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El 'Aleluya' de Händel contra el petróleo en el Parlamento británico

Miembros del Coro Climático cantan en un vestíbulo del Parlamento británico este jueves, en Londres.

María Ramírez

Oxford (Reino Unido) —

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En el gran vestíbulo del Palacio de Westminster, un centenar de personas parecen observar las estatuas de reyes y reinas de Inglaterra y los elaborados mosaicos por los que avanzan. Un arquitecto jubilado les cuenta la historia de este lugar a la puerta de la Cámara de los Comunes. De pronto, se ponen a cantar. Parece el Aleluya del Mesías de Händel, pero no lo es exactamente. 

La letra ha cambiado. En lugar de “Aleluya” este coro inesperado canta: “Stoooop Rosebank, stoooop Rosebank… No new oil and gas…No drilling, no drilling in the North Sea” (“para Rosebank, no más petróleo y gas nuevo, no a las perforaciones en el mar del Norte”). 

Se trata, en realidad, de una protesta organizada este jueves contra la explotación del yacimiento petrolífero Rosebank, en el mar al norte de Escocia, aprobado por los reguladores en septiembre de 2023, apoyado por el Gobierno de Rishi Sunak y que ha sido rechazado por cientos de científicos y otros expertos de universidades y centros de investigación. Los que cantan son miembros del Movimiento del Coro Climático, una red de músicos y voluntarios que nació en Bristol y que ahora tiene cientos de participantes por todo el país. 

Kate Honey, la compositora de la nueva letra, espera que “Händel hubiera estado de acuerdo” como parte de una llamada “creativa, urgente y pacífica” a los políticos. El coro también cantó después delante del número 55 de la calle Tufton, sede de un grupo de presión conservador que combate políticas climáticas.

El coro ya ha organizado varias protestas, habitualmente delante de empresas contaminantes, bancos y fondos que las financian e instituciones que les dan publicidad. Los músicos y activistas han protestado contra la expansión del aeropuerto de Bristol y contra las inversiones en petróleo y gas del banco HSBC en su asamblea general Londres. También sorprendieron con una protesta musical en el Museo de Ciencias por aceptar patrocinios del brazo “verde” de Adani, una multinacional energética india. En su repertorio, tienen otra canción que cantan en trenes para pedir ayudas públicas que bajen los elevados precios de los billetes. 

Una protesta diferente

Es un tipo de protesta muy diferente del de otros grupos de activistas en el Reino Unido, como Just Stop Oil, que se han hecho famosos por arrojar líquidos a obras maestras y pegarse a cuadros en museos. 

“Ese no es nuestro estilo”, dice a elDiario.es Jo Flanagan, cofundadora del Coro Climático y activista medioambiental que ha participado en protestas muy variadas y cree que esta acción pacífica tiene más impacto. “Aquí hay mucha gente que entiende el poder de la música y el poder de la canción. Es un impacto muy diferente de tantas protestas a lo largo de los años, donde la gente grita cosas con megáfonos”, dice.

Flanagan se inspiró en un coro que vio en Estados Unidos con una versión de God Bless America de protesta climática, y en otoño de 2022 con otros vecinos de Bristol empezó a montar el suyo. Ella es cuáquera igual que cuatro de las siete personas que están detrás del proyecto, aunque subraya que no se trata de un coro afiliado a ninguna religión. Ahora unas 700 personas participan en 12 coros en Inglaterra y Gales. Los más grandes, con más de 200 personas, siguen siendo los de Londres y Bristol, pero otros en ciudades más pequeñas, como Oxford, también tienen decenas de adeptos y están creciendo.

La mayoría de los coros están dirigidos por músicos profesionales, que lo hacen gratis porque quieren hacer algo por el medioambiente y la música les importa. “La calidad del canto sí importa. No vas a emocionar ni convencer si cantas fatal. Las canciones se eligen con mucho cuidado y, a menudo, se componen específicamente para eventos particulares”, explica Flanagan. 

Cantar bien y conseguir transmitir el mensaje es importante para muchas personas que se movilizan así y no han protestado antes. No quieren despertar el rechazo de quienes tienen alrededor y, en cambio, a menudo se encuentran con que hasta los guardias de seguridad sonríen y escuchan, y no tienen tanta prisa por echarlos de donde quiera que estén.

El grupo también elige con cuidado sus mensajes y sus objetivos, para que sean concretos, como en el caso de la protesta contra el campo petrolífero Rosebank, que la multinacional energética noruega Equinor planea explotar en 2026. Las protestas se centran en los bancos y fondos de inversión, como BlackRock, Vanguard y Lloyds, y sus reivindicaciones son específicas. Una de sus peticiones es una ley que considere el daño ambiental como un delito grave (“ecocidio”), como ya tienen otros países y como apoya Naciones Unidas.

Flanagan revisa las pancartas, para que se lean bien y no contengan palabras en jerga. También cuida detalles como qué ropa llevan según dónde van. “Si vamos a protestar en la City de Londres nos vestimos como si en realidad fuéramos trabajadores de la City de Londres para que no seamos descartados como 'el otro', que es lo que les pasa a menudo a los activistas”, explica Flanagan, que también subraya la variedad de sus miembros. “Me gusta el hecho de que en los coros haya tanta gente de diferentes orígenes y tendencias políticas”. 

Marcha atrás conservadora y laborista

Flanagan prefiere no hablar mucho de política, porque quiere que su coro no esté vinculado a ningún partido, pero está preocupada por el endurecimiento de las leyes sobre protestas y libertad de expresión que está empujando el Gobierno conservador de Rishi Sunak. Cantar no parece lo más disruptivo, pero todas las protestas pueden ser susceptibles de castigo.

La causa medioambiental, además, está empezando a ser utilizada de manera más abierta como arma política para movilizar el voto conservador. Sunak, para sorpresa de algunos de sus ministros, ha dado marcha atrás en varias políticas medioambientales, y renegó en septiembre de medidas que había aprobado Boris Johnson para reducir las emisiones de los coches y las calderas. También defiende ahora la explotación del nuevo yacimiento marino de Rosebank. 

Entretanto, el Partido Laborista ha reducido en su programa su gran proyecto verde de inversión, por ejemplo para aislar mejor del frío los húmedos y helados hogares británicos. El plan del partido de invertir más de 32.000 millones de euros se ha reducido a 17.000 millones, y esto se debe, según el líder, Keir Starmer, al colapso de la economía británica desde que la efímera primera ministra Liz Truss casi lleva al país a la quiebra. 

Las encuestas muestran ahora reticencia de los ciudadanos a algunas de las medidas para reducir emisiones, aunque estén preocupados por el medioambiente y el impacto de la crisis climática. La mayoría de los británicos creen que la oposición laborista no se está tomando en serio el cambio climático o no lo saben, según una encuesta de YouGov, entre otras cosas por el poco espacio que ocupa en su agenda.

“Estamos en un momento bastante complicado cuando los políticos tienen que mantener en silencio sus políticas verdes para evitar una reacción violenta de la prensa conservadora”, dice Flanagan. “Yo apunto a todos los políticos, me gustaría darle a más de uno una patada en el trasero y decirle, ¿en qué estás pensando? ¿qué les vas a decir a tus nietos? Y ni siquiera a tus nietos, por el amor de Dios. Esto está sucediendo ahora”. 

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