El número de muertos puede ser 10 veces mayor a la cifra oficial

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La presidenta del Gobierno interino de Kirguistán, Rosa Otunbayeva, ha afirmado este viernes, que el número real de muertos en los enfrentamientos interétnicos que comenzaron la semana pasada en el sur del país podría ser “diez veces mayor” que la cifra publicada por las autoridades debido a que allí los familiares suelen enterrar a sus seres queridos fallecidos lo antes posible.

Según el último balance facilitado por el Ministerio de Sanidad, en los hospitales se han registrado 192 víctimas mortales, mientras que 2.000 personas han requerido atención médica, de las cuales 913 han sido ingresadas. En la región de Osh, donde comenzó la violencia, han muerto 145 personas y 1.421 han precisado atención médica, y en la de Jalalabad han fallecido 47 y otras 606 han sido atendidas por los servicios sanitarios, precisó el Ministerio, citado por la agencia de noticias kirguís '24.kg'.

Pero según las declaraciones realizadas por Otunbayeva al diario ruso 'Kommersant', la cifra real de víctimas mortales podría ascender a casi 2.000. Ayer, una fuente anónima dijo a la agencia rusa RIA Novosti que a causa de los enfrentamientos entre la comunidad kirguís y la uzbeka, que comenzaron el pasado 11 de junio, podrían haber perdido la vida casi 1.800 personas.

“Yo multiplicaría la cifra oficial por diez, puesto que hay muchas familias de zonas rurales que, siguiendo la costumbre, entierran (a sus muertos) enseguida, antes de que se ponga el sol”, explicó la presidenta del Ejecutivo interino. En cuanto a las personas que han tenido que abandonar sus hogares para huir de la violencia, Otunbayeva dijo que ha habido “un éxodo masivo de refugiados”. Según los datos del Gobierno kirguís y de las ONG que están trabajando en la zona, ya hay 300.000 desplazados, de los cuales 40.000 necesitan cobijo, de acuerdo con el Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (ACNUR).

La dirigente provisional aseguró al 'Kommersant' que “los detonadores de los acontecimientos de Osh fueron mercenarios, profesionales” contratados por el presidente depuesto Kurmanbek Bakiyev y por su hijo menor, Maxim, cuyo arresto ha solicitado el Gobierno interino por delitos de terrorismo y desfalco, y añadió que este último compró armas en “países árabes”. El Ejecutivo de Otunbayeva llegó al poder el pasado 7 de abril, después de que el jefe de Estado huyera ante la revuelta popular que se desencadenó.

Otunbayeva advirtió de que “algunas personas dicen que hay bandidos que pretenden prender fuego a gasolineras” en la ciudad de Osh y que además “son capaces de causar daños en la reserva de agua de Papan”. Si esto ocurre, “el resultado será desastroso; por eso estamos reforzando las medidas de seguridad en todos los lugares estratégicos”, agregó, y expresó su deseo de que Rusia ofrezca su ayuda para proteger estos lugares.

La presidenta recordó que su Gobierno ha pedido a Rusia que envíe fuerzas de paz a Kirguistán y añadió que también se lo ha solicitado al Gobierno de Uzbekistán, adonde han huido miles de refugiados. El presidente uzbeko ha contestado, según Otunbayeva: “No va a haber ningún soldado de Uzbekistán que quiera proteger a sus congéneres. Mantendremos las fronteras cerradas pero seguiremos recibiendo a refugiados”.

Por otro lado, la presidenta del Ejecutivo interino reiteró que a pesar de los enfrentamientos y la vigencia del estado de excepción, se va a celebrar el referéndum sobre la nueva Constitución fijado para el próximo 27 de junio. Aseguró que la situación se está estabilizando. Otunbayeva firmó ayer un decreto que modifica las condiciones en las que se debe llevar a cabo la consulta popular, de forma que ésta podría cancelarse si el país sigue bajo el estado de excepción.

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