Terapia mensual contra la anemia

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La anemia asociada a la enfermedad renal crónica añade serios factores de riesgo a los pacientes que la padecen. Además de los problemas que acarrea el mal funcionamiento del riñón, unos niveles bajos de hemoglobina elevan el riesgo de padecer un episodio cardiovascular y merman sensiblemente la calidad de vida del paciente por el cansancio.

El tratamiento de este trastorno está pasando por un punto de inflexión, con la aprobación por parte del Ministerio de Sanidad y Consumo de un nuevo medicamento. Se trata del primer y único activador continuo de la eritropoyesis que consigue mantener los niveles de hemoglobina en los parámetros recomendados (11-12 g/dl) con una sola administración al mes, frente a las dos o tres semanales que tenían que suministrarse con las eritropoyetinas convencionales empleadas para tal fin.

Se estima que más de la mitad de los pacientes con enfermedad renal avanzada tiene anemia. “En estos enfermos los niveles de hemoglobina descienden debido a que el riñón deja de producir eritropoyetina, indispensable para activar una cascada de reacciones en el interior de los glóbulos rojos que les aumenta la vida media. Los enfermos con anemia renal se encuentran con que, en ausencia de ese estímulo, sus hematíes mueren muy rápido”, tal como explica Ángel Luis Martín de Francisco, presidente de la Sociedad Española de Nefrología y jefe del Servicio de Nefrología del Hospital Universitario Marqués de Valdecilla de Santander.

La anemia unida a la enfermedad renal agrava un cuadro que de por sí es crítico. Los niveles bajos de hemoglobina, además de mermar seriamente la calidad de vida de los enfermos, que se presentan cansados física y mentalmente, exigen al corazón un sobreesfuerzo para seguir funcionando por tener un menor aporte de oxígeno, lo que en muchas ocasiones deriva en una hipertrofia ventricular. “Está demostrado que en los pacientes con insuficiencia renal que ya tienen una alteración cardiaca, la anemia la empeora, lo que aumenta el riesgo de morbimortalidad y de accidentes cerebrovasculares”, asegura Roberto Alcázar, secretario de la Sociedad Española de Nefrología (S.E.N.) y especialista del Servicio de Nefrología del Hospital Infanta Leonor de Madrid.

Recuerda que “diversos estudios han demostrado que corregir la anemia en estos enfermos mejora la supervivencia, disminuye la mortalidad y aumenta la calidad de vida. No sabemos si la disminución de la morbimortalidad al tratar la anemia se debe únicamente a la mejoría del corazón o a la mejoría del estado general que experimenta el paciente”, explica el doctor Alcázar.

Se estima que más de la mitad de los pacientes con enfermedad renal en Estadío III tiene anemia. Antes del año 1985 los enfermos con esta problemática permanecían anémicos y, de vez en cuando, se les hacía una transfusión de sangre. A partir de entonces, la aparición de las primeras eritropoyetinas recombinantes supuso un cambio drástico en el abordaje de esta problemática porque introdujo la posibilidad de controlar y corregir la anemia, con lo que se mejoró notablemente la calidad de vida, la resistencia al ejercicio y la tolerancia cardiovascular.

El secretario de la SEN subraya la importancia de tratar este trastorno en todos los enfermos, pero muy especialmente en los que tienen que entrar en diálisis puesto que “los que se someten a esta técnica con unos niveles de hemoglobina inferiores a los estándares recomendados tienen una supervivencia mucho mayor que los que no se la han tratado”.

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