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ANÁLISIS

“Es negra de repente” o “cuota de la diversidad”: los republicanos se enredan en sus ataques para destruir a Kamala Harris

La vicepresidenta de EE.UU. y virtual candidata presidencial, Kamala Harris habla durante un acto de campaña en Atlanta.

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No está siendo un verano fácil para los republicanos. Hasta hace nada, tenían su campaña electoral perfectamente planificada alrededor de un único mensaje sencillo y efectivo: Joe Biden no está para estos trotes. Lo que pasa es que de repente les han cambiado el rival por otro completamente diferente y no saben a qué santo encomendarse. ¿Decimos eso de que Kamala Harris era la bruja que movía los hilos de Biden o que era una inútil que no pintaba nada en la Casa Blanca? ¿Decimos que solo la han escogido porque es negra o decimos que en realidad no es negra? O mejor, que no es estadounidense. O que debe de estar loca, ya que no tiene hijos biológicos. Y así están, despistados, diciendo todo a la vez.

El contraste llama la atención, porque los demócratas han cambiado de candidato, pero el mensaje sigue siendo exactamente el mismo desde hace ocho años: “Nosotros somos los que no son Trump”. Otro mensaje sencillo y efectivo, porque muchos millones de estadounidenses ya han demostrado que no necesitan más motivación que esa para votar por un candidato, siempre que este no sea un señor muy mayor con tendencia a confundirse. De hecho, ahora el señor mayor con tendencia a confundirse está al otro lado, es Trump. Los demócratas, pasado el amargo trago de despedir a Biden, están encantados con el cambio por una candidata 20 años más joven que su rival.

Este cambio empieza a notarse en las encuestas. Kamala Harris ha eliminado ya toda la ventaja que tenía Trump cuando su rival era Biden, algo verdaderamente increíble si tenemos en cuenta que el expresidente se ha salvado milagrosamente de un atentado en ese mismo período. También se nota en su capacidad de recaudar dinero. Por eso los republicanos buscan con urgencia el gran argumento contra Kamala Harris, su golpe ganador. Todavía no lo tienen del todo claro, pero si escuchas con atención a Trump y a quienes le rodean, empiezas a percibir que han entendido que pueden usar dos cosas a su favor: que Kamala Harris es una mujer y que no es blanca.

“Una mujer infeliz, sin hijos y con gatos”

No han pasado ni diez días desde que se vio que Harris sería la candidata demócrata y ya le están llegando ataques que nadie le dirigiría a un hombre. La han acusado de nuevo de haber entrado en política “acostándose” con el exalcalde de San Francisco, lo que tiene mucho de irónico ya que ella ha llegado mucho más lejos de lo que nunca lo hizo su expareja: fiscal general de California, senadora, la primera vicepresidenta de la historia... Pero, además, el hecho de que Kamala Harris no tenga hijos biológicos está provocando algunas conversaciones que serían difíciles de imaginar si se tratara de un hombre.

Hace unos años, el candidato a vicepresidente de Trump, JD Vance, se refirió a Kamala Harris como una de esas “mujeres sin hijos y con gatos que son infelices con sus vidas, así que quieren que el resto del país sea infeliz también”. La campaña de Trump, lejos de desautorizarlo, dice que es una muestra de que a su número dos “le gustan las familias”. Habría que bucear en la hemeroteca para ver si a George Washington o a los otros cuatro presidentes sin hijos biológicos los llamaron “señores infelices con gatos”, pero de momento la exmujer del marido de Harris se ha sentido en la obligación de decir públicamente que la candidata ha sido una “comadre” para sus dos hijos. 

Aunque algunos líderes republicanos han pedido específicamente a los suyos que no usen el género y la raza de Harris como argumento para criticarla, los opinadores más cercanos a Trump no tienen problema en poner el foco justamente ahí. Uno de los presentadores estrella de la conservadora Fox News, Jesse Watters, decía hace solo unos días que “no se explica cómo un hombre puede votar demócrata” porque “no es el partido de la fuerza”, añadiendo que “ha oído decir a un científico que, cuando un hombre vota por una mujer, se está convirtiendo en una”. 

No es muy sutil, pero puede funcionar. En 2016 Trump se pasó la campaña hablando de Hillary Clinton como “esa mujer tan desagradable” y salió elegido. Antipática, débil, mezquina... un relato que ya está poniendo en marcha también para Kamala Harris, empezando por anunciar que los otros líderes mundiales pasarían por encima de ella si es elegida: “Será como un juguete en sus manos”. 

“Es la cuota de diversidad”

Si a Harris la tratan con condescendencia por ser mujer, mucho más por ser una mujer que no es blanca. El modo más habitual que han encontrado los republicanos para menospreciar su experiencia o su capacidad es llamarla “DEI hire” o “contratada por diversidad, equidad e inclusión”. Se podría traducir a algo así como “contratada para ser la cuota de diversidad”. Una manera de decir que sus logros en política o como fiscal se deben al color de su piel.

En palabras de una congresista republicana: “Es una de las candidatas más flojas que he visto en la historia de nuestro país. Intelectualmente, está en lo más bajo. Creo que le dieron el puesto como cuota de diversidad. Creo que lo estamos viendo y que no tienen a nadie más”. Para justificar este punto de vista, los republicanos dicen que fue el propio Biden quien dijo, cuando buscaba vicepresidenta, que quería a una mujer negra. Quizás entienden que, si hay un alto cargo que no sea hombre y blanco, eso sólo puede deberse a un criterio de diversidad. 

Trump ya entró en política inventándose que el primer presidente negro, Obama, no podía serlo en realidad porque no había nacido en Estados Unidos como pide la ley. Es una acusación que ya ha hecho (sin pruebas) contra otros de sus rivales políticos que tenían padres emigrantes de otros países, aunque ellos mismos sí que hubieran nacido en EEUU. En 2020 ya lo dijo también de Kamala Harris, hija de un jamaicano y una india. 

Lo que era más difícil de prever es que los republicanos la acusen de deberle toda su carrera profesional a ser negra, pero a la vez la acusen también de no ser negra en realidad. “No sabía que era negra hasta hace algunos años cuando de repente se convirtió en negra, y quiere que se la conozca como negra”, dijo Trump hace unos días entre la incomodidad del público. En realidad, Harris lleva años presumiendo de las dos partes de sus raíces, pero eso no ha impedido a los republicanos probar si el mensaje funciona.

Por supuesto, a estos estereotipos se suman muchos otros: es una radical, es una amiga de los criminales, es “socialista”, etc. Sin embargo, el hecho de que a tres meses de las elecciones Trump no tenga listo para Harris un mote como los exitosos ‘Cooked Hillary’ (la corrupta Hillary) o ‘Sleepy Joe’ (Joe el dormilón) es en sí mismo un problema para los republicanos. Todavía no han dado con su gran argumento, no han logrado definir a su rival, no han pasado página desde Biden. Si quieren ganar, tienen que llevar la pelea directamente a Kamala Harris.

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