La apuesta por el vino como motor de desarrollo rural a través de Enorregión
Fijar población en el medio rural y luchar contra el reto demográfico son ejes estratégicos del Plan de Transformación de La Rioja y, en concreto, del proyecto Enorregión. Y es que convertir a La Rioja en una región de referencia mundial en el ámbito del vino también significa apostar fuertemente por este sector como motor del desarrollo rural. El sector del vino crea empleo y genera oportunidades, vinculadas tanto a la propia práctica de la vitivinicultura como al turismo.
Bodegas David Moreno, en Badarán, lo ha tenido claro desde sus inicios, cuando todavía no se hablaba de enoturismo. Hace más de 30 años decidieron abrir sus instalaciones al público que quisiera conocer cómo se hace el vino. En aquellos momentos, eran vascos en su mayoría quienes venían a La Rioja de vacaciones y pasaban por la bodega, pero hoy en día ya llegan de toda España y de distintas partes del mundo.
El enoturismo es una forma de turismo sostenible, que combina las experiencias en bodegas con rutas de naturaleza o visitas al patrimonio rico y variado que La Rioja ofrece. Los visitantes llegan para ver una bodega, pero de ahí pasan a los monasterios de Yuso y Suso, a la Abadía de Cañas o a disfrutar de nuestra gastronomía en los establecimientos locales. Así, en un pueblo de tan sólo 500 habitantes como Badarán, hay un hotel, un hostal, varias casas rurales, restaurantes, bares, tiendas... La presencia de una bodega aquí ha tenido mucho que ver en este florecimiento.
Como nos detalla Gemma Moreno, de Bodegas David Moreno, “cuanto más crece la bodega, más lleva el nombre de su pueblo, Badarán, de su comarca y de La Rioja a más puntos de España y del mundo”. Las bodegas contribuyen a fomentar la imagen de marca de nuestros vinos y a dar a conocer los recursos turísticos de su entorno.
Se unen así dos proyectos estratégicos del Plan de Transformación como son Enorregión y Valle de la Lengua, bajo el denominador común de un turismo sostenible e inteligente, lo que tiene un efecto evidente en la población rural.
Cohesión social y territorial
También en Alcanadre saben lo que es vivir del vino. De una forma directa o indirecta, el 80% del municipio se mantiene por las Bodegas Aradon, una cooperativa en la que las mujeres viticultoras, propietarias y agricultoras, tienen una fuerte presencia.
Aquí también han conseguido fijar población en torno al trabajo de las viñas. El vino siempre ha formado parte de la cultura de sus gentes, siempre ha sido su modo de vida. La cohesión social y territorial, otro de los puntales del proyecto de Enorregión, se ejemplifica en Alcanadre en esta bodega cooperativa.
En Aradon hay desde viticultores octogenarios que todavía siguen trabajando el viñedo, hasta gente joven que está recibiendo el testigo de sus progenitores, garantizando el relevo generacional y luchando contra la inercia del envejecimiento de su masa social, un problema habitual en las cooperativas.
En La Rioja, el 95% de los pueblos tiene menos de 5.000 habitantes y al menos el 65% de estos son productores de uva. Y no sólo eso, la cadena de valor del sector vitivinícola es muy extensa y va desde los proveedores del corcho hasta la maquinaria agrícola, los envases y embalajes o el transporte.
Para conseguir que todo este engranaje siga adelante y que la población de pequeños núcleos rurales decida quedarse y no huir a la ciudad, hay que crear iniciativas atractivas, como las de Bodegas Aradon, que innovan pagando por superficie en lugar de por kilos, para potenciar la vegetación de viñedo viejo.
“Queremos que no se arranque el viñedo viejo, que tiene un valor tradicional y paisajístico muy importante y de donde pueden salir los mejores vinos, pero que da menor producción que el joven”, explica Estela Asenjo, responsable comercial de la bodega. Así, en vez de pagar por rendimiento pagan por superficie, “en una clara apuesta por mantener este viñedo”.
También se impulsa otro concepto de vino, con caldos no tradicionales y clásicos, sino con un producto de Rioja 2.0: “son vinos de pequeñas parcelas, con elaboraciones muy especiales, para obtener un producto no estandarizado sino más joven y actual, lo que nos permite llegar a otro tipo de mercados y a un público más joven y moderno”.
Así mismo, utilizan satélites como herramienta de apoyo para clasificar y zonificar el viñedo y ahora trabajan con un proyecto para eliminar el uso de insecticidas contra la plaga de la polilla. Usan unos cordones que emiten feromonas al exterior y despistan al macho para que no fecunde a la hembra, sin tener que usar productos químicos y siendo así mas respetuosos con la fauna natural.
La cadena de valor del vino vive así una transformación verde, sostenible y digital, lo que ayuda a evitar la despoblación y a impulsar un desarrollo sostenido y sostenible del territorio. Y todo ello con una perspectiva de género, ya que las mujeres cada vez tienen un peso más importante en este sector.
“En Alcanadre lo ha tenido siempre, las mujeres han continuado haciendo lo que veían hacer a sus abuelas”, explican desde la cooperativa, donde tanto la presidenta como la gerente son mujeres. Asenjo reconoce que se han encontrado reticencias al principio- “hay que demostrar más, demostrar a los hombres que sabes de lo que hablas”-, pero una vez superada esa barrera, trabajan sin problema, lo que sin duda contribuye a fijar población. No en vano, “si solo una parte de la pareja puede encontrar trabajo, terminarán yéndose”.
0