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The Guardian en español

Una profesora rusa se enfrenta a una pena de prisión tras ser grabada por sus alumnos mientras hablaba contra la guerra

Un grupo de niñas durante una clase en un internado femenino del Ministerio de Defensa ruso en Moscú, en una imagen de archivo.

Pjotr Sauer

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Cuando Irina Gen, profesora de inglés y alemán de 55 años, dio un discurso antibélico durante una de sus clases en la ciudad rusa de Penza, no sabía que estaba siendo grabada por sus propios alumnos.

“Tan solo quería ampliar la visión del mundo de mis alumnos. Esperaba poder romper con la propaganda con la que se alimenta a este país. Pero mira a dónde me llevó”, dice Gen, que ahora se enfrenta a una posible condena de prisión de larga duración bajo la acusación de haber “desacreditado” al ejército ruso, después de que su mensaje se compartiera en redes sociales.

El 18 de marzo, los alumnos de 13 y 14 años de Gen le preguntaron por qué se había prohibido a los atletas rusos participar en competiciones internacionales. Una decisión tomada por Occidente que, según dice Gen, intentó contextualizar.

“Hasta que Rusia empiece a comportarse de forma civilizada, la no admisión de atletas rusos en las competiciones continuará para siempre... Creo que es lo correcto”, dice en el audio, que fue compartido por primera vez por los canales de Telegram vinculados al Kremlin. “¡Rusia quería llegar a Kiev y derrocar al Gobierno! Ucrania es, de hecho, un Estado soberano, hay un Gobierno soberano... Estamos viviendo en un régimen totalitario. Cualquier disidencia es considerada un crimen”.

Gen también expresó su desaprobación por la forma en que los medios de comunicación estatales rusos caracterizaron el bombardeo a un hospital materno infantil en la ciudad sitiada de Mariúpol como una provocación ucraniana.

10 años de cárcel

Cinco días después de hacer estos comentarios contra la guerra ante los estudiantes, recibió una llamada de la sucursal local del Servicio Federal de Seguridad ruso (FSB) para que acudiera a sus oficinas, donde le informaron de que los organismos de seguridad habían recibido las grabaciones de sus declaraciones en clase.

“Me impactó. No tenía idea de que me estaban grabando”, recuerda Gen. “Les dije a los fiscales que no estaba mintiendo. Que simplemente estaba citando a medios occidentales respetados como AP y la BBC, medios que considero profesionales y objetivos en su forma de hacer periodismo”, dice Gen. “Pero, por supuesto, ese no era un argumento que fuesen a aceptar”.

A finales del mes pasado, la Fiscalía rusa anunció que había abierto una causa penal contra Gen en virtud de una ley recientemente introducida que penaliza la difusión de las llamadas “noticias falsas” sobre el Ejército ruso.

Los fiscales se mostraron particularmente en desacuerdo con los comentarios que Gen hizo sobre el hospital materno infantil en Mariúpol. Se le ha prohibido salir del país y su abogado dice que podría pasar 10 años en prisión en caso de ser declarada culpable.

Eliminar el sentimiento antibélico

Rusia ha puesto en marcha una ofensiva sin precedentes contra el sentimiento antibélico. El de Gen es uno de los cuatro casos que se conocen sobre profesores que han criticado la guerra y han sido despedidos o procesados después de que sus alumnos se quejaran de ellos ante sus padres o las autoridades.

“Simplemente se me persigue por un punto de vista que no es el oficial. Mi familia ya atravesó una vez una campaña de persecución en la Unión Soviética”, dice Gen refiriéndose a la Gran Purga de Stalin, en la que cientos de miles de ciudadanos de a pie denunciaron a sus vecinos, amigos y familiares como “enemigos del Estado”.

Aunque se sintió “molesta” al descubrir que la habían grabado los alumnos que conocía bien, no les guarda rencor. “No culpo a mis alumnos; simplemente siguen lo que sus padres piensan y les dicen que hagan”, dice Gen, que ha dejado su trabajo como profesora.

Cree que uno de los padres de sus alumnos animó a su hijo a grabarla después de que Gen hiciera anteriormente “pequeños” comentarios contra la guerra durante la clase. “Esta situación es terrible. Ha sido muy duro para mí, a nivel personal. Pero también es una locura ver cómo todo el mundo a mi alrededor, la gran mayoría de la gente que conozco, la gente a la que consideraba mi amiga, está apoyando a Rusia en este conflicto”.

Seis semanas después del inicio de la invasión rusa en Ucrania, las encuestas indican que el Kremlin, con la ayuda de una implacable propaganda estatal, ha conseguido movilizar el apoyo popular a su acción militar.

Las escuelas, parte de la guerra

Desde un principio, Moscú indicó que no toleraría las voces disidentes en el sector educativo. El ministro de Educación del país, Serguéi Kravtsov, describió abiertamente las escuelas como vitales para la lucha de Rusia por “ganar la guerra informativa y psicológica” contra Occidente.

A partir del 1 de marzo, las escuelas han introducido nuevas lecciones en las que los profesores tienen que explicar a sus alumnos por qué Rusia se ha visto obligada a iniciar la guerra contra “un régimen fascista en Ucrania”. En las redes sociales rusas también han aparecido cientos de publicaciones en las que escolares posan para las fotos formando una “Z”, la marca militar que se ha convertido en el principal símbolo de apoyo público a la invasión de Ucrania por parte de Rusia.

Las guarderías locales han publicado incluso imágenes de niños pequeños tumbados sobre una alfombra de juego formando una Z y de preescolares pintando el símbolo militar de su país con los colores de la bandera tricolor rusa.

Denuncias entre ciudadanos

Andréi Kolesnikov, del Centro Carnegie de Moscú, dice que la experiencia de Gen y las de otros profesores apuntan a una preocupante “estalinización” de la sociedad rusa. “Es como si estuviésemos en una máquina del tiempo. Se ha generado un clima en el que las autoridades fomentan las denuncias. Durante el régimen de Stalin, atravesamos los mismos procesos, que tuvieron consecuencias devastadoras”.

Kolesnikov dice que se le han acercado “muchos profesores universitarios” que dicen tener miedo de mencionar el “tema ucraniano”. “Dicen que los estudiantes intentan provocarles para que hablen del conflicto solo para denunciarles”.

Kolesnikov dice que si el ambiente actual en el país persiste, Rusia “pronto tendrá una nueva generación de Pavlik Morozov”, en referencia al niño soviético que denunció a su padre ante las autoridades y se convirtió en un icono de la propaganda y cuya figura acabó en estatuas por toda Rusia. Kolesnikov considera que los efectos del frenesí bélico llegarán mucho más allá de las aulas del país.

Recientemente han surgido varios informes sobre transeúntes que denuncian a los propietarios de pequeños negocios que colocan mensajes contra la guerra en sus escaparates.

“Estamos viendo señales de un régimen autoritario transformándose en un régimen totalitario de lleno, en el que los miembros de una sociedad movilizada se delatan activamente entre sí”, dice Kolesnikov.

Traducción de Julián Cnochaert.

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