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The Guardian en español

Los enfrentamientos entre refugiados y policías tensan la crisis migratoria en Italia

Un policía consuela a una mujer en medio de las protestas en el centro de Roma // Foto: Angelo Carconi

Angela Giuffrida

Roma —

Miles de italianos se han manifestado en Roma para apoyar los derechos de los refugiados después de que enfrentamientos entre migrantes y policía hayan puesto al descubierto una creciente hostilidad hacia los recién llegados al país. Italia es uno de los países más afectados por la crisis migratoria, entre enero y junio ya ha recibido a unas 100.000 personas. Las autoridades están tratando de hacer frente al ritmo de llegadas y los esfuerzos por promover la integración están sometidos a fuertes presiones.

El primer ministro, Paolo Gentiloni, se ha reunido este lunes con el presidente francés, Emmanuel Macron, y con sus homólogos de España y Alemania, así como con los líderes de Chad, Níger y Libia, para debatir la manera en la que frenar las migraciones ilegales desde África hasta Europa.

La incesante llegada de refugiados al país está dividiendo al Partido Democrático de centroizquierda, actualmente en el Gobierno, mientras que los partidos de la derecha han hecho suyo el asunto, cuando el país se prepara para una elecciones generales que deberían tener lugar antes de mayo de 2018.

La semana pasada se produjeron escenas muy criticadas, en las que policías armadas con porras dispararon cañones de agua sobre un grupo de unos 100 refugiados, en su mayoría procedentes de Eritrea. Estos migrantes habían estado durante varios días acampados en una plaza para protestar por el desalojo de un edificio de oficinas que habían ocupado.

Algunos refugiados tiraron botellas, piedras y bombonas de gas (que utilizaban para cocinar) mientras que los agentes intentaban desarmar el campamento improvisado en una plaza cercana a la estación central de Termini.

“Es una lástima que estas cosas sucedan antes de unas elecciones”, cuenta a the Guardian Cécile Kyenge, parlamentaria italiana y exministra de Integración. “En mi opinión, que recibamos con buenas maneras a los migrantes debe ser una prioridad. Si recibimos bien y la integración es buena, evitaremos que se produzcan conflictos como el de Roma y esto será bueno para todos. Hay muchos ejemplos de buena integración en Italia, la mayoría se produce es pequeñas ciudades, pero también hay muchos ejemplos de malas prácticas”.

Los refugiados, muchos de los cuales habían conseguido asilo y trabajo en Roma, y cuyos hijos están escolarizados, formaban parte de una comunidad de 800 personas que había ocupado un edificio de seis plantas durante los últimos cinco años.

Las autoridades dijeron que fueron desahuciados después de no querer aceptar un alojamiento alternativo, y justificaron el desarme del campamento por el riesgo que suponían las bombonas de gas que estaban utilizando para cocinar en un área rodeada de edificios residenciales.

No se avisó del desalojo

Defensores de los derechos humanos y la agencia para los refugiados de la ONU denuncian que el desalojo se produjo sin avisar. Muchos solicitantes de asilo duermen en las calles de Roma por falta de vivienda.

El sábado, miles de solicitantes, otros migrantes y personas que les apoyan se manifestaron en la capital italiana con carteles en los que se podía leer “los refugiados no son terroristas”. Los que salieron a la calle para protestar pedían que se pusiera fin a los desalojos y que los refugiados pudieran vivir en hogares dignos.

A medida que las imágenes de los enfrentamientos se divulgaban por todo el mundo, el ayuntamiento de la ciudad de Roma (liderado por el Movimiento 5 Estrellas) cedió el viernes y permitió a un grupo de 40 personas formado por enfermos, mayores y niños regresar al edificio después de seis meses tras una negociación con SEA, la empresa propietaria del bloque.

Al parecer, Interior está diseñando nuevas directrices estipulando que cualquier futuro desahucio debe incluir propuestas de realojo para los más vulnerables. Pero el incidente ha sacado a la luz el hecho de que 200.000 personas viven actualmente en centros de acogida gestionados por el Estado mientras esperan a que se resuelvan sus solicitudes de asilo.

Decepcionados por la incapacidad del gobierno para gestionar la situación, algunos italianos también están comenzando a rebelarse. “Si miras los comentarios de las webs de noticias o de Facebook tras lo sucedido en Roma, vas a ver que la gente está muy enardecida por la inmigración y en su mayoría a favor de la policía”, comenta Giovanni Orsina, un profesor de Ciencias Políticas de la Universidad Luiss de Roma.

Aunque el número de personas que llegó a Italia por mar en el mes de julio ha descendido –gracias a la presión sobre los barcos de las ONG que buscan y rescatan frente a las costas de libia en el Mediterráneo– se calcula que alrededor de 140.000 migrantes llegarán al país para finales de este año.

En lo que se vio como una prueba de fuego de cara a las próximas elecciones generales, los partidos de centroderecha obtuvieron importantes victorias en las elecciones locales de junio. El centroderecha triunfó en las votaciones municipales en 15 de las mayores ciudades, entre las que se incluyen Verona, Monza, Piacenza y la ciudad fronteriza de Como, donde los migrantes a los que no se les deja entrar en Suiza han estado durmiendo a la intemperie en parques y fuera de la estación de trenes.

La semana pasada en la ciudad toscana de Pistoya, que en junio eligió a su primer alcalde de derechas desde la Segunda Guerra Mundial, un sacerdote generó controversia simplemente por llevar a un grupo de migrantes a la piscina local. Miembros del partido de extrema derecha Forza Nuova aseguraron el viernes que “controlarían” la misa del próximo domingo como forma de represalia.

La mayor sorpresa de las elecciones de junio se produjo en Lampedusa, la isla siciliana que ha estado en el centro de la crisis migratoria. La exalcaldesa y ganadora del premio por fomentar la paz que entrega la UNESCO Giusi Nicolini perdió estrepitosamente ante Salvatore Martello, un hotelero que concurrió de manera independiente a los principales partidos italianos y que dijo que “no puede soportar ver migrantes abarrotando todos los sitios”.

Para Daniela DeBono, una investigadora y profesora titular del Instituto Universitario Europeo y la universidad de Malmö, los italianos se sentían frustrados por “el resultado de los errores graves de administración de la segunda fase del sistema de acogida de refugiados”.

“Los procesos de asilo se pueden demorar hasta tres años, y los programas de integración son insuficientes. Como resultado tenemos migrantes frustrados porque no se les permite ser autónomos, e italianos frustrados en un contexto de altas tasas de desempleo y precariedad laboral”, añade.

Orsina concluye: “La gente no puede aguantar más esta situación, y no lo perciben como algo que vaya a solucionar el gobierno. Esto va más allá del racismo y del miedo. Los italianos podrían incluso permitir la entrada de medio millón de migrantes más, pero quieren ser capaces poder decidir y que no sea solo una imposición”.

Traducido por Cristina Armunia Berges

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