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Más coches y más árboles: el Ayuntamiento de Madrid perfila un bosque metropolitano para absorber emisiones

El parque de El Retiro, en el centro de Madrid.

Sofía Pérez Mendoza

El gran proyecto medioambiental del Ayuntamiento de Madrid es un bosque metropolitano que rodeará como una corona a la ciudad y conectará puntos verdes que ya existen. El Consistorio, gobernado por PP y Ciudadanos, lo presentó dentro de la estrategia 'Madrid 360' para la mejora de la calidad del aire. El mismo día que el alcalde, José Luis Martínez-Almeida, anunció que abriría el centro de Madrid a más coches, dio las primeras pinceladas sobre la creación de una suerte de anillo verde con 450.000 árboles que absorbería 170.000 toneladas de dióxido de carbono, según el plan.

El bosque metropolitano es, en realidad, el proyecto estrella de Ciudadanos para el mandato. La vicealcaldesa, Begoña Villacís, lo ha presentado en diversos foros en el marco de la Cumbre del Clima y echará a andar en febrero, con el primer concurso de ideas. A finales de 2020, se calcula que estén plantados los primeros árboles, siempre especies autóctonas, en el sureste de la ciudad. La inversión en las cuentas del próximo año para el bosque es de 16 millones de euros.

La capital no es la primera ciudad en proyectar una infraestructura verde de semejante calado. Existe un total consenso científico sobre que los árboles ayudan a mejorar la calidad del aire porque actúan como “sumideros” de carbono, según explica el catedrático en Ecología de la Universidad Complutense de Madrid, José Manuel de Miguel. Sin embargo, todos los expertos consultados aseguran que la política medioambiental debe ser “coherente” y centrarse, sobre todo, en la reducción de emisiones. “Hacer parques es estupendo, pero la mejor manera de luchar contra el cambio climático no es capturando carbono, sino no emitiéndolo”, asegura de Miguel.

La estrategia en la que se inserta este bosque, 'Madrid 360', incluye como una de las principales medidas el recorte del área de bajas emisiones (Madrid Central) para que puedan entrar los vehículos C ocupados por dos o más personas. La iniciativa está sujeta aún a modificaciones y cada vez tiene menos visos de salir adelante: Ciudadanos, pese a que apoyó la estrategia como parte del Gobierno, no está dispuesto a aprobarla sobre el papel (habría que modificar la ordenanza de movilidad para hacerla efectiva) y las organizaciones ecologistas y científicas denuncian con cierto quórum que se trata de una medida regresiva.

En contraposición, el delegado de Medio Ambiente, Borja Carabante (PP), defiende que abrir más el tráfico será “neutro” en términos de emisiones porque se ocuparán más los coches y circularán menos. Esta tesis, sin embargo, no está respaldada de momento por ningún ensayo que prevea cuál será el comportamiento de los conductores, aunque el Ayuntamiento trabaja para poner en marcha estos estudios.

Plantar árboles pero también reducir emisiones

“Es evidente que una zona verde tiene beneficios sobre la ciudad: hace de pantalla, impide que los contaminantes entren en ciertos puntos... Es un efecto positivo. Pero no es una solución única para mejorar la calidad del aire y es peligroso dar este mensaje. Las políticas no deberían enfocarse en esto mientras siguen las emisiones, sino ser complementarias”, argumenta Francesc Baró, doctor en Ciencia y Tecnologías Ambientales e investigador del Institut de Ciència i Tecnologia Ambientals de la Universidad Autónoma de Barcelona. De Miguel añade, además, que los bosques tienen un tope de absorción de carbono y de emisión de oxígeno: “Cuando son maduros, su papel de pulmón de oxígeno disminuye pero lo necesitan para respirar”.

Un estudio de la Universidad de Sevilla determinó hace más de 10 años que la capacidad de absorción de carbono de los árboles también depende de la especie. Las más eficientes son el pino carrasco y el piñonero, que absorben 48.870 y 27.180 kilos de CO2 al año, respectivamente. En el otro lado está el alcornoque, que solo absorbe 4.537 kilos.

El Ayuntamiento tiene previsto plantar 100.000 árboles en este mandato y dejar el proyecto en manos de los gobiernos que vengan: según las proyecciones del Consistorio, que aún está perfilando el plan, crear un anillo verde de estas características llevaría al menos 12 años. En total, 75 kilómetros de arbolado. Los presupuestos de 2020 ya recogen una primera partida para este proyecto, que se pretende financiar con fondos municipales, europeos y también con capital privado.

La vicealcaldesa, Begoña Villacís, aseguró esta misma semana que, sobre todo, se plantarán encinas. “No hablamos de plátanos y otras especies que son lucidas y que crecen rápido para que sirvan a los gobiernos a que aquello quede muy florido, sino que apostamos a largo plazo para realmente influir en el cambio climático”.

La organización Seo-BirdLife tiene una sección de Biodiversidad Urbana que está colaborando con el Ayuntamiento de Madrid en el desarrollo del proyecto. “El planteamiento es bueno, porque tiene en cuenta la biodiversidad. La idea es que las zonas estén conectadas para facilitar la movilidad también de los animales”, apunta Beatriz Sánchez, responsable de esta sección, que recuerda que la vegetación “ayuda a retener contaminación, depura el aire y reduce el efecto de la isla de calor”. Sánchez explica que la previsión es plantar “especies autóctonas con bajo requerimientos hídricos y de mantenimiento”. “Lo más importante es garantizar que este proyecto se mantiene en el tiempo y que no dependa de los gobiernos porque es algo a largo plazo”, añade.

Vitoria, un referente en infraestructura verde

Una ciudad referente en el mantenimiento de las políticas verdes, independientemente del color político, es Vitoria. Su anillo verde, iniciado hace tres décadas por un gobierno del PNV, se está terminando de cerrar ahora, en 2019, con un alcalde del PNV. Entre medias, han pasado por la alcaldía regidores del PP como Alfonso Alonso o Javier Maroto o del PSE. Todos han continuado con las iniciativas que dejaron pendientes sus antecesores. La última medida anunciada por el actual alcalde, Gorka Urtaran, son las 'supermanzanas': la unión de varias manzanas para evitar el tráfico de paso en el interior. Con esta iniciativa, el Consistorio pretende reservar al peatón el 71% del espacio de la ciudad. Actualmente el porcentaje alcanza el 36%, según datos municipales.

“Creo que una de las claves es no deshacer lo que te encuentras si se ha avanzado. Las políticas medioambientales son de largo recorrido y trascienden a los gobiernos. Para que sea eficaz, la trayectoria debe ser conjunta. Aquí las medidas que tomaba el anterior alcalde en esta materia no han sido por lo general objeto de revisión del nuevo equipo cuando ha llegado”, dice Urtaran en conversación con eldiario.es. Vitoria obtuvo el título de European Green Capital en 2012 y este año ha recibido la distinción de Global Green City Award, un reconocimiento que otorga la organización sin ánimo de lucro Global Forum on Human Settlements, apoyada por Naciones Unidas.

Los científicos insisten, también, en que las ventajas de plantar árboles en las ciudades son múltiples. “Los beneficios a nivel de salud están demostrados. Son espacios, además, recreativos y para la relajación que generan bienestar en los habitantes de las ciudades”, incide Francesc Baró. Habrá que esperar a octubre de 2020 para ver los primeros árboles plantados. Hasta entonces, el Ayuntamiento terminará el diseño de la que quieren que sea la mayor infraestructura verde conectada de la ciudad.

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