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La lucha local contra la inflación en Francia: bonos solidarios, vales para tiendas y entradas gratis de teatro

Frutería en un mercado tradicional de Montpellier, Francia.

Amado Herrero

París (Francia) —

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Bonos para la factura de la energía, colectas de productos de higiene, compras colectivas de combustible, reducción de tarifas en el transporte o en los comedores escolares. Estas son algunas de las medidas que los ayuntamientos y otras autoridades locales están desplegando en Francia para luchar contra la subida de precios y aligerar las facturas de sus vecinos. Se añaden a las iniciativas puestas en marcha por el Gobierno francés, como el bloqueo de las tarifas energéticas y la cesta de la compra a precios reducidos.

En Francia, después de una campaña electoral protagonizada por el poder adquisitivo en 2022, la subida constante de los precios se ha convertido en una de las principales preocupaciones del Ejecutivo. Inmerso gran parte del año en la ola de protestas contra su reforma de las pensiones, Emmanuel Macron ha reactivado las ayudas públicas que ya puso en marcha durante la pandemia. Pero también hay iniciativas más pequeñas y locales. La inflación en julio fue del 5%, el nivel más bajo en 15 meses, pero aún muy por encima del 2,3% de España.

Bonos, ayudas y cestas ecológicas

En el Norte, uno de los departamentos con los niveles de renta más bajos de la Francia metropolitana, ciudades como Denain han ofrecido a cada hogar 50 euros en vales de ayudas para gastar en los comercios locales (excluyendo los supermercados). Y en la vecina Trith-Saint-Léger el Ayuntamiento ha ofrecido a todos los hogares un cheque de 100 euros para ayudarles a pagar sus facturas de energía.

En este contexto, las redes de organismos locales, como los centros comunales de acción social, están adoptando un papel fundamental. Creados con la función de ayudar a las personas con dificultades económicas o socialmente vulnerables, estos organismos, dependientes de los ayuntamientos, intentan recuperar protagonismo para ayudar con la presión de los precios.

Es el caso de Lorient, una de las principales ciudades de Bretaña, las autoridades ha ampliado los criterios de renta para acceder a las cestas ecológicas subvencionadas y a la llamada tienda solidaria, donde los productos cuestan entre un 10% y un 30% de su precio habitual.

“Los centros comunales de acción social ofrecen ayudas alimentarias para cubrir las necesidades básicas, como la tienda social de alimentación y una cesta de verduras, así como ayudas energéticas”, explica un portavoz del ayuntamiento bretón. “Estas ayudas están vinculadas a un baremo que tiene en cuenta los recursos y los gastos del hogar. Y para ayudar a la gente a combatir la subida de precios y aumentar su poder adquisitivo, la ciudad ha decidido reforzar esta oferta para los beneficiarios actuales y ampliarla a más personas en situación precaria”.

Transporte, energía y alimentación

Los principales objetivos de las iniciativas de esas entidades locales y regionales son el transporte, la energía y la alimentación. El departamento de Val-de-Marne, en la región parisina, ha financiado un bono energético de 50 euros para esos hogares con rentas bajas, pero que exceden los requisitos para optar a las ayudas emitidas por el Gobierno.

En cada caso, la administración decide qué grupos son prioritarios: el departamento de Côte-d'Or, en Borgoña, ha creado ayudas económicas para solteros y parejas sin hijos (hasta 400 euros al año); el de Haute-Garonne ha renovado sus vales solidarios para compras de primera necesidad, que pueden llegar hasta 900 euros al año para familias con tres hijos.

A pesar del aumento de los precios de los alimentos, muchas corporaciones municipales han congelado los precios de los comedores escolares, como París, Lyon y Marsella. En el caso de los abonos de transporte, responsabilidad de las regiones, el aumento de los costes energéticos ha llevado a la mayoría a aumentar las tarifas (Occitania es la excepción), aunque muchas han optado por introducir billetes a un euro en algunas líneas.

Asociaciones

En el mismo contexto, las asociaciones también se han visto obligadas a adaptar sus políticas sociales: si las subvenciones han aumentado, también lo han hecho los precios y el número de demandantes. Les Restos du cœur, una de las principales ONG francesas, estima que distribuirá 170 millones de comidas este año, 28 millones más que el año pasado. “En 2022, las distribuciones de alimentos en lugares públicos aumentaron un 25%”, explica Patrice Douret, presidente de la asociación.

Las familias monoparentales, principalmente mujeres solas con hijos, representan una cuarta parte de las personas atendidas, y su número ha aumentado un 21% en un año. Más de la mitad de las personas acogidas por Les Restos du Cœur tienen menos de 25 años. “Estamos especialmente preocupados por el aumento del 16% en el número de bebés menores de tres años que acuden a nosotros”, dice Douret.

Espacios culturales como el Teatro Nacional de Bretaña y los cines Le Méliès de Saint-Étienne han puesto en marcha “entradas suspendidas” o “entradas solidarias”. También es el caso del Teatro Mogador de París: con el modelo del caffè sospeso, típico en la ciudad de Nápoles, los espectadores pueden dejar pagada una entrada adicional para una persona que no se lo pueda permitir y el teatro redistribuirá esas entradas entre asociaciones que apoyan, por ejemplo, a “familias con dificultades, familias monoparentales o asociaciones de acogida a refugiados”.

Las medidas de Macron

Si países como España y Portugal han utilizado la palanca fiscal, reduciendo el IVA de algunos productos alimentarios, en Francia el presidente ha optado por la vía presupuestaria, movilizando casi 100.000 millones de euros entre 2021 y 2023, a través de iniciativas como el bloqueo temporal de las tarifas de gas y electricidad, o de una rebaja de los surtidores de gasolina.

Una de las más publicitadas ha sido la cesta antiinflación, pilotada por el ministro de Economía, Bruno Le Maire. En marzo se anunció un acuerdo con las principales cadenas de distribución para que los supermercados ofreciesen una selección de productos a “precios atractivos”. La idea inicial, prevista para un periodo de tres meses, era crear una cesta unificada de unos cincuenta productos para todo el país, aunque finalmente la fórmula acordada dejó libertad a las cadenas de supermercados en el número y la selección de los productos.

Ese primer “trimestre antiinflacionista” en los supermercados, calificado de “éxito” por el ministro, se va a prolongar hasta septiembre y el Ministerio ha anunciado además que estudian formas de incluir el material escolar en la iniciativa. El Ministerio estima que la iniciativa ha logrado una reducción media del 13% ―para una cesta de la compra compuesta únicamente por los productos objeto de estas promociones―, pero las organizaciones de consumidores que hablan de una estabilización de precios y no de un descenso.

La cesta a precios reducidos se inscribe en el marco de las negociaciones anuales entre los supermercados y el sector industrial, además de poner el foco en los mecanismos con los que se establecen los precios. En Francia los distribuidores señalan a las multinacionales agroalimentarias como responsables de la inflación. “Algunos fabricantes se apresuraron a repercutir la subida [de los precios de los cereales o de la energía] pero no tanto la reciente bajada”, dijo Macron en una entrevista en televisión. “Esos descensos no siempre se han repercutido en el precio que pagan los consumidores”.

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