Sin acuerdo en la primera votación para elegir al presidente de la República en Italia
La primera votación parlamentaria para elegir al próximo jefe del Estado de Italia, en sustitución de Sergio Mattarella, cuyo mandato vence el 3 de febrero, ha concluido este lunes sin éxito ya que los partidos optaron por votar en blanco en vista de la falta de acuerdo político sobre un candidato.
En total, 672 papeletas en blanco en una votación en la que participaron 976 electores de los 1.008 los diputados, senadores y delegados regionales con derecho a elegir al nuevo presidente y que mañana lo volverán a intentar en un nuevo escrutinio en la Cámara de Diputados. En las últimas horas está cobrando fuerza la opción de que Mario Draghi pase de la Jefatura del Gobierno a la del Estado, después de que haya dado un paso adelante y se haya implicado en las reuniones políticas, de las que hasta ahora se había mantenido al margen.
Salvini y Letta continuarán con su “diálogo”
Tanto los líderes de la derecha como de la izquierda han multiplicado sus reuniones durante la jornada para tantear posibles candidatos y de hecho Matteo Salvini, de la ultraderechista Liga, y Enrico Letta, del progresista Partido Demócrata (PD, izquierda), abrieron “un diálogo” que continuará mañana. Letta ha defendido en los últimos días a Draghi, mientras que la derecha, que tiene el mayor peso parlamentario, reivindica que le corresponde indicar el nombre.
“Estoy trabajando para que en las próximas horas la derecha unida ofrezca no una, sino varias propuestas de calidad”, ha asegurado Salvini, uno de los más activos en las negociaciones durante todo el día. La elección de Draghi, que ya dejó entrever en diciembre su interés por ser el próximo jefe del Estado, exigiría la designación de otra figura al frente del Gobierno italiano, si se quiere agotar la legislatura, que termina en 2023.
En la primera votación participaban 1.008 electores, por el fallecimiento este fin de semana del diputado de Forza Italia Enzo Fasano, pero a partir de mañana ya serán 1.009, pues Rossella Sessa, también de Forza Italia, ocupará su lugar. En las tres primeras votaciones se necesita mayoría de dos tercios para que se elija a un nombre (673 electores), pero desde la cuarta, que será el jueves, bastará con tener mayoría absoluta (505). La sesión comenzó a las 15.00 horas (14.00 GMT) en la Cámara de los Diputados y duró unas seis horas.
Los parlamentarios pudieron acceder al pleno en grupos de cincuenta y por orden alfabético, para evitar aglomeraciones por la pandemia; mientras que los contagiados de coronavirus, que han sido una quincena, pudieron emitir sus votos en el aparcamiento de la cámara baja. Al finalizar, el presidente de la Cámara de los Diputados, Roberto Fico, leyó las papeletas para el recuento. Leyó el nombre y el apellido cuando ambos estaban escritos y solo el apellido cuando era suficiente para identificar a la persona elegida. Lo hizo así para evitar las triquiñuelas utilizadas con frecuencia por los partidos, que diseñan formas concretas de escribir los nombres para identificar después cuántos miembros se han desmarcado de la línea oficial dictada.
La derecha, mayor representatividad
El bloque de la derecha, formado por Forza Italia y los ultraderechistas Liga y Hermanos de Italia, reclama el derecho a elegir al sucesor de Mattarella, porque tiene mayor representatividad parlamentaria, pero cuentan con 454 electores, por lo que tienen que ganarse el respaldo de otros partidos. En la cuarta sesión, donde bastará con las de la mitad más uno de los electores, necesitarán sumar a unos 50 de otros partidos o del grupo mixto para llegar la meta de los 505.
El bloque de la izquierda, formado por el Partido Demócrata (PD), Libres e Iguales, junto al populista Movimiento 5 Estrellas (M5S), está más alejado y parte con 405 electores. En este contexto, el ex primer ministro Matteo Renzi y la cuarentena de electores de su pequeño partido, Italia Viva, pueden ser cruciales para desbloquear la situación, pues las votaciones están ajustadas y cada número cuenta. Berlusconi había mostrado aspiraciones a convertirse en el jefe del Estado, pero renunció a su sueño el sábado tras constatar la falta de apoyos necesarios. Aún así, su partido conservador y el resto de socios de la derecha piden que el próximo jefe del Estado sea uno de sus candidatos, mientras que los partidos de la izquierda se inclinan porque sea una figura institucional.
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