Comer con responsabilidad, comer en un eco-restaurante
Sentarse a comer en una de las mesas del restaurante La Mayata supone encontrarse con los sabores de la tierra. El local, recién inaugurado, todavía huele a nuevo, aunque su estética vintage y sus heterogéneas sillas de madera recuperadas de más de un desván pueden confundir al comensal.
La Plaza del Mercado acoge entre sus soportales un nuevo proyecto gastronómico. Se trata de un restaurante, sí, pero no un restaurante al uso. Susana Sainz, una de sus precursoras, lo define como “un espacio de encuentro que tiene como objetivo principal promover el consumo responsable”.
En su menú buscan el producto de temporada, cercano en cuanto a procedencia y ecológico. Prefieren el granel frente a los embalajes y se han declarado amigos del comercio justo. Quizá estos principios pueden sonar incompatibles con el mercado de negocio, o quizás sea verdad que ahora lo eco está de moda.
En la Mayata no existe la Coca Cola, sino Frixen Cola, un refresco edulcorado con stevia y azúcar de caña producido en Zaragoza. Tampoco puedes beber las cervezas de las grandes marcas, pero sí encontraras producciones artesanas y por supuesto ecológicas.
La Mayata se nutre de las huertas de La Rioja. Además de tener un huerto propio en Varea, son clientes de los ecoagricultores de la comunidad; el pan de Logroño; las legumbres de Santo Domingo; los huevos de Arrúbal; las verduras de Nalda; los productos cárnicos del Valle de Ocón…
La iniciativa de montar este negocio surgió de miembros de la Cooperativa Integral Riojana, y desde el inicio quisieron marcar la diferencia. “La financiación comenzó con una campaña de crowdfunding, también vendimos bonos de menús por adelantado”, explica Susana Sainz.
Pero la diferencia del restaurante no acaba aquí. Las sillas y las mesas también tienen su historia. Fueron recuperadas de mercadillos y para restaurarlas organizaron un curso gratuito en el que la gente podía aprender los principios básicos de la restauración practicando con ellas.
Ni siquiera llevan un mes de apertura, pero aseguran que de momento no les faltan clientes. “Ya hacía falta en Logroño algo así”, es una de las frases que más veces escucha la gente de La Mayata.
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