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Una nueva investigación muestra cómo los soldados rusos ejecutaron a los civiles en Bucha en lo que llamaban “limpieza”

Uno de las decenas de cadáveres descubiertos en las calles de Bucha, tras la retirada de las tropas rusas, a principios de abril.

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Zachistka, limpieza. Es la palabra que los soldados rusos usan en las conversaciones teléfonicas interceptadas por las fuerzas ucraniana para describir lo que ocurrió en Bucha inmediatamente después la ocupación de los territorios a las afueras de Kiev, a principio de marzo, cuando aún el Kremlin contaba con llegar en poco tiempo a la capital de Ucrania. Una nueva investigación de la agencia Associated Press y el programa Frontline de la cadena estadounidense PBS muestra, a través de las grabaciones de las cámaras de seguridad, cómo las tropas rusas se llevaron a los civiles al número 144 de la calle Yablonska, donde algunos fueron ejecutados. La calle Yablonska, la artería que prácticamente divide Bucha de la vecina Irpin, se convirtió en la estampa del horror cuando, tras la retirada de las tropas rusas a principios de abril, apareció sembrada de decenas de cadáveres. 

“Cuando todos los cuerpos fueron encontrados desperdigados por las calles y arrojados en tumbas excavadas apresuradamente, podría haber sido fácil pensar que la carnicería hubiera sido aleatoria. A los residentes que preguntaran cómo ocurrió esto se les diría que no se atormenten, porque hay algunas preguntas que simplemente no tienen respuesta. Pero, hubo un método para la violencia”, se lee en la investigación de AP. Las imágenes muestras cómo los soldados rusos se llevan a los hombres al número 144 de la calle Yablunska, al que luego llegarán también mujeres y niños, “un complejo de edificios que los rusos convirtieron en cuartel general y centro neurálgico de actos de violencia que conmocionarían al mundo”.

Violencia sistemática

.“Los rusos cazaron a personas que aparecían en listas preparadas por sus servicios de inteligencia y fueron de puerta en puerta para identificar amenazas potenciales. Aquellos que no aprobaron este filtro, incluidos combatientes voluntarios y civiles sospechosos de ayudar a los soldados ucranianos, fueron torturados y ejecutados, según muestran videos de vigilancia, intercepciones de audio y entrevistas”, se lee en la investigación de AP. En las imágenes aparecen nueve hombres que formaban parte de los voluntarios de la defensa territorial capturados por los soldados. Se salvaron en dos. Uno, al temer por su vida, confesó que había estado a cargo de un puesto de control pero posteriormente los ucranianos lo persiguieron e investigaron por traición. El otro es el taxista Ivan Skyba que, cuando los soldados rusos abrieron fuego, recibió un disparo en el abdomen pero sobrevivió fingiendo estar muerto entre los cadáveres de los demás. Ahora, es uno de los testigos de la matanza, que está en cima a la lista de las investigaciones por crímenes de guerra de la fiscalía general de Ucrania. Sólo en Bucha, donde ElDiario.es recogió el testimonio de varias víctimas y donde tras la retirada de las tropas rusas se encontraron 450 cadáveres en las calles y en fosas comunes, hay 3.500 casos abiertos.

Taras Semkiv, el fiscal de Ucrania a cargo del caso del número 144 de la calle Yablunska, dijo a la AP y a Frontline que es inusual ver crímenes de guerra desarrollarse en video, y que las imágenes de circuito cerrado de las cámaras de seguridad y los relatos de testigos del 4 de marzo son ahora elementos clave para el procedimiento judicial. “Los resultados de las pruebas que hemos reunido hasta ahora revelan que no sólo fueron incidentes aislados de personal militar que cometió un error, sino una política sistemática dirigida contra el pueblo ucraniano”, afirma Semkiv.

Una familia destruida

Una de las personas detenidas en las primeras horas tras la llegada de las tropas rusas a Bucha fue Dmytro Chaplyhin, un chico de 20 años, un empleado de una tienda a quien todos llamaban Dima. Los soldados fueron a su casa, justo al lado de la calle Yablunska y encontraron imágenes de tanques rusos en su teléfono. bastó para acusarle de ayudar a las fuerzas armadas ucranianas.

Su abuela, Natalia Vlasenko, suplicó de rodillas a los soldados. “Dios, les rogué que no lo tocaran”, ha contado Vlasenko a los periodistas de AP. “Me apuntó con un fusil y dijo: ‘Si no lo entregas de la manera fácil, entonces lo haremos de la manera difícil’”. Dima salió con los soldados y le dijo: “Abuela, no te preocupes. Voy a regresar”. Fue la última vez que lo vio. Poco después los soldados rusos matarían también a su marido, Pavlo Vlasenko. 

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