Es Capdellà, y tres más en torno al circuito estratégico de la MA-6014, el tramo más importante de los construidos con mano de obra esclava en la isla, en los municipios de Llucmajor, Manacor y Campos. Finalmente, un sexto panel en la carretera que une Alcúdia con el Puerto de Pollença, ya que en esta zona se establecieron al menos siete campos de trabajo.
Iván Sevillano, consejero de Movilidad e Infraestructuras, ha dicho que esta iniciativa “demuestra sensibilidad hacia los represaliados de la época franquista”. “La mejor manera de no repetir los sucesos tan trágicos del pasado es tener memoria y no olvidar”.
Además, el Govern y el Consell de Mallorca instalarán un total de 60 señales a lo largo de 166 kilómetros de carretera —una al principio y otra al final de cada vía y otra cada cinco kilómetros—, de los que 133 pertenecen a vías que son hoy titularidad del Consell y 32,5 kilómetros que son titularidad de otras administraciones.
Sevillano ha explicado que tanto la iconografía como el texto de las señales “serán compartidas de manera pública con el resto de territorios del Estado que quieran sumarse” al proyecto, ya que en “todos los municipios” hubo “prisioneros republicanos que construyeron de manera forzosa cientos de carreteras”.
La represión de la isla
Los trabajos llevados a cabo entre 1936 y 1942, permitieron fortificar el litoral, mejorar las precarias comunicaciones viarias y ferroviarias y abrir nuevos accesos a la costa. El historiador Jaume Claret Miranda señaló que “si España se convirtió en una inmensa prisión, Mallorca lo fue por partida doble a raíz de su condición insular y la cantidad de campos que marcaron toda su geografía”, en el prólogo al libro Esclaus oblidats. Els camps de concentració a Mallorca, de Maria Eugènia Jaume i Esteva (2019, Documenta Balear), uno de los últimos trabajos llevados a cabo en torno a estos centros de reclusión.
En la obra, la investigadora sostiene que la isla fue un lugar donde la represión y el miedo fueron aplicados en amplios sectores de la sociedad: “humillaciones públicas, muertes, aprisionamientos...Fueron muchas las personas que acabaron eliminadas”. Los que no fueron asesinados, fueron encerrados en prisiones en las que fueron torturados y otros terminaron en los campos de concentración.
Los prisioneros fueron clasificados en función de su mayor o menor “desafección al Movimiento Nacional” e integraban batallones de trabajo en régimen laboral de esclavitud o semiesclavitud y sin haber sido juzgados ni sentenciados.
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