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The Guardian en español

“¡Necesitamos el muro!”: Trump aprovecha el temor al coronavirus para impulsar sus propios planes políticos

Trump endurece los viajes al país tras el primer muerto por coronavirus en EE.UU.

Maanvi Singh

Oakland (EEUU) —

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“¡Necesitamos el muro más que nunca!”, escribía el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, en su cuenta de Twitter este martes, con los mercados financieros tambaleándose por la creciente amenaza del coronavirus sobre EEUU.

A la vez que trata de restar importancia a la crisis de salud pública, el presidente estadounidense está aprovechando el pánico y las alteraciones que viven algunas zonas de EEUU para dar un empujón a muchas de sus antiguas promesas de campaña, desde controles más estrictos en la frontera hasta vetos de viajes, bajadas de impuestos o menores tipos de interés.

Según el autor del libro 'Presidentes, política y pandemias', Max Skidmore, la respuesta de Trump a la amenaza del coronavirus es coherente con su forma de reaccionar. “Tiene un plan y adapta la realidad para que se ajuste”, ha explicado Skidmore, que da clase de ciencias políticas en la Universidad de Missouri-Kansas City.

En las últimas semanas, Trump ha hablado una y otra vez de levantar un muro fortificado en la frontera para contener la enfermedad. “La política de los demócratas de 'fronteras abiertas' es una amenaza directa para la salud y el bienestar de todos los estadounidenses”, ha dicho en un mitin de Carolina del Sur. “Ahora está claro con el coronavirus”.

Una estrategia inútil 

Pero el número de casos informados en México es mucho menor que el de casos en Estados Unidos y no hay ninguna prueba de un solo migrante de la frontera sur transmitiendo el coronavirus en EEUU. En su testimonio ante legisladores de la Cámara de Representantes, el director de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades Robert Redfield ha negado que poner barreras estructurales en la frontera sirviera para mitigar la propagación de la enfermedad COVID-19.

Los expertos en salud pública advierten de que centrarse en el muro fronterizo es tan inútil como contraproducente. “La gente siempre encuentra una manera de sortear los muros”, dice Amy Fairchild, decana de la facultad de Salud Pública en la Universidad Estatal de Ohio. En su opinión, endurecer los controles en la frontera impediría que los migrantes infectados se hicieran las pruebas y fueran tratados.

Trump lleva tiempo tratando de restringir los viajes desde varios países, algunos con grandes poblaciones musulmanas, y ha vuelto a la idea de vetar vuelos como reacción al coronavirus. El Gobierno de EEUU ha ampliado sus restricciones con los viajes de Irán y ha publicado advertencias de “no viajar” a zonas de Italia y de Corea del Sur, además de denegar temporalmente la entrada a extranjeros que hayan visitado China en los 14 días previos a su llegada a Estados Unidos. Este miércoles ha anunciado también que se restringen los vuelos procedentes de Europa, a excepción de Reino Unido durante 30 días.

Pero las autoridades de salud pública y los expertos alertan de los problemas que presenta ese enfoque: limitar los desplazamientos entre EEUU y zonas con muchos contagiados puede ralentizar la propagación, pero imponer restricciones severas “puede tener el efecto de aumentar el miedo y el estigma con poco beneficio para la salud pública”, como ha dicho esta semana el director de la Organización Mundial de la Salud, Tedros Adhanom Ghebreyesus, durante una sesión informativa para la junta ejecutiva de las Naciones Unidas.

“Reiteramos nuestro llamamiento a todos los países para que no impongan restricciones que interfieran innecesariamente con los viajes y con el comercio internacional”, ha pedido también.

Avanzar en la agenda económica

A pesar de las advertencias, Trump ha favorecido las políticas aislacionistas. En un encuentro con votantes organizado la semana pasada por la cadena Fox News, presumía de haber “cerrado las fronteras” con China y otros países afectados. Según Skidmore, se trata de una medida lógica para “el Presidente Trump, que no se siente cómodo con las alianzas y con la cooperación internacional”.

El presidente y sus representantes también están aprovechando la oportunidad para hacer avanzar la promesa de campaña de que haya más productos fabricados en Estados Unidos. “El coronavirus demuestra lo importante que es traer toda esa producción de vuelta a EEUU, y vamos a empezar con eso”, afirmó la semana pasada durante una reunión con los representantes de las compañías farmacéuticas. El secretario de comercio de Trump, Wilbur Ross, llegó a decir en enero que el coronavirus en China “ayudaría a acelerar la vuelta de los empleos a EEUU”.

Pero las tendencias aislacionistas de Trump y su resistencia a trabajar con la OMS y otros países podría ralentizar la capacidad de EEUU para desarrollar la vacuna y el tratamiento para el coronavirus SARS-CoV-2. Uno de los motivos que demoraron los tests generalizados del coronavirus en EEUU fue la negativa de las agencias federales a aceptar las directrices de pruebas de la OMS, explica Skidmore. En su lugar proponían desarrollar un test más complejo que al final resultó ser defectuoso, según una investigación de ProPublica.

El profesor también apunta que la preocupación por bajar impuestos y reducir los tipos para estabilizar el tambaleante mercado de valores es otro ejemplo de que el presidente está concentrado en sus propios planes políticos y se está perdiendo la visión de conjunto.

Con el aumento en la volatilidad los mercados, Trump ha conseguido al fin lo que llevaba tiempo pidiendo: tipos de interés más bajos. La Reserva Federal ya hizo recortes de emergencia y Trump está presionando para que reduzca aún más los tipos de referencia.

El presidente también se ha reunido este miércoles con los senadores republicanos para proponer un recorte en los impuestos a los asalariados que beneficiaría en gran medida a los trabajadores ricos y tendría el efecto de debilitar el Medicare y la Seguridad Social, instituciones que Trump lleva mucho tiempo tratando de socavar.

Si bien los paquetes de estímulo pueden ayudar a los mercados, no se está abordando el problema de las cadenas de suministro interrumpidas, el de los trabajadores en cuarentena, el de las clases y conferencias canceladas, y el de la caída de los viajes y el turismo. “Por el momento, no se ha considerado realmente la posibilidad de que las personas en cuarentena reciban una paga para evitar que sufran económicamente”, asegura Skidmore. Tampoco está claro de qué manera concreta el Gobierno piensa coordinar el acceso a pruebas gratuitas, y llegado el caso, a una vacuna gratuita.

Trump ha confirmado un paquete financiero de emergencia por el coronavirus valorado en 8.300 millones de dólares que, según Fairchild, “sí va a ayudar para el desarrollo de la vacuna”. Pero el presupuesto para diez años propuesto por el presidente, con recortes gigantescos a los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, los Institutos Nacionales de Salud y otros organismos sanitarios no auguran nada bueno para la contención del coronavirus ni de otras posibles enfermedades futuras. “Con estas políticas, seguiremos siendo susceptibles a los brotes”, ha dicho.

Traducido por Francisco de Zárate

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