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Varias ciudades sirias vuelven a tomar las calles ante el deterioro económico: “Asad, vete, queremos vivir”

Manifestantes se dirigen al centro de la ciudad de Idlib en el norte de Siria, en apoyo al movimiento en las ciudades sirias de Al Suwayda, Daraa y Deir Ezzor

Okba Mohammad

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Tras12 años de guerra, los sirios han vuelto esta semana a las calles para exigir la salida de Asad y el derrocamiento de su régimen en varias ciudades y pueblos del país, sobre todo en la ciudad de Daraa, en el sur de Siria, donde comenzó el levantamiento en marzo de 2011. También se han dado movilizaciones en la ciudad vecina de Al Suwayda, que no participó directamente en las protestas de 2011, así como en otras zonas rurales de Damasco, Alepo, Deir Ezzor e Idlib.

Los manifestantes piden la liberación de los detenidos en las cárceles del régimen y la implementación de la resolución 2254 de la ONU, que prevé la transición política como salida a la solución en el país, en el que continúan la guerra y los ataques contra algunas regiones. Denuncian también la corrupción, la decadencia en las condiciones de vida, la inflación y la mala situación económica para la población, lo que coincide además con el anuncio del Gobierno de nuevas medidas percibidas como insuficientes.

Algunas aldeas de Daraa han intentado protestar de manera clandestina por temor a la represión del régimen –hacerlo por la noche, pintar las paredes, salir con el rostro cubierto–. Los graffitis denuncian el colapso económico y las condiciones de vida y piden la caída del régimen y la salida de las fuerzas extranjeras de Siria. “Váyanse, queremos vivir”, “Siria libre; Irán, fuera”, rezan algunas pancartas en referencia a Bashar Al Asad.

Muchos manifestantes tienen miedo de que las fuerzas de seguridad “disparen o los arresten en los controles de seguridad”, dice a elDiario.es Mohammad Ossama (nombre ficticio por razones de seguridad), activista y organizador de protestas en el campo de Daraa. Ossama tiene varios hermanos que perdieron la vida en la guerra. El hombre, herido en el pie a consecuencia de un bombardeo, cree que las protestas continuarán y tendrán un impacto.

Ossama señala que la mayoría de los manifestantes en las recientes protestas son jóvenes y la “segunda generación de la revolución”. El activista denunció que las fuerzas del régimen bombardearon con artillería pesada la ciudad de Nawa después del estallido de manifestaciones allí. El activista cree que el Gobierno está combatiendo las protestas reduciendo servicios, como cortando la electricidad.

“La chispa de las protestas”

Un conjunto de razones acumuladas han empujado a los habitantes de la ciudad de Al Suwayda a rebelarse, pero las recientes decisiones adoptadas por el Gobierno de Asad de aumentar las pensiones y los salarios de los empleados públicos en un 100% –percibido como insuficiente– y al mismo tiempo aumentar los precios del combustible han sido “la gota que ha colmado el vaso”, asegura a elDiario.es la activista Raqia Al-Shaer, oriunda de Al Suwayda y quien participa en estas protestas.

“La gente ha llegado a la conclusión de que este régimen se está burlando de nosotros. ¿Qué es este aumento del 100%? El salario de un empleado público no supera los 10 dólares al mes, lo que no es suficiente para dos días. Por eso esta decisión fue la chispa del levantamiento”, relata. “Nuestros hijos murieron de hambre, fueron desplazados y asesinados; a este régimen no hay que darle ninguna oportunidad”, cuenta.

El enviado especial de la ONU para Siria, Geir Petersen, ha señalado que en los últimos tres meses “una muy mala situación económica ha empeorado todavía más”, con la libra siria perdiendo el 80% de su valor. “Los precios se están disparando fuera de control para bienes esenciales como comida, medicinas y alimentos”, ha afirmado.

Varias zonas del noroeste de Siria fuera del control del régimen también han tenido manifestaciones en apoyo a las movilizaciones iniciadas en el sur del país, a pesar de haber sido atacadas por aviones de combate la semana pasada –matando a dos personas–. Syria TV ha informado que también se han dado manifestaciones en el barrio de Al Firdous de Alepo, controlado por el Gobierno sirio, y que han sido recibidas con balas. Estas zonas fueron testigos de una alerta de seguridad y el despliegue de vehículos militares pesados.

En Al Suwayda, sin embargo, no han tenido reacción. Ese silencio es motivo de inquietud, según Al-Shaer: “Tenemos experiencias con esta autoridad respondiendo a este tipo de protestas, ya sea con una represión brutal o cometiendo ataques inventados para convencer a la gente de la existencia del terrorismo y que olviden sus demandas”.

Estas protestas se producen en un momento en el que la gente en el país vive la peor crisis económica y de servicios. Las horas de corte de electricidad han aumentado hasta las 23 horas diarias en muchas zonas, así como el deterioro de otros servicios básicos. Además, el precio de la libra siria ha disminuido frente al dólar en los últimos días, que ha superado las 15.000 libras ante la incapacidad del gobierno para ofrecer soluciones a pesar de las repetidas promesas de mejorar la situación económica.

El presidente Bashar Al-Asad ha admitido durante una entrevista en Sky News el colapso económico del país y la falta de condiciones para el regreso de los refugiados, además de la destrucción de infraestructuras, al tiempo que culpa al terrorismo de los problemas del país.

Al Suwayda rompe su silencio

La participación Al Suwayda, de mayoría drusa, en las protestas generalizadas anunciando una huelga general, manifestaciones continuas y exigiendo públicamente el derrocamiento del régimen es un asunto inusual y un acontecimiento notable en el contexto sirio.

La mayor parte de la ciudad no tomó posición clara sobre el levantamiento de 2011 y lo sucedido en el país durante los años de guerra. Ahora por sus calles marchan manifestantes que también han quemado la foto de Bashar Al-Asad.

“La situación actual en Al Suwayda es una ira popular. Lo que solíamos ver en otras ciudades, ahora lo vemos en Al Suwayda, con la participación de gente de todas las edades, clérigos, mujeres, jóvenes y niños de todas clases”, explica la activista Raqia Al-Shaer.

Los manifestantes en la ciudad rodearon y asaltaron este miércoles las oficinal locales del partido gobernante e incluso bloquearon parcialmente una carretera que conecta la provincia con la capital del país.

Al-Shaer, de 45 años, es una ingeniera agrícola que trabajó en un departamento gubernamental afiliado al Gobierno de Asad, pero cuenta que fue sometida a un “despido arbitrario” debido a sus posturas contra la política del régimen.

La activista cuenta que su ciudad tuvo una huella importante en las protestas de 2011 porque impidió a sus jóvenes unirse al servicio militar en el ejército de Asad porque dice que tienen un principio: “No permitimos que un sirio mate a su hermano sirio”.

Al-Shaer cree que esta posición fue una de las razones del odio del régimen hacia su ciudad, que “se vengó matando a muchos de sus hijos, como el asesinato de uno de los jeques más importantes de la comunidad drusa, Wahid Al Balous Abu Fahd”. Al Balous es un destacado líder druso y fundador del Movimiento Hombres de Dignidad. Fue asesinado junto con otros líderes drusos como resultado del atentado contra su coche en septiembre de 2015. Posteriormente, su hijo Laith, a través de una entrevista televisiva, acusó a Hezbollah e Irán, aliados de Asad.

La delegada de Estados Unidos ante el Consejo de Seguridad de la ONU ha afirmado que las ciudades de Daraa y Al Suwayda están siendo testigos de protestas pacíficas que exigen cambios políticos y el cumplimiento de la resolución 2254.

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