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Siete presidentes del Gobierno e ilustres mandatarios extranjeros: las cinco décadas de Marivent como residencia real

Los Príncipes de Gales, Carlos y Diana, y uno de sus hijos en Marivent, el 9 de agosto de 1986

Esther Ballesteros

Mallorca —

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“Me encuentro maravillosamente aquí. La lástima es que venga tan pocas veces”. Con estas palabras atendía a la prensa el expresidente del Gobierno Adolfo Suárez antes de despachar con el rey Juan Carlos I en el palacio de Marivent. Era el 27 de agosto de 1977. Acababa de recalar en Mallorca, vía base militar del aeropuerto de Palma, y estaba a punto de inaugurar lo que a la postre se convertiría en una tradición anual no exenta de controversia: los despachos oficiales que los monarcas celebran cada verano con el jefe del Ejecutivo de turno, aparejados, sobre todo en las últimas décadas, a numerosas acciones de rechazo por parte de un sector que recrimina que la Familia Real continúe utilizando una mansión cuyo uso original nada tiene que ver con el exclusivo disfrute regio.

Y es que hace 50 años, en 1973, Marivent se convertía en residencia oficial de los reyes –entonces príncipes de España– después de que la Diputación Provincial de Balears decidiera cederles la edificación en contra de la última voluntad de su propietario original, el pintor y mecenas Ioannes de Saridakis: la viuda del artista donó la finca en 1965 a la administración pública bajo la condición –dispuesta en el testamento de su marido– de que el palacio fuese reconvertido en museo y escuela de arte para disfrute de toda la ciudadanía. Tan solo ocho años permaneció abierto al público.

La mansión ha sido desde entonces escenario de visitas ilustres como las de Carlos y Diana de Gales, el matrimonio Clinton, Mijail Gorbachov, Jimmy Carter, George Bush padre, Michelle Obama, Hugo Chávez, Isabell II, Balduino y Fabiola de Bélgica, Hassan II de Marruecos, Hussein de Jordania o los Duques de Luxemburgo, además de recepciones de toda índole como la celebrada el año pasado en el palacio con un amplio abanico de la sociedad balear y que históricamente se llevaba a cabo en el palacio de la Almudaina. Pero el evento que genera mayor repercusión cada año es el despacho estival del rey con el presidente del Gobierno de turno desde que Suárez diese el pistoletazo de salida a esta tradición.

La cesión a los príncipes de España

Pero antes de que todos estos eventos tuvieran lugar, y contraviniendo lo estipulado por el mecenas de origen griego, el patronato de la Fundación Museo de Arte Saridakis, creada por la franquista Diputación Provincial para dar cabida legal al traspaso de los bienes legados por su propietario original, acordaba en julio de 1972 ceder la finca a Juan Carlos y Sofía para que pudieran veranear en ella. Con el paso del tiempo, lejos de satisfacer las últimas voluntades del artista, Marivent acabaría convirtiéndose en la residencia privada de la Familia Real durante sus estancias en Mallorca, como lo continúa siendo en la actualidad a pesar de que en la isla ya cuentan –y contaban entonces– con una residencia oficial, el Palacio de la Almudaina, y de que numerosas voces claman, año tras año, por la devolución de su uso original al pueblo mallorquín.

“Me cabe el honor de rogaros que aceptéis esta residencia para que, en familia y en todas cuantas ocasiones, tiempo y momento sean de vuestro agrado, podáis disfrutar, rodeados nuestro profundo respeto y encendido cariño, de un merecido y necesario descanso, del natural esparcimiento que nuestra bella geografía os ofrece, siempre en la paz cimentada y consolidada por nuestro Caudillo sabréis conservarlo y acrecentaréis en el futuro”, cuentan las crónicas de entonces que profirió Enrique Ramos, máxima autoridad civil balear, al término del acto en el que se producía el traspaso.

Sofía lo convertiría, de hecho, en su refugio preferido: “Soy hija del Egeo, una mediterránea”, confesó en alguna ocasión la reina emérita, apodada en sus visitas 'la reina de Marivent'. La masía comenzó a lucir con el toque que la todavía princesa le dio en los años setenta. Enmoquetó varios salones, pintó puertas de blanco y en el hall colocó, además, una mesa de pimpón, elementos vetados a la ciudadanía que tan solo los invitados por la Familia Real pueden contemplar. 

A la par que la proyección exterior de Palma crecía como la espuma, los salones de Marivent dejaban atrás el espíritu cultural que Saridakis había implantado en las diferentes estancias y se amoldaban a las necesidades de los nuevos inquilinos, que hasta entonces habían veraneado en Estoril o Londres. El sueño del mecenas de origen griego se había esfumado, al igual que el de la sociedad mallorquina por continuar disfrutando del interior del palacio y de las valiosas y numerosas obras de arte que el pintor había coleccionado en vida. Comenzaba una nueva vida en Marivent y nuevas visitas, alejadas del propósito artístico inicial, comenzarían a dejarse asomar en su interior.

Integración de España en la OTAN

No en vano, en agosto de 1976, meses antes de que Suárez fuese investido presidente del Gobierno, y con la integración de España en la OTAN pendiendo de un hilo, Juan Carlos recibía en Marivent al comandante en jefe de la alianza atlántica y jefe de las Fuerzas norteamericanas en Europa, Alexander J. Haig. Era la primera entrevista de alto nivel entre España y la organización militar internacional. Sin desvelar si el asunto había sido abordado durante el encuentro, que duró apenas 25 minutos, Haig manifestaba a El País encontrarse de vacaciones en la isla: “Para mí ha sido un honor el poder hablar sin ningún tipo de protocolo con el joven monarca y la entrevista que con él he sostenido ha sido en todo momento cordial. Se puede decir que el tema principal que hemos tratado en nuestra conversación ha sido la seguridad en el Mediterráneo occidental, tema que conoce en profundidad don Juan Carlos”, aseveraba.

Un año después, el líder de UCD y Juan Carlos I se reunían en Marivent junto a la reina Sofía, cita en la que abordaron diversas cuestiones que afectaban entonces al país, como la crisis de abastecimiento del pan. Al día siguiente, ambos daban un paseo a bordo del primer yate Fortuna del rey emérito. Apenas unas semanas antes, miembros de la Policía Armada abortaban un doble atentado contra ambos tras descubrir un artefacto explosivo, compuesto de Goma 2, en las proximidades del Club de Mar de Palma, lugar por donde debían pasar los automóviles en el que viajaban.

Suárez y Juan Carlos continuaron reuniéndose cada verano hasta 1981, cuando Leopoldo Calvo Sotelo se convirtió en el nuevo protagonista de la Moncloa y, por ende, de los despachos en Marivent. Juan Carlos acababa de aterrizar en Mallorca la localidad francesa de Hyeres y, durante varias horas, presidente y jefe del Estado conversaron, entre otros asuntos, sobre los pormenores que rodearon al 23–F.

La polémica del yate 'Azor'

En 1985 –y durante los siguientes 14 años–, Felipe González tomaba el testigo de los anteriores presidentes. Pero antes de aterrizar en Mallorca decidió pasar varias jornadas de asueto y pesca por las costas portuguesas que no pasarían desapercibidas. Acompañado de su familia y varios amigos, realizó una travesía entre Rota y Lisboa a bordo del yate Azor, que durante 26 años había sido frecuentemente utilizado por Francisco Franco. Tras la muerte del dictador, la embarcación había quedado en desuso hasta que González optó por recuperarla para sus vacaciones, desatando con ello un ciclón de críticas por parte de la opinión pública. Fue, como expuso en sus memorias Alfonso Guerra, el “primer error” con proyección pública del mandatario. El presidente, sin embargo, justificó que “el patrimonio del Estado no podía ser ignorado porque lo hubiese utilizado un gobernante autoritario”.

Tras despachar con Juan Carlos, el socialista pasó a disfrutar junto a su familia de sus vacaciones de verano en Cala Pinar, propiedad del Ministerio de Defensa, ubicada en Alcúdia y alejada de los focos. Precisamente, treinta años después, en julio de 2015, Felipe y Letizia aprovecharían su estancia en la isla para escaparse hasta este recóndito rincón, rodeado de acantilados y en cuya playa virgen las hijas del matrimonio pudieron darse un chapuzón.

Con José María Aznar en la Moncloa, comenzó a ser habitual mantener dos despachos estivales en Marivent. En 1997, según informaba El País, el presidente y su mujer, Ana Botella, se trasladaban varios días antes desde su habitual lugar de vacaciones, Oropesa (Castelló), a Eivissa y Formentera, adonde fueron invitados por el entonces ministro de Exteriores, Abel Matutes. En agosto de 2001, el matrimonio Aznar viajaba a Mallorca en helicóptero desde Menorca, donde se encontraba pasando sus vacaciones. Durante esos años, las conversaciones con el rey estuvieron profundamente marcadas por la lucha contra ETA y la situación política en Euskadi.

De Marivent al palacio de la Zarzuela

De la misma forma que ocurría con su predecesor, José Luis Rodríguez Zapatero y el rey acostumbraban a mantener dos despachos de verano en la masía mallorquina. El entonces presidente optó además por no hacer declaraciones a los medios tras aterrizar en Palma, como había sido habitual durante las décadas anteriores. En julio de 2009, además, una de las reuniones tuvo lugar de forma excepcional en el palacio de la Zarzuela y no en Marivent, dado que, tras el encuentro, Juan Carlos y Sofía debían iniciar una visita de tres días a Madeira invitados por el expresidente portugués Anibal Cavaco Silva.

Mariano Rajoy, por su parte, ha sido el único presidente del Gobierno que ha despachado con dos jefes del Estado distintos. En agosto de 2017, un ataque de lumbago obligó al jefe del Ejecutivo a retrasar su reunión con Felipe VI. Durante la misma, ambos departieron sobre el referéndum catalán que estaba previsto celebrarse casi dos meses después. Rajoy pidió “unidad” frente al procés en lugar de abrir debates como la reforma de la Constitución, por lo que apeló como “prioridad inexcusable” a un acuerdo de PP, PSOE y Ciudadanos ante ese desafío. 

La crisis sanitaria marca los despachos en Marivent

Con Pedro Sánchez, los encuentros se vieron principalmente marcados por la crisis sanitaria derivada de la COVID–19. En agosto de 2021, un año y medio después de declarar el estado de alarma en el país, Sánchez transmitió al rey la positiva recuperación de España en los planos económico, social y sanitario. “Hace un año teníamos a una España en la resistencia a la pandemia y hoy estamos ante un escenario completamente distinto”, subrayó, destacando cómo en su última visita a Palma el mundo estaba lejos de disponer de una vacuna ante el virus, mientras que un año después el país contaba con más del 57% de la población vacunada con pauta completa y se posicionaba como el Estado líder en el proceso de vacunación.

Los encuentros en Marivent y la llegada de los reyes a la isla, sobre todo en los últimos años, han ido aparejadas de reacciones de protesta por el uso otorgado al palacio. No en vano, al unísono y bajo proclamas a favor de la República y por una sociedad sin privilegios, varios cargos públicos de Balears rechazaban el año pasado –y no por primera vez– la invitación de la Familia Real para asistir a la tradicional cena que Felipe VI y Letizia tenían previsto ofrecer a las autoridades de las islas y a una representación de la sociedad balear en la mansión, testigo por primera vez de este evento, habitualmente llevado a cabo en l'Almudaina.

“Marivent nunca ha sido casa de los Reyes”, aseveraba entonces, en declaraciones a elDiario.es, Manel Domènech, portavoz de Arruix Borbons, una de las entidades más activas a la hora de reivindicar la recuperación de la finca para uso público. El activista afirma que Marivent no es solo “el Palacio estricto de Marivent, son numerosos pabellones independientes. Cada uno de los hijos tiene un pabellón; está el de invitados, el de servicio, el de seguridad... ¿Y todo para que la reina emérita venga a consolarse con su hermana? ¿Por una semana al año? Porque ahora ya no van ni a la misa de Pascua”, sentenciaba.

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