La parcialidad de la prensa

Rioja2

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Se trata de proponer algunas líneas de atención para que en la lectura de los diarios, cada uno pueda discernir lo que son los hechos objetivos y comprobables, de todo lo demás: falsedades, tergiversaciones, interpretaciones torticeras y otras lindezas.

Consideramos dos hechos significativos: uno, el artículo en “El País” (21 de agosto) de quien fue su director, J.L. Cebrián, con un tremendo ataque al Decreto ley por el que se autoriza la emisión de la TDT de pago. Otro, el editorial de “La Vanguardia” (6 de septiembre) descalificando toda la acción de gobierno, apoyándose repetitivamente en la muletilla “España va mal”.

Ambos artículos tienen en común la exageración y la debilidad de la argumentación. Ni el decreto del gobierno es tan nefasto, ni las justificaciones que se aportan demuestran que España vaya tan mal. Pero ahí ha quedado escrito.

¿Por qué? No cabe pensar en una campaña orquestada. Demasiado trabajo, y sobre todo, no puede verse detrás de estos artículos una mente tan clarividente y con capacidad para poner de acuerdo a los medios. Todo demasiado vulgar, demasiado elemental. Puede especularse con el mal momento económico que pasan las empresas de comunicación, a las que les ha sobrevenido la caída de la publicidad, que ya nunca más se recuperará suficientemente. La recesión ha reforzado el efecto de la competencia de los medios electrónicos. ¿Ha sido una “pataleta” para llamar la atención de los gobernantes?. Sería una explicación, denunciar para obtener beneficio. Esto tiene un nombre, chantaje.

La situación de la prensa está en un momento de muy escasa fiabilidad. Ya sospechábamos de los políticos, ahora también de la prensa, radio y TV. Consecuencia, los lectores disminuyen, las audiencias se fragmentan, el poder de Internet se consolida. El panorama es inquietante. La independencia de los medios se ha resquebrajado. El valor de la información se está deteriorando, lo que a medio plazo afectará a nuestra calidad de vida y a nuestras libertades.

La cuestión es cuál es el camino que deben seguir los medios de comunicación para restaurar la confianza de los lectores. Estamos viviendo momentos de transición en muchos órdenes de la vida. Éste es uno de ellos. Los medios de comunicación tienen que encontrar su nuevo equilibrio ante la irrupción de Internet, y tienen que hacer frente al fuerte descenso de la actividad económica. Sin duda, la pérdida de objetividad es una reacción inmadura ante las dificultades que han aparecido en sus negocios. Se necesita tiempo para alcanzar el nivel de respuesta adecuado y eficaz.

Estamos en tiempos turbulentos. Debemos entender que cualquier análisis desapasionado facilita las cosas.

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