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La designación del comisario holandés del clima irrita a la izquierda en plena batalla del PP contra la agenda verde

El ministro de Exteriores holandés y aspirante a comisario de Acción Climática, Wopke Hoekstra, en una imagen de archivo.

Irene Castro

Corresponsal en Bruselas —

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La izquierda europea ha enseñado las garras a Holanda ante la decisión del primer ministro saliente, el liberal Mark Rutte, de designar al ministro de Exteriores en funciones, el conservador Wopke Hoekstra, para ocupar la vacante que deja Frans Timmermans en la Comisión Europea. El baile de sillas ha comenzado en el gobierno que preside Ursula von der Leyen en la recta final del mandato. Timmermans ha sido el último en formalizar su renuncia para encabezar una candidatura progresista en los comicios estatales del próximo mes de noviembre.

La designación de Rutte, que ha sido avalada como mera formalidad por Von der Leyen, supone hasta cierto punto una alteración de fuerzas en el Colegio de Comisarios, ya que el hueco que hasta ahora ocupaba un socialdemócrata se entregará, si recibe el visto bueno de la Eurocámara, a un miembro del PP europeo. “Tras consultas en el seno del Gobierno y con la presidenta de la Comisión Europea, he decidido proponer a Wopke Hoekstra como candidato”, expresó Rutte en un comunicado. Premia, así, a Llamada Demócrata Cristiana (CDA), uno de los integrantes de la coalición que le ha acompañado en los últimos años en un Gobierno compuesto también por el Partido Popular por la Libertad y la Democracia (VVD), Demócratas 66 (D66) y Unión Cristiana (CU).

Von der Leyen avaló la candidatura de su correligionario tras entrevistarse con él el martes. La presidenta de la Comisión Europea ensalzó su “gran motivación para el puesto” y su “gran compromiso con la UE” como argumentos para sumarle al club de comisarios.

No obstante, la experiencia de Hoekstra en las instituciones europeas no ha estado exenta de polémica. Como ministro de Finanzas, un puesto que ocupó entre 2017 y 2022, se encargó de mostrar la rigidez financiera de Holanda y no dudó de cargar contra los países del sur, especialmente contra España e Italia, sobre los que pidió una investigación de las arcas públicas, y se resistió al plan de los fondos europeos al comenzar las negociaciones en lo peor de la pandemia. De hecho, no descartó nuevos recortes en contra de la política de expansión del gasto con la que ha respondido la UE las crisis del coronavirus, primero, y de la guerra en Ucrania, después. Su posición provocó grietas en la coalición holandesa y se llevó duras críticas de algunos socios, entre ellos el primer ministro portugués, Antònio Costa, que tachó su actitud de “repugnante”. “Esa mezquindad recurrente amenaza el futuro de la UE”, advirtió el dirigente socialista luso.

Más allá del sillón de Holanda, Timmermans tenía un peso específico en la Comisión Europea como vicepresidente que fue el resultado de las negociaciones de los 27 tras los comicios europeos de 2019. Parte del acuerdo suponía que el que había sido candidato de los socialdemócratas tuviera una relevancia especial y asumiera el paquete del Pacto Verde Europeo, que ha sido una de las principales políticas del gabinete de Von der Leyen. Esa cartera quedará en manos del checo Maros Sefcovic, tal y como Von der Leyen ha prometido a la familia socialdemócrata. Las atribuciones de Hoekstra se limitarán a la Acción Climática.

Sin embargo, el nombramiento ha hecho saltar las alarmas de las fuerzas progresistas de la Eurocámara en un momento en el que la dirección del PP europeo se ha rebelado contra la agenda verde impulsada por la Comisión Europea. El grupo mandatado por el alemán Manfred Weber sumó sus fuerzas a las de la ultraderecha -y parte de los liberales- para intentar tumbar la ley de restauración de la naturaleza, que pretende recuperar en los próximos años los ecosistemas dañados. No obstante, la división en sus propias filas permitió salvar la tramitación de la norma, que ahora la Eurocámara tendrá que negociar con los gobiernos de los 27.

De ahí que los socialdemócratas hayan exigido que la coordinación bajo el paraguas del 'Green Deal' quede en sus manos. A pesar de haber logrado el compromiso de Von der Leyen, desde el grupo que pilota la española Iratxe García advierten de que “la nominación como comisario no te hace comisario” y recuerdan que tiene que someterse al examen de las correspondientes comisiones parlamentarias: primero en la de Asuntos Jurídicos para evaluar sus intereses financieros para determinar si incurre en conflictos de interés y, después, en la de Medio Ambiente para poner a prueba su competencia general, compromiso europeo, independencia personal, conocimiento sobre la cartera climática y capacidades de comunicación.

“Para obtener el apoyo de nuestro grupo, cualquier comisario designado debe demostrar sin lugar a dudas su compromiso con los valores europeos, como la solidaridad como piedra angular de nuestra Unión”, advierten los socialdemócratas, que por el momento ponen en cuestión que Hoekstra dé el perfil.

También Los Verdes dudan de la idoneidad de la candidatura para un puesto que “requiere liderar las negociaciones internacionales sobre el clima y el próximo debate europeo sobre los objetivos climáticos para 2040”. “Con esa cartera tendrá que volver a posicionarse en una agenda europea de inversión climática”, advierte el eurodiputado Bas Eickhout, que reprocha que su actitud respecto a los países del sur fue “la peor” y que, como ministro de Finanzas, no logró precisamente “mostrar una visión europea sobre las necesidades de inversión de Europa”.

El grupo de la izquierda ha reprochado a Rutte que designe un candidato conservador para sustituir a un socialdemócrata y llevan el cuestionamiento de sus compromisos climáticos más allá al recordar que fue “empleado de Shell”, la compañía energética.

“El logro europeo más importante de Hoekstra consiste en insultar intensamente a los italianos durante la crisis del COVID. Además, no es precisamente un defensor del clima. ¿Qué lo hace tan adecuado como candidato?”, se preguntó en Twitter la eurodiputada liberal holandesa Sophia In 'T Veld.

Las advertencias no son baladíes ya que hay precedentes de que la Eurocámara ha tumbado candidatos propuestos por los estados miembros y avalados por los correspondientes presidentes del ejecutivo comunitario. El primer varapalo se remonta a 2004, cuando los eurodiputados rechazaron al candidato ultraconservador de Silvio Berlusconi, Rocco Buttiglione, como comisario de Interior y Justicia. En 2019, hubo noes del Parlamento a los aspirantes de Hungría, Rumanía y Francia.

El abandono de Timmermans no es el primero del gabinete Von der Leyen. A menos de un año de la celebración de las europeas, la Eurocámara también tiene que evaluar a Iliana Ivanova, la apuesta de Bulgaria como responsable de innovación, investigación, cultura, educación y juventud tras la dimisión en mayo de Mariya Gabriel para formar parte del Gobierno de su país.

La siguiente plaza que puede quedar vacante es la de Competencia, cuya comisaria, Margrethe Vestager, es candidata a presidir el Banco Europeo de Inversiones (BEI). La danesa partía como favorita hasta el anuncio de la vicepresidenta económica, Nadia Calviño, que opta al mismo puesto. Los ministros de Finanzas decidirán en la próxima reunión a mediados de septiembre. Vestager se encuentra, por ahora, en situación de interinidad en el gobierno comunitario a la espera de lo que ocurra en esa cita en Santiago de Compostela en un momento en el que en Bruselas han activado en buena medida el 'modo campaña'.

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