En Madrid no es fácil comer bien, ya que en general se valora más lo nuevo que lo bueno. Continuamente se abren restaurantes que cierran al cabo de unos pocos años, cuando dejan de ser nuevos. Restaurantes que mantienen un nivel aceptable las primeras semanas, pero que al poco tiempo, deseosos de hacerse ricos, abaratan los costes, reducen la calidad y contratan a cocineros sin experiencia, porque la experiencia ha dejado de ser un valor. Para cuando los clientes se dan cuenta del fiasco, los restauradores han echado el cierre y se han mudado a otro “nuevo” local, donde importa más la novedad, el diseño y el concepto que la comida y el trato humano.
Muchos de estos restaurantes nuevos intentan imponer unas costumbres humillantes que no deberíamos aceptar. Una de ellas es el establecimiento de turnos que te obligan a salir con la comida en la boca para dejar libre la mesa a otros comensales. Otra es su pereza para responder al teléfono que impele a rellenar en internet extensos formularios de reserva con datos de la tarjeta de crédito incluidos. En medio de tan monstruosas barbaries, se olvidan de casi todo lo que les hace acogedores y agradables: no ponen manteles, no ponen jarras de agua, no ponen pan, no ponen aperitivo ni chupito, no permiten hacer la sobremesa…
Ser nuevo no es un valor en sí mismo. La tan cacareada “nueva” cocina se inventó en el siglo XV, cuando los príncipes del Renacimiento exigían a sus cocineros continuas invenciones en la mesa. Es el caso de Ludovico Sforza, para el cual cocinaba Leonardo da Vinci, o de Carlos V, cuyo cocinero se desesperaba ante la exigencia de incesantes novedades: “Ya no sé cómo complacer a su majestad, como no sea con un guiso de relojes”.
Innovar en la cocina tiene un valor mayor cuando se innova a partir de la tradición. Y la tradición nos enseña que tan importante como la comida es el trato y el ambiente. Lo más importante de un restaurante es que te hagan sentirte como en casa. No somos consumidores de comida, somos seres humanos, y los humanos necesitamos el trato. Suprimir la sobremesa es quitarle a las comidas su mejor momento. No lo permitamos.
En un reciente artículo hablábamos de las casas de comidas familiares, tradicionales y económicas que aún conservan la generosa y entrañable costumbre del menú del día. Pues bien, vamos a hablar hoy de otras casas de comidas donde perviven las costumbres populares y que, sin subirse a la parra, requieren un poco más de gasto que las mencionadas anteriormente.
- Casa Salvador. C/ Barbieri, 12, desde 1941. Con sus manteles de cuadros y sus carteles de toros, dio de comer a los banqueros de la calle de Alcalá y a famosos como Dominguín y Ava Gardner. A destacar, la merluza rebozada, los callos, los platos de cuchara y el rabo de toro.
- Los Galayos. C/ Botoneras, 5. La familia Grande hace honor a su apellido manteniendo la buena cocina española en plena Plaza Mayor. Fundada en 1894, fue aquí donde en 1936 se celebró la última cena de los poetas de la Generación del 27. Tienen fama su cochinillo, sus chuletones y sus sabrosos guisos
- La Castela. C/ Doctor Castelo, 22. Fundada en 1989 sobre la antigua bodega de Méntrida, brilla con luz propia entre los abundantes bares del barrio del Retiro. Me gusta todo, pero por destacar algo: los chipirones encebollados y los garbanzos con langostinos.
- Dantxari. C/ Ventura Rodríguez, 8. Desde 1997. Cocina casera vasca, destacando el solomillo, el rape, el bacalao, las alcachofas, las anchoas, la menestra…
- Casa Jacinto. C/ Reloj, 20. Desde los años ochenta con buenas carnes, pescados, callos y cocido.
- La Bola. C/ La Bola, 5. Desde 1868. Cocido en puchero de barro, al estilo de antiguas las tabernas de Madrid.
- Casa Paulino. C/ Alonso Cano, 34. Cocina tradicional con toques nuevos. Salmón con salsa de uvas, lasaña de morcilla, desde 1954.
- La Montaña. C/ Rey Francisco, 28. Cocina asturiana desde 1943. Verdinas con carabineros, pepitoria, merluza rebozada, fabada.
- La Gran Tasca. C/ Santa Engracia, 161. Uno de los mejores cocidos madrileños, desde 1942.
- Casa Alberto. C/ Huertas, 18. Taberna decimonónica con buena cocina madrileña.
- La Mi Venta. Plaza de la Marina Española, 7. Cocina española desde 1962.
- Posada de la Villa. Cava Baja, 9. Buen mesón tradicional desde 1980.
- Las Cuevas del Duque. C/ Princesa, 16. Asados y cocina casera.
- El Segoviano. Avda. Ciudad de Barcelona, 108. Cordero y cochinillo de Segovia.
- O´Caldiño. C/ Lagasca, 74. Cocina gallega desde 1973. Pescados y mariscos.
Buen provecho!