EEUU dice adiós a Iraq
“Iraq es soberano e independiente”, con estas palabras el primer ministro iraquí, Nuri al Maliki, ha dado inicio a una nueva etapa en la historia de su país al tiempo que finaliza uno de los peores capítulos de la misma. El 20 de marzo de 2003 comenzaba para Iraq uno de los períodos más sangrientos y violentos, con la decisión del presidente de Estados Unidos, George W. Bush, de iniciar la Operación Libertad Iraquí, considerada por algunos expertos internacionales como una verdadera invasión del país asiático.
La caída del régimen de Sadam Hussein, al que se acusaba de poseer armas de destrucción masiva, no tardó en llegar. Sin embargo, con el fin de su gobierno no acabaron ni el caos, ni la inseguridad ni la incertidumbre ante un futuro dominado por los enfrentamientos entre las fuerzas extranjeras y la resistencia talibán.
Tras siete años de operaciones militares en el país, Estados Unidos da por finalizada su misión y abandona al país, respondiendo así a la promesa electoral realizada por el presidente estadounidense, Barack Obama. Ante esta realidad cabe preguntarse ¿ha cambiado algo en Iraq en estos años? ¿Gozarán los iraquíes de un futuro en libertad e igualdad?
Siete largos años
Después su entrada en Iraq y el derrocamiento de Sadam Hussein, el 9 de abril de 2003, las tropas estadounidenses presentes en el país fueron testigos de cómo los saqueos, la violencia y los atentados se hacían paso, instalando el caos entre la población iraquí.
Se desarticuló el partido del régimen anterior, el Baaz, se desmanteló la Guardia Republicana y el Ministerio de Petróleo quedó en manos de Estados Unidos.
Este caos vino acompañado del hambre y la desesperación de una población que veía como sus necesidades más básicas no quedaban cubiertas. Según los datos ofrecidos por la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) , más de 4,2 millones de iraquíes han abandonado sus hogares desde el comienzo del conflicto en Iraq en 2003.
Un 23% de los 30 millones de habitantes de Iraq vive por debajo del umbral de la pobreza
de dos dólares por día y un 3% sufre hambre y malnutrición, según Naciones Unidas. Además, el 90% de la población sigue recibiendo alimentos mediante cartillas de racionamiento.
La población civil ha sido, sin duda, la gran víctima de esta invasión pues, además de los desplazamientos, se han producido numerosas muertes de iraquíes no combatientes. Las cifras en este sentido varían bastante según la fuente consultada. En 2005, el entonces presidente Bush daba una cifra bastante baja del número de civiles que habían perdido la vida en Iraq, “¿Cuántos ciudadanos iraquíes han muerto en esta guerra? Yo diría que 30.000”, dijo el mandatario.
Sin embargo, tal como recoge BBC.com, diferentes organizaciones señalan que la cifra es superior a las 100.000 personas (106.246 según la organización independiente Iraq Body Count ). Si esta cifra puede producir escalofríos más lo hace la arrojada por la Universidad Johns Hopkins, y publicada en 2006 en la revista The Lancet , que estima en 655.000 los fallecidos a consecuencia de la violencia de la invasión y de las malas condiciones sanitarias provocadas por ésta.
Estas cifras han sido rechazadas tanto por el gobierno de Iraq como por el de Estados Unidos.
Pero la muerte no sólo asoló a la población civil, también ha estado presente en estos siete años en Estados Unidos, donde cientos de familias han perdido a alguno de sus miembros, soldados jóvenes destinados en Iraq.
Los atentados han sido una constante en estos siete años y parecen estar lejos de finalizar. A pesar de los duros golpes que Estados Unidos asestaba a la resistencia, los talibanes conseguían volver a atacar: mercados, edificios oficiales… cualquier punto dónde se agolpará gran número de personas y el daño fuera mayor.
La intervención de la comunidad internacional
Ante este panorama, un bucle sin fin de violencia, la comunidad internacional, a través de Naciones Unidas, ponía en marcha sus mecanismos de intervención en 2007. En este año, la ONU nombra a Ibrahim Gambari, de Nigeria, como asesor especial para el Pacto Internacional para Iraq y otras cuestiones políticas.
En abril del mismo año, el Secretario General de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon, anunciaba el lanzamiento en Sharm el-Sheikh, Egipto, de una iniciativa para consolidar la paz en Iraq y contribuir a su desarrollo político, económico y social durante cinco años.
Se trataba de una iniciativa que preveía consolidar la infraestructura nacional y reestructurar las operaciones comerciales y promover la inversión del sector privado. Un trabajo fundamental, pero no tanto como el desarrollado por los organismos humanitarios de la organización y las diferentes ONG que operan en el país y que dan respuesta a las necesidades básicas de los iraquíes.
El adiós de Obama y la alegría de Nuri al Maliki
A mediados del pasado mes de agosto, el presidente Barack Obama lanzaba un discurso en el que mostraba como su promesa electoral de abandonar Iraq se cumplía. “En los últimos 18 meses, 90.000 tropas estadounidenses han dejado Iraq. Al final de este mes, 50.000 tropas servirán en Iraq. Ya que las Fuerzas de Seguridad Iraquíes tomarán la responsabilidad de la seguridad de su país, nuestras tropas pasarán a tener un papel de ayuda y de consejo. Y consecuente con nuestro acuerdo con el gobierno iraquí, todas nuestras tropas estarán fuera de Iraq para finales del próximo año”.
De esta manera, el mandatario estadounidense dice adiós a Iraq , un conflicto que no sólo ha sangrado las arcas públicas del país (784.000 millones de dólares gastados según el último informe del Congreso estadounidense), sino que también ha provocado el descontento de la opinión pública de EEUU que se preguntan qué hacen sus soldados en Iraq.
A partir de ahora, 50.000 soldados estadounidenses permanecerán en el país asiático cumpliendo exclusivamente tareas de adiestramiento y asesoramiento para las fuerzas armadas iraquíes. “Con esto queda completada la transición a los iraquíes de la responsabilidad de su propia seguridad”, apuntó Obama desde su Despacho Oval el 31 de agosto.
Durante su discurso, Obama rindió tributo a los cerca de 4.400 soldados que han “dado sus vidas en Iraq” y también tuvo palabras para los partidos políticos iraquíes, que cinco meses después de las elecciones parlamentarias celebradas en marzo no han alcanzado un acuerdo para la formación de un Gobierno de coalición.
“Animo a los líderes iraquíes a que avancen con sentido de urgencia para formar un gobierno incluyente”, indicó el mandatario.
Ante el adiós de EEUU, la clase política iraquí parece satisfecha, pues se amplía así su manera de dirigir y maniobrar dentro del país. Así, el primer ministro iraquí, Nuri al Maliki, ha dicho que considera que su país gana independencia con la marcha de las fuerzas de combate de Estados Unidos y que a partir de ahora serán las fuerzas de seguridad iraquíes las que se enfrenten ahora a todas las amenazas, ya sean internas o externas.
“Iraquíes, tenéis una cita con una nueva fiesta nacional en la que recuperáis la soberanía de vuestro país y dibujáis su futuro con vuestra manos”
, ha clamado el mandatario.
“Nuestras fuerzas de seguridad liderarán el fortalecimiento de la seguridad y la salvaguarda del país […] terminaremos con las amenazas a Iraq, ya sean domésticas o llegadas del extranjero”, afirmó al Maliki.
Una realidad nada esperanzadora
Tras esta salida de Estados Unidos, la realidad de Iraq se presenta poco esperanzadora. Es improbable que los talibanes dejen de realizar atentados, como lo es que la igualdad y la libertad se asienten en un país devastado, saqueado, donde el radicalismo tiene plantada su semilla.
Además, 50.000 soldados estadounidenses, aunque sea un contingente inferior, siguen constituyendo la presencia de Estados Unidos en el país que se convirtió en su segundo Vietnam, un enjambre del que no ha sido nada fácil salir.
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