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Transistor - Análisis PC / PS4

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David Lebrato / David Lebrato

Madrid —

Lo último del desarrollador Supergiant games comparte buena parte del ADN de su predecesor, el popular Bastion. Ambos son juegos de acción isométrica, basados en estilizados y coloridos mundos. Los dos hacen gran hincapié en el combate. Pero Transistor va más allá todavía, con una historia que nos dejará perplejos, y un sistema de combate perfectamente afinado, profundo y dinámico.

Transistor nos pone en la piel de Red, una afamada cantante que vive en la ciudad de estilo fantasía-cyberpunk llamada Cloudbank. Comenzamos el juego después de una escena en la que somos atacados por un extraño grupo de personas, pero en el último instante alguien se cruza en la trayectoria de la espada y nos salva de una muerte segura. Cuando todo se calma, arrancamos la espada de ese hombre, cual Excalibur de la roca. Ésta, Transistor, no es un arma cualquiera. Tiene voz y personalidad propia, que nos acompañará durante toda la aventura.

Con una narración fragmentada, altamente eficaz, la historia toma varios giros inesperados. Cloudbank es un rico y hermoso lugar, lleno de detalles y de misterio. Todo él está repleto de secretos que, bien nos ayudarán a desvelar los entresijos del enigma, o servirán para dotar el conjunto de una profundidad pocas veces vista. Lo mismo podremos votar por nuestras preferencias climatológicas como pedir comida. Pero en la mayor parte de los casos en que encontremos los terminales lo que leeremos son mensajes personales que los enemigos nos van dejando, a los que podremos responder. Todos estos detallitos sin importancia son los que crean un mundo inmersivo del que es difícil salir una vez que tomamos los mandos.

Cada poco tiempo nos veremos inmersos en una batalla con los llamados Process, unos enemigos robóticos con diferentes apariencias y estilos de ataque. La combinación precisa de exploración-búsqueda-combate dota a Transistor de un nivel de entretenimiento que no agotará ni a los más remilgados jugadores. Esta suerte de robots varía desde los más pequeños y débiles, llamados Bad Cells, hasta los gigantescos Jerks, pasando por unos drones voladores que denominan Paparazzi que nos cegarán con sus flashes (que para algo somos una cantante de fama y prestigio). Cada vez que nos enfrentemos a ellos el mapa se cerrará como un ring, por lo que será imposible evitar la confrontación. Pero, ¿para qué jugamos entonces a un RPG de Acción? Conforme vamos aumentando nuestro nivel, los enemigos lo harán proporcionalmente, manteniendo el desafío constantemente.

El juego se ajusta a cada estilo, puesto que podremos atacar en tiempo real o hacerlo en algo parecido a turnos, siendo la combinación de los dos necesaria para lograr avanzar sin problemas. Una vez se conocen las debilidades y formas de ataque de cada enemigo se podrá crear una táctica congelando el tiempo. El único problema es que tras el ataque nos encontraremos durante unos segundos sin mayor protección que el correr tras los muros del peculiar ring.

Pero no se detienen aquí las peculiaridades de Transistor, ahora viene lo mejor. Las capacidades, llamadas aquí funciones, se irán adquiriendo conforme subamos de nivel, cosa bastante sencilla al principio. Si bien comenzamos con dos muy básicas, como un ataque cuerpo a cuerpo con la espada y una especie de disparo a distancia, pronto se sumarán otras que podremos mapear al teclado (o mando, cuyo manejo es totalmente maravilloso) Pero todavía hay más, cada función se puede sumar a otras, hasta un total de dos cuando lo hayamos desbloqueado, lo que añade al ataque principal otras características que serán distintas según las funciones que sumemos. Entre otras cosas, se potenciará la función principal, se puede envenenar al enemigo, ponerlo de nuestra parte durante unos segundos o crear una imagen de la protagonista a modo de cebo. Pero estos son solo cuatro ejemplos de los centenares de combinaciones disponibles. Y para el que le parezca poca cosa, existen otros slots desbloqueables para que las funciones se ejecuten sin necesidad de nuestra intervención.

Con tanta posibilidad lo más probable es que nos volvamos completa y absolutamente locos investigando todas las vías que se nos abren. De hecho es maravilloso mezclar componentes como un científico chiflado para ver qué sale. Realmente cada uno de los montajes que realicemos resultará en un buen arma, pues no hay ninguna que se sienta más floja que las demás excluyendo, eso sí, las que son demasiado lentas aunque como contrapartida tengan la potencia de una bomba nuclear (ideales para el ataque por turnos) Aunque después de experimentar hasta la extenuación y encontrar una combinación maestra será mejor que le hagamos una foto con el móvil, puesto que podemos perderla más fácilmente de lo que creemos… ¿intrigados?

Transistor no castiga a los peores jugadores con una muerte ignominiosa, sino que les da la oportunidad de levantarse del suelo penalizándoles con la retirada de uno de los ataques. Esto significa que tendremos hasta tres posibilidades de acabar la pelea, puesto que aunque hay cuatro slots al menos uno debe quedar disponible. Al desprendernos de una de las combinaciones que tanto tiempo hemos estado buscando, sus componentes volverán al cajón de herramientas, por esto es lo de apuntar cómo conseguimos la mezcla perfecta. Las funciones que son desechadas son las que mayor potencial necesitan (existe un sistema de barras para determinar el máximo de funciones que podremos llevar montadas) Cuando esto ocurre, necesitaremos llegar a uno o varios de los puntos de ensamblaje repartidos por todo el mapa para que vuelvan a estar disponibles y, mientras tanto, tendremos que experimentar con otros montajes.

El combate en el juego es tan bueno que tiende a eclipsar la historia en sí misma, algo difícil dados los fascinantes personajes, cada cual con su historia, pero no imposible. Transistor que, aparte del nombre del juego, es el de la espada, nos acompaña con una melodiosa voz durante todo el juego, enseñando el camino, haciendo compañía con algunos jocosos o cínicos comentarios.

Transistor es un inevitablemente envolvente RPG que te atrapará sin que te des cuenta, pues mejora cada segundo que transcurre. Visualmente es tan atractivo que hará que revisemos cada esquina en busca de más. La banda sonora que nos acompaña llenará cada rinconcito vacío de la pantalla, con unas melodías de impepinable calidad. Su combate es tan endemoniadamente completo, manejable y divertido que no te extrañe que se te haga de noche con el mando en las manos. Un juego tan inspirado que difícilmente podamos ver algo parecido en bastante tiempo.

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