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Los maestros mexicanos intensificarán sus protestas tras la represión policial del domingo

Enfrentamientos en el sur de México

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La manifestación del pasado domingo de los maestros del Estado mexicano de Oaxaca tuvo un final sangriento: ocho muertos, 22 desaparecidos y 45 heridos de bala, según la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), agrupación a la que pertenecían los manifestantes. Entre los fallecidos había civiles, un periodista que cubría las protestas (Elidio Ramos, trabajador del diario El Sur) y un número indeterminado de docentes.

Los sindicalistas han anunciado que, lejos de detener las movilizaciones, estas se van a endurecer tras los episodios de represión “de manera contundente, ordenada y pacífica”, afirmó Juan García García, uno de los portavoces de la CNTE, según recoge la Agencia EFE.

García declaró a medios mexicanos que los episodios violentos los provocaron “infiltrados y la misma policía”. “Los policías portaban armas, dispararon sin piedad en contra de nuestros compañeros, a eso fueron al lugar donde nuestros compañeros se estaban manifestando pacíficamente”, continuó.

Los maestros se manifestaban contra el Gobierno de Enrique Peña Nieto por los problemas derivados de la reforma educativa de 2013, así como para reclamar la liberación de tres sindicalistas: el secretario general y de la sección 22 de la CNTE Rubén Núñez y Francisco Villalobos, y el exsecretario general de la sección 18 Juan José Ortega Madrigal. Durante las protestas, los maestros habrían bloqueado la autopista Oaxaca-México a la altura de la localidad de Nochixtlán, donde se produjeron los sucesos.

A pesar de la información emitida por la Comisión Nacional de Seguridad (CNS) que afirma que “los agentes no están armados”, la fiscalía ha asegurado tras la autopsia de siete cadáveres que el fallecimiento fue provocado por “disparos de proyectil de armas de fuego”, según informaciones de AFP. La CNS anunció el inicio de “una investigación con el fin de deslindar responsabilidades y, en su caso, actuar en consecuencia”.

La versión del gobierno de Oaxaca es también distinta a la de la CNTE. El gobernador Gabino Cué rechazó que los agentes fueran los responsables de los disparos. Achacó la violencia perpetrada únicamente a infiltrados: “Personas embozadas ajenas al objetivo de la manifestación”.

El gobernador electo del estado sureño, Alejandro Murat, se lamentó por los hechos a través de su cuenta de Twitter: “Los oaxaqueños rechazamos enérgicamente cualquier acto de violencia. ¡Los oaxaqueños no queremos eso! El diálogo incluyente y respetuoso es la vía para una solución justa y digna”.

El lunes, un día después del enfrentamiento, miles de oaxaqueños encabezados por la CNTE se manifestaron para condenar los asesinatos, exigir la dimisión de Cué y demandar un juicio político contra el presidente Enrique Peña Nieto y el titular de la Secretaría de Educación Pública (SEP), Aurelio Nuño.

En redes, alrededor del hashtag #OaxacaResiste, también se han concentrado numerosas muestras de condena a los asesinatos y de apoyo a los manifestantes.

Las protestas no son algo nuevo en este estado sureño mexicano. En 2006 se produjo un paro laboral que duró más de seis meses que también terminó con decenas de muertos y disidentes presos, y la fuerza de los movimientos sociales revivió en los últimos tres años a partir de la reforma educativa de Peña Nieto. La CNTE siempre ha sido muy crítica con algunos aspectos de esa ley, como el sistema de evaluación de maestros o la autogestión de las escuelas, además de por el hecho de que no fuesen consultados para imponerla. En mayo de 2016 comenzó un nuevo pico de manifestaciones, también en Ciudad de México y Michoacán, después de que se despidiera a 4.000 maestros por haberse opuesto a la reforma.

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