El virus de la nueva gripe, un viejo conocido

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Doctor Antonio Bascuñana, Director Médico del Hospital Virgen del Camino de Sanlúcar de Barrameda

Doctor Juan Carlos Moreno

El 27 de abril, la OMS elevó el nivel de alerta pandémica de la fase 3 a la 4 después de que los casos en humanos de una cepa nueva del virus de la gripe porcina A se extendiera rápidamente alrededor de todo el mundo partiendo de México. Diversos estudios confirman que la posibilidad de pandemia por virus H1N1 por transmisión de cerdo a ser humano debería haber sido valorada con anterioridad.

¿Nos enfrentamos a algo nuevo?

No, las sucesivas epidemias de gripe se originan de la misma forma procediendo siempre de reservorios animales. Posiblemente esta gripe porcina por virus A H1N1 ha existido en América del Norte y otras regiones desde hace ya 80 años, es más, junto a la variante H1N2, provocó problemas en Estados Unidos en 2005, y está confirmado que esta infección por H1N1 está notificada en el mencionado país desde 2007. En Europa, el virus de la gripe aviar H1N1 ya contagió a la especie porcina, siendo el primer caso detectado en Bélgica en 1979.

Los virus de la gripe tienen una alta capacidad para cambiar (mutar) lo que obliga todos los años a fabricar una nueva vacuna por las recombinaciones que consiguen. Lo que parece demostrado es que esta gripe porcina está atacando más a personas relativamente jóvenes lo que ratifica la hipótesis de que los mayores estuvieron expuestos con anterioridad por lo que su organismo creó las defensas oportunas.

Los virus gripales se transmiten por vía inhalatoria (por el aire) y tienen capacidad para afectar a muchas personas, es decir que suelen ser muy transmisibles. Siempre el virus de la gripe se comporta de similar manera: afecta especialmente a agrupaciones (cuarteles, colegios, prisiones, residencias de ancianos ), más en períodos invernales y con más severidad en los que tienen enfermedades previas, siendo estos últimos los que pueden padecer complicaciones más severas, aunque, en la inmensa mayoría de personas producirá un cuadro leve similar al que conocemos todos.

Diversos estudios han especificado que una pandemia de gripe puede ser controlada mejor si el tratamiento y la profilaxis son introducidos inmediatamente, por ejemplo, con inhibidores de neuraminidasa, pero, en muchos casos el tratamiento a destiempo con el citado inhibidor puede hacer menos beneficio, ya que este virus puede convertirse en resistente, y hay datos que lo apoyan. Por ello los sistemas públicos de salud deben coordinar sus estrategias de intervención profiláctica, proveyéndose de los fármacos antivirales y suplementando las intervenciones farmacéuticas con las oportunas medidas sociales.

En la actualidad vemos que los sistemas sanitarios se han preparado para proporcionar atención a los afectados. Lo más probable es que este virus afecte en el otoño a parte de la población (como otros virus gripales) y que solo lo sufran con gravedad una mínima parte de los infectados. Los conocimientos médicos actuales junto a la vacunación de la población en riesgo y los dispositivos sanitarios preparados harán que la repercusión sobre la población de esta epidemia en nuestro país sea discreta. Esa es nuestra opinión clínica y nuestra esperanza.

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